Birdlip, 17 de marzo, 1945
Comentario sobre las emociones negativas

Cuando se leyó aquí la última disertación sobre «La diferencia que hay entre el objeto y el pensamiento del objeto», se hizo la siguiente pregunta: «¿Es provechoso tratar de no expresar la antipatía que se siente por una persona aun cuando se tenga antipatía hacia ella en nuestros pensamientos?».

Creo que sería provechoso hablar sobre este particular una vez más. Pero ante todo es preciso volver a examinar de qué trata el Trabajo y qué estamos intentando hacer en el Trabajo. Es inútil obrar sobre una frase del Trabajo a no ser que se entienda cuál es su sentido. Por ejemplo, ¿por qué no habría de expresar mis emociones negativas libremente? En la vida ésta es una conducta legítima, pero en el Trabajo no lo es. Si está bajo la vida, con sus reducidas posibilidades de desarrollo, donde, por así decirlo, los dados están cargados contra usted en lo que respecta a su desarrollo interior, no hay razón ninguna para que no reaccione mecánicamente a todo de acuerdo con su nivel de ser. Pero si entra en el Trabajo se pone bajo otro orden de cosas completamente diferente. Tiene otras responsabilidades y no puede comportarse como le gusta. Cuando este momento sobreviene, cuando llega a concebir el significado del Trabajo, ya no podrá hacer las cosas como le gustaba hacerlas desde su voluntad de sí o terquedad. Esto quiere decir que ya no podrá reaccionar mecánicamente como siempre lo hizo. Se siente responsable de otro sistema de conducta, al cual debe obedecer. De otro modo el Trabajo no producirá ningún efecto sobre usted. ¿Cómo pueden las ideas del Trabajo producir algún efecto sobre usted si sigue comportándose como siempre lo hizo, lo cual significa que reacciona mecánicamente? El objeto que el Trabajo tiene en vista es cambiar esta mecanicidad. Cuando se tiene un objeto en el Trabajo al principio se sentirá incómodo si se comporta mecánicamente. Esta continua reacción a todos los eventos, a toda la gente, en suma a todo, le disgusta, y cuando esto ocurre en usted, es que está pasando a estar bajo las leyes del Trabajo. Comprende que ya no puede vivir más como lo hacía antes. Se da cuenta de que es preciso que usted mismo se ocupe del asunto. ¿Qué tiene que hacer? Empeñarse en hacer lo que el Trabajo le enseña. Ésta es una experiencia extraordinaria: no solo debe comportarse de una manera diferente sino que debe pensar y sentir diferentemente. Es preciso recordar aquí que todo hombre o toda mujer cree que se comporta correctamente. Se necesita bastante tiempo para darse cuenta que uno no se comporta rectamente y de que nunca lo ha hecho, esto es, que nuestra manera ordinaria de comportarnos interna y externamente no es lo que el Trabajo desea. Y así se llega gradualmente al decisivo instante en que se comprende que lo que el Trabajo siempre enseñó se aplica a uno mismo y a la manera en que uno se comporta y piensa y siente. Tal vez pasen años antes de que llegue ese instante de realización. Se puede hablar sobre el Trabajo, se puede interesarse por el Trabajo y en cierto sentido sentir que se está en el Trabajo y empero no advertir que no se vive el Trabajo en la vida cotidiana. Son muchas las razones y de peso por las cuales el momento de comprensión no es alcanzado en poco tiempo. Una de ellas es que a nadie le está permitido comprender el Trabajo a menos de estar pronto para comprenderlo. Pero cuando las ideas del Trabajo se hacen emocionales y se relacionan con usted mismo y todo cuanto ha observado en sí mismo, entonces quizá tenga un instante de comprensión de cuanto significa el Trabajo en la práctica.

Ahora bien, usted sabe que el Trabajo dice generalmente que no debemos expresar nuestras emociones negativas y que cuanto más las expresamos, más se alimentan de nosotros y son sustentadas por nosotros. Supongamos que una persona oye simplemente esta observación y la repite a otras gentes sin darse cuenta de lo que significa y sin ver la conexión que tiene con las ideas de Trabajo. Creo a esta cuestión tan interesante que me tomaré el tiempo necesario para explicar su significado. Separando esta afirmación del Trabajo de todo el contexto, imaginemos que no es otra cosa que una especie de mandamiento al que nos dicen de obedecer. Ideemos este mandamiento y llamémoslo el undécimo mandamiento. Creo que el undécimo mandamiento ya fue inventado: «No serás descubierto», por eso decimos que tomaremos el mandamiento: «No serás negativo», como el duodécimo mandamiento. El Trabajo dice que no debemos ser negativos y que no debemos expresar nuestras emociones negativas. Ahora bien, una persona que sigue este mandamiento, por así decirlo, literalmente, una persona que se jacta de obedecerlo —lo que desde luego no hace— no es sino una insensata. Toma el Trabajo en un nivel muy externo. Quizá no exprese sus emociones negativas en público, pero las expresa en privado, ya sea al círculo privado de lo que cree son sus amigos, ya sea en sus pensamientos a solas. Pensará entonces que la idea de no expresar las emociones negativas consiste en obedecer un mandamiento externo. Tratemos de comprender por qué el Trabajo enseña que las emociones negativas han de ser gradualmente eliminadas. El Trabajo dice que mientras gocemos sobre todo de las emociones negativas estamos separados de todo contacto con los Centros Superiores. Les aseguro que en cierta etapa del Trabajo basta un solo instante, de entrega a las emociones negativas hacia los otros para destruir toda nuestra fuerza y hasta destruir por el momento todo lo que uno se proponía en el sentido de Trabajo. Las emociones negativas nos alejan de toda posibilidad de ayuda. Como se dijo una vez, llegar a ser completamente negativo se asemeja a una explosión en un delicado laboratorio químico debido a la cual todo lo que se crea gradualmente es destruido. Supongo que ya algunos saben que es preciso evitar a toda costa las reacciones mecánicas que producen emociones negativas, los juicios sobre las otras personas y la vanidad de sí mismo, y esto debe ser atenuado y alejado para poder conservar la salud interior psicológica.

Ahora bien, cuando uno percibe que no puede permitirse el lujo de ser negativo ya no será cuestión de obedecer un mandamiento sobre este particular sino de profunda comprensión. Entonces la vida será en verdad su maestra. Ya no pensará más en obedecer algunas reglas externas, algunos mandamientos, pero verá la razón por la cual lo hace. Y entonces vacilará en sumergirse en la ciénaga de los estados negativos, ya sea que los exprese externamente o no.

Citemos otra vez la pregunta con la cual iniciamos este comentario: «¿Es provechoso tratar de no expresar la antipatía que se siente por una persona aun cuando se tenga antipatía a esa persona en nuestros pensamientos?». Aquí, en esta pregunta, el centro de gravedad está en la palabra «provechoso». ¿En qué sentido es provechoso no expresar nuestras emociones externamente? La respuesta es que si se las expresa mecánicamente tienden a aumentar y formar un hábito, es decir, un hábito de emociones negativas. Desde el punto de vista de las ideas del Trabajo y de lo que nos proponemos, esto evidentemente puede interferir nuestra posibilidad de alcanzar un nuevo nivel de ser. En cuanto a la otra parte de la pregunta que se refiere a tener antipatía a una persona en nuestros pensamientos, será la misma cosa si seguimos siendo negativos hacia las otras gentes, aun cuando obedezcamos el mandamiento de no expresar esos sentimientos negativos. De hecho, tal vez convenga mejor expresarlos. Pensar negativamente acerca de los otros es lo mismo que comportarse negativamente. Tener un enorme número de pensamientos negativos sobre los otros y no mostrarlos externamente es una cosa conveniente a condición de saber que nuestra tarea estriba en cambiar esos pensamientos negativos por las buenas o por las malas. Y esto, desde luego, es completamente imposible si se da por supuesto, si cree tener siempre razón. Si por una larga observación de sí ha llegado a percibir un sinnúmero de cosas desagradables en sí mismo, estará entonces en una posición que le permitirá neutralizar sus pensamientos negativos sobre los otros viendo las mismas cosas en sí mismo y poniéndose así en la posición de las otras personas. En este momento en que escribo estas cosas advertí que soy muy negativo hacia cierta persona, pero poniéndome en la posición de dicha persona y viendo también lo que esta persona debe pensar de mi comprendí que era posible liberarse completamente de los pensamientos negativos acerca de esa persona salvo cuando caigo dormido en mí mismo y permito que mis pensamientos negativos mecánicos pasen por mi mente sin que nadie los detenga. A este respecto es interesante notar cómo se puede ser negativo con una persona —cuando se está dormido— y cómo toda la situación cambia cuando se está despierto. Creo que ésta es una de las primeras cosas que entendemos cuando nos turnamos entre la vida y el Trabajo. Cuando estamos en la vida las cosas aparecen de cierta manera y cuando estamos en el sentido del Trabajo las cosas tienen un aspecto muy diferente, a tal punto que a veces nos cuesta imaginar que nos hemos comportado o hemos hablado o sentido como lo hicimos. La explicación es muy sencilla: estábamos dormidos. Ahora bien, ésta es una experiencia necesaria y de hecho nos presenta todo el método práctico del trabajo sobre sí. Las gentes que se imaginan que, por haber estado en contacto con el Trabajo por poco tiempo, podrán comportarse en el futuro mejor, son imbéciles. Solo aprendemos a caminar cayéndonos. Todos tenemos momentos en que somos más conscientes y momentos en que somos más mecánicos, pero solo es posible aprender mediante el contraste. Que nadie se imagine en el Trabajo que ha llegado a una etapa en la que ya no puede ser más negativo. De hecho, el Trabajo nos hace conocer toda la técnica para tratar los estados negativos, ya sea que se los exprese de viva voz, ya sea que se los sienta. Y aquí tenemos un país muy accidentado que es preciso recorrer confiando en la posibilidad de alcanzar otro estado de nosotros mismos. Pero ese país accidentado no puede ser atravesado por alguien que imagina que le será concedido un pronto y feliz éxito a sus intentos. La fuente de las emociones negativas es muy honda en todos nosotros y hay algunos lugares muy dolorosos en nosotros que sin ayuda es imposible evitar. Por esta razón es preciso tener el sentido de lo que el Trabajo enseña y por qué enseña lo que enseña. Sé que cuando estoy en un estado negativo, ya sea que lo exprese o no, todo anda mal y estoy separado de mis mejores pensamientos y emociones. Ya no obedezco más la enseñanza del Trabajo sobre las emociones negativas como si fuera un mandamiento. Sé muy bien por qué esta importante enseñanza sobre las emociones negativas es impartida por el Trabajo, y que no es un mandamiento externo sino una de las cosas más profundas respecto a alcanzar un mejor orden de sentimientos y comprensión. La satisfacción de ser negativo, aun con buenas razones, ya no me hace feliz. Sé muy bien que si soy negativo pasado cierto punto dejaré de ser feliz interiormente y perderé mi tranquilidad de ánimo, que es la meta a la que apunto. Sé que es inútil que mi felicidad dependa de las otras gentes o de los eventos externos. Sé que la fuente de mi comprensión del Trabajo no está tan solo en las condiciones externas y que experimenté más de una vez ese momento de comprensión que uno de los escritores místicos ingleses, Thomas Hamblin, describió en un momento de Recuerdo de Sí, cuando sintió que había alcanzado realmente su ser más recóndito: «Cuesta creer hasta qué punto estaba alejado de todo cambio y preocupación por las cosas exteriores». Esto significa ser pasivo hacia la vida.

A este respecto recuerdo que una vez O. dijo en una charla particular a unas pocas personas, que es preciso ser pasivo hacia todo lo que nos sucede, sea cual fuere el evento, y que ésta era una de las cosas más difíciles porque si se lo tomaba de una manera no acertada podía llevarnos en una dirección equivocada. No hacer nada es inútil. O. dijo que era la cosa más difícil de comprender. No tenía nada que ver con el Quietismo. Dijo que la frase de Trabajo «darse cuenta de que las otras gentes son máquinas» se acercaba a esta idea pero era imposible apreciarla en todo su valor a no ser que hubiéramos visto primeramente que éramos máquinas. Ahora bien, casi siempre somos negativos con las otras personas porque las tomamos como seres conscientes que hacen las cosas conscientemente, y asimismo creemos ser conscientes y hacer todas las cosas con un propósito consciente. Nadie es capaz de alcanzar ese punto de vista, y no hay que tratar de hacerlo artificialmente. Nada es más fácil que contemplar a las otras gentes como máquinas, dejándose a sí mismo fuera; nada es más fácil que ver que otra persona es un imbécil, dejándose a sí mismo fuera. Si puede verse a sí mismo como un imbécil y ver la imbecilidad en las otras personas sin criticarlas, puede alcanzar ese punto pasivo que está entre la oscilación del péndulo, el punto del cual proviene la verdadera comprensión. Es por eso que en el Trabajo todos deben trabajar sobre sí, en especial cuando expresan emociones negativas o piensan acerca de los otros negativamente. Así como es capaz de ver su propia imbecilidad sin ser negativo, podrá ver la imbecilidad de los otros sin ser negativo. Puede ver a qué se asemeja una cosa, a qué se asemeja usted mismo, sin que intervengan las emociones negativas. Estará de acuerdo conmigo en que cuando es negativo con otra persona, ¿acaso se debe al sentimiento de superioridad o a la falta de comprensión de las condiciones en que está la otra persona? Pero sea cual fuere nuestro pensamiento acerca de esta importante cuestión, sigue en pie el hecho de que las emociones negativas son inútiles y no nos llevan a ningún lugar excepto al infierno y por último a la violencia y que una de las grandes enseñanzas del Trabajo radica en que debemos librarnos de los estados negativos tanto en los que nos concierne como en lo que concierne a las otras gentes. Y aquí le recordaré que el mayor riesgo que puede correr es que los «Yoes» más negativos en su persona, aquéllos que suelen expresarse franca u ocultamente en sus pensamientos sobre las otras personas, esos «Yoes» negativos que ha nutrido puedan volverse en contra de sí mismo. Todos los «Yoes» negativos que atacan a los otros están en nosotros, y cuando intentamos elevar nuestro nivel por medio del trabajo interior tendremos que hacer frente a todos, uno tras otro, porque se volverán contra nosotros con la misma ferocidad con que lo hacen contra las otras gentes.

Ahora agregaré aquí una cosa: la gente cree que no tiene «Yoes» negativos. Se forjan una imagen de sí mismos en la que son tolerantes. No ven lo que pasa en el trasfondo. Recuerden que el Centro Emocional nunca tendría que tener una parte negativa porque nace desprovisto de ella, y que todas las emociones negativas son adquiridas de nuestros padres, de nuestros maestros y de todos aquéllos que nos educaron. Recuerden, también, que mientras la parte negativa del Centro Emocional es activa en nosotros, no se puede producir conexión ninguna o una conexión muy débil con el Centro Emocional Superior. El objeto del Trabajo es el de purificar los centros ordinarios para que puedan recibir las influencias de los Centros Superiores. Primeramente es preciso cambiar el Centro Mental y pensar de una manera nueva y luego cambiar el Centro Emocional y sentir de una manera nueva los unos acerca de los otros. Ésta es la tarea que establece el Trabajo hablando claramente y es tiempo perdido tratar de comprenderla a menos de sentir que hay la posibilidad de alcanzar un nivel superior.

Ahora bien, en lo que respecta a la enseñanza del Trabajo de que si se deja de expresar las emociones negativas su número disminuye, esto dio origen a muchas discusiones. Fue enseñado al comienzo del Trabajo, antes que se dijera palabra alguna acerca de pensar negativamente de las otras personas. Algunas personas opinaron que convendría pelearse y luego dar por terminada la cuestión, y que después de expresar sus emociones negativas se sentían mejor. Dejo abierto el debate. Tan solo diré lo siguiente; hay una manera de expresar conscientemente las emociones negativas que es muy diferente de expresarlas mecánicamente. Estoy convencido de que expresar las emociones negativas mecánicamente solo conduce a una situación peor, pero momentáneamente se siente uno aliviado. Es preciso recordar que esas emociones negativas al ser expresadas van hacia la gente y excitan en respuesta sus emociones negativas y vuelven eventualmente a quien primero las expresó. Es preciso ocuparse de las emociones negativas y ser responsables de ellas. Es aquí donde aparece el trabajo sobre el propio pensamiento negativo acerca de una persona. Algunas personas no dicen nada o dicen pocas cosas externamente, pero sienten gran cantidad de cosas internamente y hasta se complacen en registrar la causa de nuevas emociones negativas aun cuando permanecen tranquilas exteriormente. En este caso no hay una verdadera conciencia contra los estados negativos. Hay una mala situación interna y una mente muy sucia de la que gozan secretamente. Aquí interviene la detenida y sincera observación que es tan necesaria en el Trabajo, y la visión de los propios y desagradables «Yoes» que proyectamos hacia otras personas. Recuerde que tenemos derecho a no ser negativos y que esto es muy diferente de que nos digan que no tenemos derecho a ser negativos. Obsérvese a mismo desde el punto de vista de sus estados negativos; sea sincero y admita que está en un estado negativo; luego dígase a sí mismo: «Tengo derecho a no ser negativo». Aquí toda su comprensión del Trabajo vendrá en su ayuda y tal vez todo el estado negativo desaparecerá en seguida. Éste es el momento del Recuerdo de Sí porque en todo Recuerdo de Sí nos ponemos bajo las influencias del Trabajo, que provienen de los Centros Superiores en donde no existen los estados negativos.

Nota:

Después de haber leído este comentario el Dr. Nicoll dijo que había una cuestión interesante:

«¿No sería provechoso tratar de actuar exteriormente como si nos gustara una persona mientras que interiormente no nos gusta?». El Dr. Nicoll dijo que sería maravilloso si se pudiera actuar, pero que solo las gentes conscientes pueden actuar porque actuar es obrar en el sentido del Trabajo. Lo que llamamos actuar es algo que se desbarata en seguida porque actuamos desde el amor de sí —es decir, desde alguna imagen de nosotros mismos—. Dijo, por ejemplo, que se resuelve actuar agradablemente hacia otra persona y se entra en una habitación diciendo con mucha cortesía: «¿No le gustaría tomar una taza de té?», y dicha persona contesta que nunca toma té, y uno se siente ofendido y trastornado y se dice a sí mismo: «Pues bien, hice todo lo que pude». Ésta es la única clase de acción que es posible en nuestro nivel. No hay nada de genuino en ello y es una fuente de nuevas y más vigorosas emociones negativas. Pero si a través de la consideración externa uno se preocupa sinceramente por otra persona, tal vez su acción derive de una fuente más profunda. Se puede siempre poner a prueba la llamada acción advirtiendo el punto en que uno se siente ofendido. Entonces se ve la diferencia entre la acción desde la consideración interna y la acción desde la consideración externa. O. dijo: «Solo un hombre consciente puede actuar». Esto quiere decir que solo desde el ser real, el «Yo» real, una persona puede actuar en un sentido real, es decir, más allá de sí misma, más allá de la Personalidad.

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Uspenskii Libro 2
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