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—¿QUÉ piensas sobre ello,
Bron?
—No estoy seguro, Jaycee. Podría ser un
juego muy elaborado, un truco para asegurarse la cooperación de
cualquier inteligencia que hubieran conseguido en alguna
incursión..., o puede ser que Cana dijera la verdad, y los
Destructores no lo hubieran hecho.
—Ananías no lo cree así. Actuó como un gato
escaldado cuando supo que aceptaste la invitación de Cana para
comprobar los datos de la bomba.
—No estoy seguro de si confío en Ananías más
que en Cana. ¿Grabáis todo lo que pasa por el transmisor de
unión?
—Está todo grabado en video para referencia
en el futuro. ¿Por qué?
—Dile a Doc que me gustaría que comprobara
las sesiones que he tenido con Ananías. Creo que no he obtenido las
respuestas correctas.
—¡Uh! A pesar de la amnesia, tu desconfianza
no muere. Si la estás tomando con Ananías, es mejor que te recuerde
que es un individuo peligroso.
—Parece que así soy yo, Jaycee. Y esta
misión sólo la veo de una forma, y no tengo nada que perder. ¿Lo
harás?
—Con placer. Me encantará encontrar algo que
haga sudar a ese bastardo.
—Entonces mantente a la escucha, porque hay
cosas sobre el general Ananías que empiezo a recordar.
Bron había abierto un panel de programación,
en una parte del complejo de computadoras al que se le dio acceso.
Le habían asignado dos programadores de los Destructores y un
técnico de guardia le proporcionaba sonido y visión. Todos le
suministraban con rapidez los servicios o datos que les pedía.
Confiando cada vez menos en la disminuida síntesis de Haltera y más
en su propio entrenamiento, determinó los vectores y derivó la
información a un programa standard de localización de fuentes de
armas en el espacio. La información disponible del anillo de las
naves de Cana, a través del que había pasado el objeto, añadía un
respaldo tridimensional al cálculo que normalmente faltaría, y
todas las otras naves respondían con rapidez a las
interrogantes.
—Cana no esperaría salirse con la suya,
Bron. Cualquier hombre conocedor de las computadoras y con acceso a
los datos que tú estás obteniendo debe de poder desmentir su
declaración.
—A menos que la computadora esté amañada.
Hay una gran parte de todo este complejo de computadoras a la que
no me puedo acercar. Pueden estar usándola para aplicar
correctivos, para que yo obtenga las respuestas que ellos me
quieran dar.
—Por eso estamos leyendo todo a través de
ti, Bron. Vamos a programar los mismos datos aquí, para que podamos
comparar las diferencias.
—¡Bien! Ya estoy acabando con el programa de
situación de la fuente, así que lo colocaré para procesar.
—Vamos a reescribir el programa para
adaptarlo a nuestro equipo. Tenemos todos los datos que
necesitamos, así que no estaremos muy atrasados en relación
contigo.
Bron llamó al técnico de los
Destructores.
—¿Cómo llevan la grabación de video?
—Está casi lista; si quiere venir a la sala
de proyecciones...
Bron echó una rápida ojeada sobre su propia
serie de números, luego los pasó a los programadores. En la sala de
proyecciones, el técnico le estaba esperando.
—He puesto en primer plano los últimos
doscientos cuadros antes de la explosión —dijo el técnico, con el
peculiar acento de los Destructores—. Le dará cuatro segundos de
aproximación antes del daño.
—Proyéctelo.
Bron se dejó caer en un asiento, frente a
las pantallas. El técnico de los Destructores le miró brevemente
con una ligera sonrisa, como si reconociera la competencia
profesional en la forma que Bron había organizado sus
preguntas.
—Todo puesto aquí en la pantalla grande,
señor Haltera.
—La forma de nombrarme es «Maestro» —dijo
Bron con severidad—. ¿Ha obtenido ya la fotografía de
reconocimiento de Ashur?
—Va a venir en el facsímil impreso. Tan
pronto como la revisión esté completa, imprimiremos las
diapositivas de proyección para el montaje.
—No quiero montaje. Quiero alternar la
imagen de la grabación con la proyección de reconocimiento.
—Ah, ya entiendo. Alternará dos imágenes en
la misma amplificación, así puede indicar la posición de contacto
en pocos cientos de metros.
—Para estar seguros, necesito localizarla
dentro del metro.
El técnico silbó.
—Eso no es posible, Maestro.
—Mejor llámeme Bron.
El técnico sonrió ampliamente.
—Ah, yo soy Camaj. Usted no es un amateur, Bron. Sabe lo que está haciendo. He
tratado algunas diapositivas en mi tiempo, pero estos primeros
planos nunca.
—¿Puede hacerlo?
—¿Fijarlo dentro de un metro, desde
trescientos millones de kilómetros? Debe estar bromeando.
—No estoy bromeando, Camaj. Necesito esa
precisión para estar seguro.
—Entonces lo haremos, si me dice cómo.
La pantalla se encendió con la grabación,
que duró cuatro segundos antes de que el artefacto detonara. La
repitieron muchas veces desde un primer plano. En esos últimos
fragmentos de la historia de Onaris, se enfocó la imagen de la
ciudad de Ashur, un simple plano de bloques marrones y grises;
irreconocibles como estaban, sólo tenían significado si se
comparaban con una panorámica más detallada. En el centro del campo
de visión estaba la forma negra del misil, retorciéndose antes de
su terrible reacción.
La escena fue reemplazada con una holografía
de reconocimiento de Ashur, tomada desde una nave en órbita
alrededor de Onaris, tiempo antes del cataclismo. Aquí los detalles
se veían con perfecta claridad, con edificios, vehículos e incluso
unas pequeñas motas fácilmente identificables como individuos. La
ampliación de la proyección fue ajustada a la grabación, y entonces
las dos imágenes se fueron alternando, tratando de encontrar las
líneas de coincidencia. La mitad de la grabación de reconocimiento
había sido recorrida antes de que los dos modelos mostraran alguna
similaridad punto por punto. Los microajustes finales de Bron
llevaron una media hora.
—Jaycee, ¿cuál era mi
posición exacta a las 16,1 horas antes de la explosión?
—Estabas encadenado en
la hornacina en la parte oeste de la iglesia de la Sagrada
Reliquia. El grupo de los Destructores iba a recogerte.
—¿Viste donde cayó la
bomba?
—Sí. En la parte oeste
de la iglesia, a la derecha de la nave central. En otras palabras,
fue muy cerca de esa hornacina.
—¡Correcto! Es demasiada coincidencia para
ser verdad. No me gustan las coincidencias que pueden medirse con
un aparato de alta precisión.
Levantó la vista y vio al técnico
observándole.
—¿Convencido, Camaj?
—Estoy convencido. He usado esta técnica ya,
aunque no con tal grado de precisión. ¿Será suficiente?
Bron asintió.
—Más que suficiente para poder seguir. ¿Cómo
demonios puede alguien proyectar una bomba desde fuera del espacio
con tal precisión?
El técnico se encogió de hombros.
—Usted es el Sincretista. Lo que yo me
pregunto es cómo atravesó la atmósfera sin quemarse. Después de
todo, no tiene morro...
—Jaycee, ¿oíste
eso?
—Sí, Bron. Hemos
recogido el mismo punto. No sólo notables armadores, sino también
notable arma. Debería haberse quemado a esa velocidad, pero no
había ninguna señal, ni siquiera de calentamiento.
—Todo me impulsa a
investigar de dónde viene.
Bron despidió al técnico y fue de nuevo a la
sección de computadoras. El panel ya había actualizado los
componentes de la dirección, y estaba trabajando en la comparación
con las listas de objetos espaciales que habían ocupado
trayectorias interceptando esas posiciones en puntos anteriores en
el tiempo. Una simple mirada a la escala de tiempo en la que ahora
buscaba una unión, detuvo el corazón de Bron durante un
minuto.
Cuando la impresión final salió, dobló el
papel con los números hacia dentro y sin mirarlos.
—Déjame ver las
respuestas, Bron —la voz de Ananías era severa en su
cabeza.
—No. Déjame oír los tuyos primero.
—No estoy preguntando.
Es una orden.
—Déjame en paz, Ananías.
—¡Tú,
maldito...!
La voz de Ananías de repente se cortó, y
siguieron los fragmentos de una conversación cuyo volumen era muy
bajo para que Bron pudiera descifrar algo. Finalmente la voz de
Jaycee surgió:
—Lamento esto, Bron. Ananías estaba abusando
de su autoridad. No creo que lo intente otra vez... no en esa
forma. Tal como lo vemos, tiene que haber una nave fuera, en el
vacío. No tiene sentido la situación de la fuente tensor, que
devuelve objetos espaciales conocidos en la trayectoria. La única
intercepción está localizada en Messier 31.
—¿La nebulosa espiral en Andrómeda?
—Al menos. El viajar a su velocidad,
calculada desde allí, le habría llevado alrededor de setecientos
millones de años, asi que creo que debemos desechar esa idea.
Bron desdobló el papel de las cifras.
—Esos números son iguales que los míos. El
computador de los Destructores no está amañado.
—Así que Cana tiene un transportador de
bombas lejos, en el vacío.
—Parece que alguien lo tiene. No estoy seguro de que sea
Cana.
—¿Qué quieres decir, Bron?
—Mi querida Jaycee, Cana envió a su
tripulación al Seminario porque Haltera debía ser sacado de allí.
Eso era una acción razonable, basada en una inteligencia mayor.
Pero cuando esa bomba fue lanzada, ni siquiera Cana podía saber con
exactitud dónde estaría Haltera en el Seminario, a una hora
específica. De hecho, los únicos que siempre supieron mi posición
exacta fueron Doc, Veeder, Ananías... y tú misma.