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—BRON, Ander está aquí.
—Ponle en línea, Jaycee. Tiene alrededor de
cinco minutos para ponerme al corriente de la teoría y práctica del
Caos.
—Ander al habla. Haré lo que pueda, aunque
sólo puedo darle un esquema...
—Le oigo, Ander. Eso tendrá que bastar.
¿Cuál es el concepto del Caos?
—En todo el universo, la causa y el efecto,
desde el átomo hasta el macrocosmos, no son simples incidentes
inconexos, sino que están relacionados por el principio de la
entropía.
—Puedo entender el concepto, pero ¿cómo
puedo usarlo?
—Ahora voy a eso. Es un principio
fundamental del universo que la entropía aumenta con el tiempo;
déjeme indicarle la importancia del factor tiempo. La única
excepción es cuando interviene alguna forma de inteligencia como el
hombre, que puede aumentar o disminuir localmente su nivel de
entropía por encima de la norma.
Un golpe en la puerta llamó la atención de
Bron. Deslizando su túnica hasta el suelo, fue hacia la puerta y la
abrió.
—Maestro Haltera, al académico Laaris le
gustaría que fuera usted a verle lo antes posible.
—Tan pronto como haya terminado mis
abluciones, estaré preparado. —Bron, libremente, amplió las débiles
sugerencias de la intolerancia de Haltera—. Dígale que iré
pronto.
Asegurando el cerrojo, volvió a su diálogo
anterior.
—Continúe, Ander. Hasta ahora he comprendido
sus palabras.
—Tiene que aprenderlas. Son importantes.
Todos los cálculos del Caos se hacen contra el tiempo, y puede
usarse para predecir el futuro o examinar los elementos del pasado
que han tenido un significado en el presente.
—Pero no veo cómo es posible determinar algo
por medio de las matemáticas.
—Imagínese un depósito de fluidos...
—Un sistema entrópico: moléculas en
movimiento desordenado.
—Exacto... Usted debería haber sido
científico, y no soldado. Bien, la presión del fluido es debida a
los choques desordenados de las moléculas entre sí y con las
paredes del depósito. En el fluido hipotético que nosotros llamamos
Caos, las moléculas son sustituidas por los acontecimientos, y
éstos se relacionan los unos con los otros del mismo modo que lo
hacen las moléculas.
—Siga, Ander. Todavía estoy con usted,
aunque se me acaba el tiempo —Bron encontró la ducha y la dejó
correr ruidosamente—. Daiquist vendrá a buscarme si no salgo
pronto. Me pregunto la causa de este pánico...
—Debo introducirle en esta parte con mucho
cuidado. Si no lo entiende, puede ser fatal. Supongamos que el
fluido en el depósito no tiene temperatura uniforme...
—Se mezclará por difusión. La energía del
sistema permanecerá igual, pero la entropía aumentará.
—Ha dado usted con una analogía exacta de la
condición del universo.
Hubo otra llamada en la puerta, más
insistente que la anterior. Esta vez Bron abrió completamente
desnudo, y chorreando agua en su camino. Era Daiquist, que parecía
enfadado, inflexible y desconfiado. Se apaciguó al ver que las
abluciones eran reales.
—Se está tomando mucho tiempo, Sincretista.
Lo necesitan en la Sala de Gráficos.
—El polvo de los Destructores es muy difícil
de quitar.
Bron le dio la espalda al coronel y anduvo
hacia la ducha con pasos majestuosos. Daiquist entró en la
habitación y permaneció de pie con impaciencia.
—Esperaré hasta que termine. Mejor dése
prisa; Laaris le necesita.
—Ander, debemos tener cuidado. Siga hablando
—dijo, sin pronunciar las
palabras.
—Si usted puede entender el próximo punto,
casi estamos ahí. En el depósito, ¿cuál sería el efecto de calentar
o enfriar pequeñas zonas de fluido?
—Es obvio que habrá
incrementos locales positivos y negativos de entropía —Bron
puso en marcha los secadores en su cabina.
—Y en nuestro fluido
del Caos, ¿cuál será la única causa de la analogía del Caos? Le he
dado una vez la respuesta.
—¿Quiere usted decir... la intervención por
medio de alguna forma de inteligencia, como el hombre?
—Precisamente, Bron.
Eso está muy bien. Los acontecimientos que se precipitan por una
intervención inteligente invariablemente llevan a alteraciones en
la entropía local, y esto se puede generalmente detectar por
análisis entrópico. Volviendo a nuestra analogía, esto corresponde
al enfriamiento o calentamiento local del fluido. Si ocurre en un
fluido real, puede ser detectado de diferentes formas de acuerdo
con el fenómeno y su intensidad; según la óptica, podemos ver un
cambio local en la difracción; podemos oír una explosión, o una
implosión de cavitación; y físicamente una onda de choque, o una
diferencia de presiones.
—¿Y en su teórico
fluido del Caos?
—Un efecto similar al de la onda de choque
esférica, alejándose de su punto de origen, continuamente creciendo
en diámetro y continuamente perdiendo intensidad. Se observan sólo
pequeñas ondas en los grandes flujos de entropía. A las entre-ondas
y a las interferencias de estos frentes de ondas entrópicas es a lo
que llamamos las leyes del Caos.
Daiquist recorría a pasos la habitación. Era
obvio que no estaba acostumbrado a ser desobedecido, y además
parecía angustiado. Bron se puso la ropa interior y la túnica, y
continuaba hablando con Ander sin pronunciar las palabras, para que
su atento antagonista no percibiera ninguna señal.
—Pero... ¿cómo
detectan las ondas?
—Ése es el menor de
los problemas. Si se posee un sistema de medición con la
sensibilidad suficiente para mostrar los incrementos positivos y
negativos de este cambio natural de entropía, es bastante sencillo
observar el paso de las ondas. Pero el análisis matemático de estas
ondas resultará harto más difícil.
Bron frunció el entrecejo. Su conversación
debía de acabar en segundos, y entonces necesitaría adoptar la pose
de un experto, aunque no se atrevía a prolongar más su estancia en
la cabina. Daiquist sacó su arma y le hizo un gesto a Bron para que
le precediera por el corredor. Bron necesitaba respuestas urgentes
a sus dudas.
—Quédese en línea,
Ander. Usted habló de causa y efecto. Puedo ver cómo se puede
situar el acontecimiento que fue la causa de algo, pero ¿cómo se
localiza el efecto?
—Uno es el inverso del
otro. No existe diferencia entre ellos, excepto la dirección en la
que se lea el tiempo. Los dos, causa y efecto, forman destellos
entrópicos detectables, los cuales se convierten en centros de
expansión de esferas de choque. Si usted analiza lo suficiente la
esfera para poder determinar el radio de su curvatura y su
intensidad, podrá situar la posición de la causa o su resultante en
el espaciotiempo, al extrapolarse a lo largo del eje geocéntrico.
Pero advierta esto: teniendo una causa y un efecto, esos dos
acontecimientos y sólo esos, tendrán ejes en coincidencia. Si usted
puede localizar uno, generalmente puede encontrar el
otro.
En la Sala de Gráficos, el travieso
académico Laaris había perdido su vivacidad bajo una nube de pesar.
Incluso sus técnicos, que anteriormente habían compartido su
interés en la llegada del sincretista, estaban ahora callados pero
muy atentos a sus paneles para advertir la entrada de Bron. En
lugar de encontrarse con un ambiente de interés académico, la
atmósfera estaba cargada de desconcierto y pánico.
—¡Haltera! —Laaris descansó al ver a Bron—.
Haltera, tiene que explicar esto... —cogió diez metros de cinta del
gráfico y la cortó de la computadora—. Nunca habíamos visto una
onda de Caos igual a ésta.
Bron cogió la cinta gráfica y la examinó.
Las líneas multicolores empezaban con lentas incursiones, suaves
ondas en una costa abstracta, parte de las eternas leyes del Caos.
Entonces un trazo rojo se escapó de sus compañeras, cruzó la escala
de logaritmos a casi infinito y se detuvo, en apariencia por la
incapacidad del instrumento para continuar. Por varios metros el
trazo errante luchó contra la detención. Entonces, con más poder
del que había usado para surgir, el trazo cayó a través del gráfico
y desapareció bajo el cero absoluto.
Alguien dijo «¡Santo Dios!» dentro de su
cabeza.
—¿Ve esto, Ander?
Necesito respuestas rápidas —subvocalizó.
—No tengo ninguna.
Necesito más información sobre las mediciones de la computadora
para estar seguro.
Laaris estaba sobre Bron, casi danzando por
la impaciencia de escuchar la sabia explicación. La síntesis de
Haltera permaneció muda.
—Académico Laaris, ¿podría primero definir
los parámetros de las mediciones de la computadora?
—¡Mediciones! ¡Mediciones! —el hombrecillo
casi saltaba con desespero—. No necesita las mediciones de la
computadora para contestar a eso.
—Usted olvida —dijo Bron Haltera fríamente—,
que me presentan la información con convencionalismos de los
Destructores, no míos.
—Pero siempre la
línea roja es su base de referencia —contestó Laaris—. Aquí está la
línea que representa a esta nave como punto de referencia. ¿Dónde
ha ido? ¿Dónde fue mi nave?
Ander dijo:
—Lo tengo,
Bron... —y empezó a derramar información dentro de su
cabeza.
Bron consideró la importancia de las
palabras mientras releía la última aparición de la línea roja,
trazo de la nave que pasó a una nada no detectada.
—No necesita que yo le diga tal cosa —le
dijo por último a Laaris—. Lo sabe tan bien como yo. Acabamos de
entrar en una esfera de choque con efecto de Caos, y continuamos
directamente desde el eje de coincidencia hasta el punto de
origen... que será la completa destrucción de esta nave.
Laaris le miró con agradecimiento.
—Usted también, Haltera, dice lo mismo que
yo. Pensé que estaba en un error..., porque no veo cómo es posible
que la misma nave sea el eje de
coincidencia, a menos que algo a bordo
sea también la causa de la destrucción...
—Es curioso que usted diga eso —dijo
Daiquist, cogiendo su pistola y mirando a Bron con mala intención—.
Porque ése fue el único punto del que nunca dudé.