Birdlip, Pascua, 9 de abril, 1944
El Eneagrama X. —Comienzo del choque en el punto
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Observación y Separación de «Sí».
Luego de un intervalo retornaremos a la idea fundamental del Trabajo, a saber, que para cambiar es necesario observarse a sí mismo y notar a qué se asemeja uno en este mismo momento. ¿En qué parte de sí está un hombre en este mismo momento? Está en todos los rollos de los centros, establecidos por la determinada acción de la vida sobre dicho hombre. ¿Qué significa ello? Significa que desde la infancia aquel hombre ha establecido en él asociaciones peculiares que están representadas en sus centros y que obran mecánicamente. Aquí todo ha sido establecido en los centros de dicho hombre o mujer, es decir en los peculiares puntos de vista o maneras de tomar las cosas de los centros, que provienen de la madre, del padre, de la nodriza, de toda la gente que lo ha rodeado. Todos ustedes toman esta cosa preestablecida como si fuera ustedes mismos. Sin embargo, es tan solo un mero modelo de todos los posibles «nosotros mismos». Pero esto es muy difícil de aprehender. Todo el material asociativo que se depositó en los centros desde los primeros años de la vida hace de un hombre cierta clase o modelo de persona. Aquí me permitiré decir ¿acaso no es extraño que nadie se dé cuenta de que en cierto sentido es una persona petrificada, una clase particular de persona —una persona que siempre se comporta de una manera o de otra—? Es interesante porque cada persona tiene la idea de que es por entero libre y puede comportarse, hablar, obrar, comprender, etc. como mejor le plazca. Ésta es una ilusión. La Personalidad, construida desde Mamá, Papá, Nodriza, Escuela, etc. es muy poderosa. Siempre está obrando en lugar de uno. Sin embargo tenemos la visión, el sentimiento, la idea de que somos libres y de que nada nos predispone ni nos fija ni hace de nosotros máquinas. Dije que esto era una ilusión. Empero al mismo tiempo no es una ilusión, en el sentido de que es posible disolver la máquina de la personalidad y liberarse. Para ello es necesario pagar y pagar durante mucho tiempo. El Trabajo hace que este pago sea justo. Empieza con la Observación de Sí. ¿Qué significa la Observación de Sí? Significa observar lo que somos, cómo reaccionamos, qué es lo que nos hace negativos. El Trabajo nos enseña específicamente a observar ciertos aspectos de uno mismo sin espíritu crítico —esto es, sin que uno se justifique de una manera u otra—. Ver lo que se toma como uno mismo, la máquina de respuestas, la máquina de comportamiento, de pensamientos, de prejuicios, de sentimientos —ésta es la finalidad que persigue la observación de sí—. Estarán de acuerdo conmigo en que una persona no puede cambiar a menos que sea capaz de verse a sí misma. Pero la gente suele hacer las tentativas más fantásticas y más ineficaces para verse a sí misma. Por lo general creen que deberían fumar o comer menos o levantarse más temprano o trabajar más arduamente en el empleo que les permite ganarse el sustento. Ahora bien, este Trabajo no se inicia con una cosa semejante. Tiene su punto de partida en el campo psicológico. Es preciso observar primero ese aspecto. Allí es donde está lo que se acepta como uno. Primero es preciso que se produzca el cambio en la mente, en la forma de considerarse a sí mismo, en el sentimiento mismo de sí. Como es sabido, todo hombre está identificado consigo mismo, toda mujer consigo misma. Y esperan partir de sí mismos tales como son. El Trabajo estriba en hacer este «usted mismo» —este «sí mismo»— más pasivo. ¿Quién es usted? ¿Qué es usted? Es esa cosa prefabricada que no le sirve para nada o que de poco le sirve. Pero es un esclavo de esa cosa a la que da por supuesta —ese «usted mismo»—, ese «sí mismo». El Trabajo radica en cambiar esa base sobre la cual se descansa, esa ciega aceptación, esa cosa en sí mismo a la que nunca se discutió y que de ese modo no se ha visto. La vida ha establecido en nosotros, especialmente por nuestra imitación, miles de actitudes, de topes, de imágenes, de discos de gramófono, en suma, miles de modelos asociativos. Nos sentimos incómodos si no los seguimos. Es nuestra propia edición. El Trabajo trata de poner fin a esa identificación consigo mismo formada por la acción de la vida y que descansa en la personalidad establecida. Por cierto es una cuestión muy difícil y que no está al alcance de los imbéciles. Orientarse de una manera nueva no es cosa fácil. Es preciso llegar hasta más abajo de «sí mismo». El Trabajo no puede hacer nada por nosotros si se comienza desde «sí mismo» —o «usted mismo»— esto es, desde la personalidad. Y son muchos los que se equivocan y no pueden comprender el significado del Trabajo. Todos tienen un sentimiento sagrado acerca de sí mismos, tales como son. Pero está en el lugar equivocado —en la Personalidad. La personalidad, por sí misma, no es una cosa sagrada. Los más profundos sentimientos de sí poseen siempre la milagrosa cualidad de lo sacro de otorgar felicidad. Pero tomamos esa cosa, «uno mismo», como si fuera sagrada— y de este modo el sentimiento está en el lugar equivocado —esto es, en la autoestimación, en el sentimiento de que tenemos razón, en el precioso pasado, en la educación. Es necesario remover ese sentimiento, ir más allá de él, renovarlo. Adjudicarse a sí mismo la idea de algo tan profundo y tan pleno de significación como denota la palabra «sagrado», es cometer un crimen contra sí mismo.
Quizás algunos de ustedes recuerden que en las leyendas del Santo Grial, el joven caballero que parte para encontrar la escuela o castillo místico, no debe obedecer a su madre. Esto se puede interpretar en una forma muy grosera. ¿Pero qué significa en realidad? La madre es la fuente de nuestras acciones y sentimientos y pensamientos. Es preciso desobedecer a la personalidad. En este Trabajo, ¿qué es lo que debemos observar? Las cosas que damos por supuestas y a las cuales decimos todo el día «Yo». Pero no es «Yo». No es el «Yo» real. Son muchos «Yoes» adquiridos. Es una máquina de «Yoes» adquiridos. Se ata uno estrechamente a ella. Se le obedece en todos los puntos. Dice algo y cree que lo dice. Hace algo y cree que lo hace. Siente algo y cree que lo siente. Es un modelo que se halla en las amplias zonas asociativas o silenciosas del cerebro. Es su modelo, es lo que ha registrado, sus tentativas de dar forma a sí mismo. Es un pequeño instrumento de conexiones eléctricas, entre miles de millones, debido a las cuales uno siempre se pone en comunicación con los mismos lugares y obtiene los mismos números. Es una máquina en cada uno. Dijo G. una vez, «¿es posible hacer que las impresiones sean recibidas por nuevos lugares en los centros? Ésta es mi tarea». Al comienzo obligó a la gente a hacer nuevos movimientos. Y también a hacer cosas a las cuales no estaban acostumbradas. «La verdad», dijo, «es que todo se hace mecánico al cabo de un tiempo. Cómo es posible hacer que las cosas sean nuevas. Todo se vuelve mecánico…». ¿Qué creen ustedes? ¿Han tomado este día de un modo completamente mecánico? ¿Han considerado sus problemas domésticos como lo hacen siempre, o han intentado transformarlo todo tomando las cosas de una manera nueva? Esto es difícil, pero posible. Éste es el objeto supremo del Trabajo —librarse de la manera mecánica adquirida de tomar todo con arreglo a un modelo, a una serie de asociaciones, a una idea de lo que es justo o injusto—.
El sujeto del Trabajo es uno mismo. Uno y uno mismo no son la misma cosa pero se toman como si lo fueran. La gente se identifica consigo misma. Se identifica uno consigo mismo y de este modo el sí mismo llega a ser uno mismo. No obstante, uno es mucho más viejo que sí mismo. Pero puesto que no nos conocemos a nosotros mismos, ignoramos que haya algo diferente en nosotros fuera de nosotros mismos y el sí exterior llega a fusionarse con el sí interior y no hay separación. La observación de sí da comienzo a una separación. Empieza por escindir a uno mismo del sí. Pero al principio este «sí» es meramente el «Yo» observante. Sin embargo desde el «Yo» observante surge el Mayordomo Delegado, que lleva al Mayordomo, el que a su vez da entrada al «Yo» real. Esto es el sí. Y este sí es inalcanzable mientras se siga uno tomando como sí mismo. Dejar tras de sí a uno mismo no es en modo alguno lo que cree la gente. Cuando las personas creen que dejan tras de sí a ellas mismas con frecuencia lo que hacen es identificarse más. El Trabajo nos enseña muchas cosas interesantes sobre lo que se debe observar y lo que se debe dejar tras de sí. Sin embargo, las gentes tienden a pensar que ya lo saben y se crean problemas por ejemplo con la comida o el cigarrillo, o se niegan ropa decente o un viaje en ómnibus cuando no tienen necesidad alguna de proceder de este modo. Es preciso observar dichos «Yoes» y separarse de ellos. Llegan a constituir un poderoso sistema tiránico que domina a una persona. Tienen su origen en las primeras asociaciones. Una persona puede ser la esclava de ellos a todo lo largo de su vida. Es una esclavitud tenebrosa que no conduce a ninguna parte. Ahora bien, con la observación de sí se comienza a notar dónde y a qué se está atado. Esto concuerda con el sentimiento del Trabajo, porque el Trabajo nos hace ver la vida y su acción sobre nosotros. El Trabajo es contrario a la vida. La vida ha creado «Yoes» que trafican con nosotros y hasta llegan a devorarnos. Estos «Yoes» son de toda clase. Supongamos que se permite a las influencias del Trabajo barrer con todo y expulsar a aquellos «Yoes»; probablemente nos sorprendería mucho ver lo que el Trabajo desechó por inútil.
El primer paso que es preciso dar en el Trabajo es liberarse de sí mismo. El Trabajo no añade nada a uno mismo quitándolo de sí mismo, y solo busca eliminar lo que es inútil para el propio desarrollo.