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—NO creas que lloro por ti
—dijo Jaycee con brusquedad—. Siempre supe que eras un perdedor
nato. Tengo a Ander en la línea. Él no es sólo un hombre, sino que
tiene ideas.
—Yo también tengo ideas. Un día voy a sacar
un infierno fuera de ti, Jaycee, pero podría usar algún correctivo
ahora mismo. ¿Cuál es la lectura, Ander?
—Estaba sorprendido por esa nave cáscara,
Bron. He verificado un análisis del Caos desde su origen. Es
contemporánea con el cohete de Onaris... de hecho, toda la flota es
contemporánea con el cohete de Onaris. Todas han estado en el espacio durante setecientos
millones de años, y han hecho todo el viaje a una velocidad
inferior a la de la luz.
—¡Demonios! ¿Está seguro?
—No hay duda. Cuéntelas como contenedores
desechables. En relación con mis cálculos, más del noventa y nueve
por ciento de esa flota consiste en naves vacías de
aprovisionamiento.
—Eso pone un carácter diferente a las cosas
—dijo Bron—. Al menos estoy buscando una docena de naves tripuladas
en todo el sistema.
—Probablemente menos que eso. Y de cualquier
forma, es usted el que tiene la gran ventaja psicológica.
—¿Cómo computa eso?
—Es evidente. El encontrarle a usted es el punto climático de siete millones de
siglos de esfuerzo. Ninguna forma de vida, cualquiera sea su
psicología, podría relacionarse con ese punto. De hecho, usted es la razón de que esa flota exista. No hay
evidencia para demostrar si son una raza con longevidad
excepcional, o si han engendrado muchas generaciones en el viaje;
pero de cualquier forma, usted es una superleyenda. ¿Se atrevería
usted a ocupar el lugar de Dios Todopoderoso?
—He estado leyendo la Biblia —dijo Bron—.
Francamente, temblaría sólo de pensarlo, si estuviera convencido de
que Dios existe.
—Precisamente. Pero ellos... ellos están
convencidos de que usted existe. Por eso pienso que la invasión es
más defensiva que ofensiva.
—¿Defensiva? ¡Debe estar bromeando,
Ander!
—De ninguna manera. Al faltarles el acceso
al subespacio, ninguna de esas naves podría volver. No hay razón
para que se comprometan en un ataque destructivo al final de un
viaje del cual no puede haber sobrevivientes, a menos que sea una
defensa a muerte. No, Bron. Adivino que es una misión suicida, que
trata de dirigir algún aspecto de la historia futura en una
predicción del Caos.
—Si ese aspecto incluye la destrucción de la
fuerza espacial de los Destructores, entonces están llegando al
éxito. Incluso sus naves vacías son armas formidables.
—Sospecho que deliberadamente. Para tal
clase de viaje, cada átomo de carga útil ha de proporcionar su
máximo potencial. Al conocer con anterioridad el nivel de los
efectos físicos que estarán disponibles para nosotros, ellos habrán
dirigido cada molécula en la flota no sólo para resistir nuestra
capacidad destructora, sino también para poder destruir de las
varias formas contra las que no tendríamos ninguna defensa.
—Lo que, en el fondo, está de acuerdo con lo
que estamos encontrando. Incluso los cascos vacíos son inmunes a
las reacciones nucleares. Su único punto débil parece ser cierta
susceptibilidad a destruirse por sí mismas, iniciada por contacto
físico cercano o completo... ¡Por Júpiter! Ander... Creo que puede
haberme dado una respuesta. La función de un Catalista no es causar
una reacción, sino acelerar una reacción que ya está latente. De
hecho, es manipular el sistema con su propio juego...
Al segundo siguiente, Bron ya corría a
través del puente llamando al Maestro de Armas y al armador de la
nave. Les narró en breves detalles sus nuevas tácticas, y
recibieron la idea con sorpresa, pero salieron para hacer los
arreglos necesarios. Bron instruyó al capitán del Skua para que localizara un blanco adecuado para
este nuevo experimento, y pasó el resto del tiempo comunicando a
Jaycee lo que él pensaba sobre el lugar de ella en el firmamento
más bajo. Al hacer esto, se sintió mucho mejor.
Los alienígenas ya parecían sentir la nueva
excitación. Las ondas del murmullo crecían más cortas por períodos,
aunque el pánico se expresaba en un volumen creciente, hacia un
clímax que nunca alcanzaban. Ahora eran voces rápidas y urgentes,
individuos llamando y respondiendo; crecía una tensión nerviosa que
indicaba miedo, ira y un terrible resentimiento. Bron casi podía
ver a los alienígenas reunidos en la oscuridad, llenos de humedad,
oliendo a fluidos desconocidos a causa de un cautiverio demasiado
cercano a los motores. Podía casi leer la actitud hacia la muerte
violenta como el escape final de una prisión predestinada.
Elegido el blanco, Bron esperó por la señal
del armador en la Sala de Armas. No obtuvo el dato hasta que
entraron en batalla, y tuvo sólo segundos para aplicarlo antes de
que los registros críticos se moviesen a cero. Cuando supo que ya
estaba concentrado, afinó su confirmación y permitió que las
computadoras se hicieran cargo del control de la batalla.
El blanco que era la nave alienígena
aparecía claro en las pantallas. Observó que los largos y delgados
tubos de los torpedos se deslizaban hacia el espacio situado en
frente de ellos, su lentitud más aparente que real. La tensión
aumentó entre los tripulantes de los Destructores al conocer las
modificaciones que se habían ordenado en las armas. Los misiles de
mesón difractado eran un tipo de fuerza destructiva que podían
entender, pero este nuevo método de guerra espacial era una técnica
que aún tenía que ser probada.
Mientras los torpedos volaban hacia sus
blancos, la visión de las imágenes se incrementó en las pantallas
para obtener un primer plano del área donde iba a tener lugar el
choque final.
Cuando se lanzaban cargas de mesón
difractado, el brillo de reacción sobrecargaba las pantallas, e
impedía cualquier visión del momento exacto del impacto. Pero
cuando llegó el choque de los torpedos modificados, no hubo
descarga de energía. Las pantallas permanecieron firmes. En su
lugar, el navío alienígena golpeado escupió locas espirales de
alguna clase desconocida de energía. Durante un momento de tensión,
la nave alienígena desarrolló arcos de fuego morado, como un
puercoespín surrealista. Estos discretos rayos de energía
aumentaron a proporciones de cola de pavo real, las que fácilmente
podrían haber envuelto a cualquier nave cercana. Entonces la
curiosa emanación se apagó y murió, dejando sólo un vacío
contaminado de iones señalando el lugar donde había estado la nave.
Casi la masa completa de la nave alienígena había sido convertida
por sus constructores en una descarga controlada de radiación: un
logro técnico fantástico, el propósito del cual había sido
desbaratado por el arma modificada por Bron.
Durante todo el episodio, el cloqueo de los
gansos se había suavizado. Esta vez no hubo estruendo al regreso;
sólo un continuo murmullo de desaliento y miedo.
Bron ordenó otra nave como blanco, para
retransmitir los detalles de la nueva técnica a varias naves
acompañantes. Sintió que de alguna forma los alienígenas podían
leer las consecuencias de su forma de decidir. La depresión en sus
voces le convenció de que el presente curso de acción iba a
inclinar la batalla a su favor.
Una segunda salida con éxito amplió su
convicción de que estaba en la línea de ganancias. Pronto otras dos
naves de la flota informaron con entusiasmo que el método
funcionaba. La promesa de poder atacar de nuevo con armas de largo
alcance puso a la flota de los Destructores en acción. Era para
este tipo de guerra espacial para el que las tripulaciones habían
sido entrenadas y las naves equipadas. Eran de nuevo los
Destructores en el sentido literal de la palabra.
Bron parpadeó cuando vio a los cientos de
cruceros peleando contra el enemigo. Sus naves de color bronce se
movían como luciérnagas, tejiendo lentas formas contra el telón de
fondo del vacío. Las oscuras naves alienígenas estaban solas para
mantener sus trayectorias. De pronto irrumpieron en reacciones
suicidas en cientos de diferentes formas de separación física.
Grandes extensiones de espacio se convirtieron por un momento en
soles o luces con largas colas de ionización. Algunas veces, estas
reacciones eran tan poderosas y numerosas que casi parecía como si
una nueva galaxia fuera a surgir al otro lado de la Vía
Láctea.
—¡Ananías! ¡Conecta, Ananías!
—A la escucha, Bron. Podemos verte. Parece
como si fuera una fiesta...
—Es como Navidad en Europa. Hemos
descubierto su talón de Aquiles. Sus naves no son susceptibles a
las reacciones de destrucción, pero se destruyen a sí mismas si son
sometidas al contacto físico. Nuestros misiles espaciales tienen
fusibles de proximidad, así que realmente nunca hacen contacto
físico antes de activarse. Lo que estamos haciendo es quitar los
fusibles de las cargas.
—Pero si sacas los fusibles, las cargas no
se activarán... —objetó Ananías.
—No necesitan activarse. Toda la flota
alienígena está en una carrera suicida. Todos sus malditos átomos
están programados para una destrucción catastrófica. Todo lo que
tienes que hacer es dispararles.
El espacio floreció delante del Skua con cientos de soles. Los iones dejaban
rastros de un millón de metros que brillaban como luces de neón,
testigos de un modo extravagante de destrucción. Rojo, violeta,
amarillo, miles de fuegos artificiales surgieron como flores en el
espacio. Las voces alienígenas eran ahora un continuo grito de
miedo, y se oían cada vez más débiles; eran como los miembros de un
coro que se ahogaba y se hundía poco a poco en una terrible piscina
de melaza.