Quaremead, Ugley, 25 de agosto, 1945
Conocimiento y reconocimiento del trabajo
Con el fin de estar bajo menos leyes nos ponemos deliberadamente bajo más leyes, es decir, bajo la Ley del Trabajo. Para estar bajo mejores influencias debemos ponernos bajo más influencias que no provienen de la vida, sino del Círculo Consciente de la Humanidad. Supongamos que un hombre nunca trabaja sobre sí. Supongamos que nunca intenta recordarse a sí mismo y aunque lo oyó decir repetidas veces —esto es, está enterado de esta idea del Trabajo— nunca ha llegado al punto de hacer algún esfuerzo por recordarse a sí mismo. Dicho hombre no hace ningún esfuerzo de Trabajo. O asimismo, supongamos que nunca se observa a sí mismo; nuevamente no hace ningún esfuerzo de Trabajo. En tal caso el Trabajo no tiene ninguna acción posible sobre él ni tampoco dicho hombre tiene internamente conexión alguna con el Trabajo. ¿Por qué no está conectado con el Trabajo? No realiza intento alguno de aplicar el Trabajo a sí mismo ni de entender su verdad en él mismo. Quizá nunca piense acerca de ello salvo de una manera ociosa o sarcástica. Ahora bien, mucho depende de cómo pensamos acerca de las ideas de este Trabajo. Es solo la parte más honda de nosotros la que puede cambiar y a no ser que pensemos el Trabajo desde esa parte más honda, éste sigue siendo algo externo a nosotros, algo que está fuera de nosotros. Un hombre puede conocer el Trabajo y no reconocerlo. O también, puede no reconocerlo para sí. Por cierto este profundo reconocimiento exige tiempo porque hay muchos «Yoes» en nosotros que no desean trabajar o que convierten el Trabajo en una mera cuestión de memoria, es decir, recuerdan las ideas formatoriamente pero no las sienten emocionalmente. Por esa razón el Trabajo dice que un hombre debe valorar las ideas y ello significa que debe sentirlas emocionalmente. Me lo habrán oído decir a menudo antes, pero nunca se lo repite bastante. El Trabajo no es algo de lo que se oye hablar de vez en cuando sino algo que ha de estar eventualmente siempre con uno, algo en lo cual se piensa más que en los intereses y problemas de la vida. Esto necesita tiempo. Como dije, es la manera en que pensamos las ideas del Trabajo lo que hace que establezcamos o no una profunda conexión con él. Desde luego, si no lo valoramos, no puede afectar nuestro pensamiento o cambiarlo. Las emociones, los afectos, establecen conexiones.
Lo que cuenta es nuestro pensamiento más interno —es decir, cómo pensamos en nuestra soledad— tras la fachada, porque allí surge todo lo que es esencial y desde allí puede crecer la Esencia, no desde nuestros pensamientos exteriores o pensamientos de vida. Es posible hablar muy bien del Trabajo y empero no reconocerlo profundamente, esto es, esencialmente. Como dijo una vez el Sr. Uspenskiï: «Tenemos que quitarnos muchos abrigos».
Cuando el Trabajo empieza a penetrar más profundamente en un hombre, produce un conflicto continuo, no un conflicto violento, agitado, sino un conflicto tranquilo, casi sin palabras. Halla que a cualquier lugar que vaya, y que cualquier cosa que haga, tiene la conciencia del Trabajo en él. Empieza a ver la vida a la luz del Trabajo. A este respecto se diferencia de las otras personas que viven sumergidas en las cosas del mundo. A veces ve más claramente y otras más oscuramente, pero percibe que algo progresa, en sus honduras, algo que, previamente, antes de que conociera el Trabajo, no existía. Desde luego, ya sabe muy bien que es inútil tratar de persuadirse de la verdad del Trabajo. No es cuestión de persuasión, sino de reconocimiento, y el reconocimiento viene percibiendo la verdad del Trabajo por medio de su aplicación a uno mismo. Cada una de las ideas del Trabajo empieza a expandirse en significados cada vez más amplios. En realidad se empieza a ver que el Trabajo es así sin que se ceda a él profundamente. Su Ser se resiste a su Conocimiento. No hace lo que sabe y así por regla general no sabe lo que hace. Y sin embargo en todo momento percibe que hay algo nuevo que siempre obra sobre él de una manera silenciosa, sin persuasión, sin compulsión. Así siente un calor constante, un dolor constante. El Trabajo está ahora en él. Un hombre que se encuentra en este estado es necesario que trabaje sobre sí mismo y que preste atención a cada una de las ideas del Trabajo y vea sus ramificaciones. Aprenderá que para él es particularmente necesario que intente recordarse a sí mismo, porque el acto de Recuerdo de Sí nos pone en contacto con influencias que de otro modo no nos llegarían. Pensar no es bastante. El Recuerdo de Sí es necesario y no es pensar. Además, no se deja ser negativo, porque esto estropea todo. Y finalmente, recuerda que hay tres líneas de Trabajo y que cuando no puede trabajar sobre una siempre puede trabajar sobre otra.
Añadiré una cosa que se dijo hace poco: es preciso aislarse uno mismo de las influencias de vida por medio de la no identificación con el fin de dejar lugar al sentimiento para el Trabajo. Si una persona no tiene lugar en sí misma para este Trabajo, ¿de qué manera éste puede influir sobre ella?