Birdlip, 29 de julio, 1944
Comentario sobre la voluntad II
Proseguiremos comentando lo que es la Voluntad desde el punto de vista del Trabajo. Será necesario hacer una somera recapitulación. Tenemos al presente, según nos enseña el Trabajo, solo las diversas voluntades de muchos «Yoes» diferentes. No tenemos una Voluntad Real, ni permanente, ni firme. Ante todo, cada «Yo» hace uso de nosotros momentáneamente y así cada «Yo» habla por teléfono —es decir, a través de nuestra boca— y dice toda clase de cosas y se llama a sí mismo «Yo». Si se duda, si se vacila, lo que habla es la resultante de las varias voluntades de los diferentes «Yoes». Esta resultante es la que decide. Es llamada Voluntad pero no es la Voluntad Real. Es una componenda entre muchas voces diferentes, como un Parlamento (que significa un lugar donde se parlamenta). El voto final es la resultante de muchos partidos diferentes, de muchas voluntades y deseos diferentes. Éste es el estado de lo que llamamos nuestra voluntad. Pero la Voluntad Real no puede ser una resultante, porque la Voluntad en su sentido cabal es Ama y está por encima de los deseos de vida y de todos los «Yoes» de vida.
En una oportunidad G. nos estaba hablando sobre el propósito. Preguntó a la gente que lo rodeaba cuál era su propósito. Las personas que estaban presentes dijeron diferentes cosas, tales como el deseo de ser siempre feliz o de hacer el bien a los otros y así sucesivamente. Alguien dijo:
«Quiero ser dueño de mí mismo». G., dijo que éste era un verdadero propósito. «Esto», dijo en pocas palabras, «es lo que busca el Trabajo. Se lo puedo enseñar si tiene suficiente voluntad como para hacer frente a todas las dificultades que es preciso vencer para lograrlo. La Voluntad Real es posible porque existe en el Hombre. Es el Amo. Pero el Hombre está separado de ella».
Amo «Yo» Real - Voluntad Real
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Mayordomo
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Mayordomo-Delegado
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Los muchos «Yoes» de la personalidad
Ahora bien, ya saben que el Amo no puede venir a menos que el Caballo, el Carruaje y el Cochero se encuentren en un estado y una relación apropiados. El Cochero debe salir de la taberna y eventualmente subir a la cabina. Éste es el primer paso. Reflexionemos una vez más sobre este primer paso. El Trabajo enseña que es imposible que el Amo venga —esto es, el «Yo» real— a no ser que se cumplan ciertas condiciones. La primera es que el Cochero, que despilfarra su dinero en la taberna —es decir, en sueños e ilusiones e imágenes de sí, e imaginando especialmente que es dueño de sí— despierte y empiece a verse tal como es en realidad. Este choque exige una fuerza especial. Quiero decir que la gente puede formar parte de este Trabajo y sin embargo permanecer años en la taberna soñando y pretendiendo que está trabajando. Añaden meramente al Trabajo, como un adorno más, sus propios sueños. Empero, no se puede hacer uso del Trabajo de este modo por mucho tiempo. En el pleno acrecentamiento de la Personalidad, es muy posible imaginarse que se puede alardear de un nuevo adorno o hacer uso del Trabajo de una manera u otra. El Trabajo, sin embargo, es muy antiguo y conoce perfectamente cuanto le atañe, y no hay posibilidad de que nadie lo engañe. Pero para comprenderlo, es necesario admitir que existe algo superior a uno mismo. El Trabajo proviene de lo que es superior. Si una persona no tiene una relación interior con el Trabajo y no puede verlo, sentirlo o experimentarlo en sí misma como el comienzo de la Conciencia Real —esto es, la Conciencia de Trabajo— entonces, naturalmente, cabe la posibilidad de que se establezca un contacto equivocado. Ésta es una situación siempre peligrosa si la fuerza del Trabajo es eliminada. Las cosas pueden derrumbarse de golpe, al estar fundadas en las arenas de la Falsa Personalidad. Lo digo ahora porque constituye el tema de estos comentarios. La Voluntad Real —es decir, el Amo— proviene de lo alto, no de la vida y su nivel de intereses. Si una persona no tiene en si lo alto, en su pensamiento y perspectivas, no tiene probabilidad alguna de tocar la Conciencia Real o el «Yo» real. Comprenderán por qué esta cuestión interesó tanto a G.: «Deseo ser dueño de mí mismo». Ser dueño de sí, según la enseñanza del Trabajo, significa que se tiene al Amo en sí mismo, y esto es solo posible si el Cochero, el Caballo y el Carruaje están en condiciones correctas. Luego —tal como lo dice el Trabajo— el Cochero, sentado en la caja, con las riendas en las manos y los arneses bien colocados puede, echando una mirada a su alrededor, encontrar al Amo sentado en el carruaje. Pero es preciso, como lo oí una vez, dirigir el carruaje de la manera que parezca más conveniente. Se debe empezar a dirigir el carruaje antes de que haya recibido órdenes del Amo. Veamos de dónde proviene el Amo —es decir, el «Yo» real— que nos falta a todos, y al que seguimos inventando de tantas maneras insatisfactorias. Si se conociera en realidad, si se sintiera en realidad, si se supiera realmente a dónde ir —¿no sería acaso maravilloso? El «Yo» real desciende de lo alto, tal como lo muestra el diagrama. Por eso se ha dicho que si no tiene ninguna idea acerca de algo que esté por encima de sí mismo, le será imposible llegar a su realidad y significado— esto es, al «Yo» real. Será siempre una imagen inventada. Dentro de sí, se sentirá inquieto. Si tiene una fachada bien presentada, gastará mucho dinero para pintarla y refaccionarla una y otra vez, por así decirlo, y saldrá todos los días a la vida tan aseado como le sea posible, pero interiormente estará completamente vacío. El Trabajo no se ocupa de estas cosas. Se ocupa de hallar dónde está un hombre y qué es. Se ocupa de desenvolver conexiones que se habían perdido. Puede decir, si gusta, que se ocupa de que un hombre se halle a sí mismo, pero no exactamente en el dinero o la posición o en los asuntos que procuran éxito. Me pregunto si alguno de ustedes ven lo que esto quiere decir. Las invenciones, los seudosíes, etc. son muchos. Exige mucho tiempo penetrar debajo de ellos y separarse de ellos. No es en realidad «mucho» tiempo. ¿Por qué? Porque no es una cuestión de tiempo sino de sinceridad consigo mismo. Se puede profesar el Trabajo y decir pestes de él. ¿Es esto ser sincero consigo mismo? Esta rama del Trabajo se resiente severamente de esa clase de alabanzas fingidas. Conviene subrayarla ahora porque, como se dijo, si toca este Trabajo hasta cierto punto y si en verdad carece de sinceridad hacia sí mismo, puede volverse muy peligroso. Puede matarlo, como dijo G. una vez. Confieso que la falta de sinceridad interior de la gente que profesa el Trabajo me deja atónito.
Ahora bien, ¿qué significa la sinceridad interior en relación con llegar al «Yo» real —es decir, a la Voluntad Real? ¿Ve por sí mismo alguna relación? Supongamos que no es sincero consigo mismo y que siempre finge e imita la sinceridad por no tener sinceridad alguna en sí mismo. ¿Tiene alguna posibilidad de llegar a alguna cosa? Supongamos que toma el Trabajo como algo que le conviene temporariamente. ¿Acaso lo conducirá a algún lugar? Por cierto no. Sí, pero ¿por qué? ¿Aún no ha reflexionado sobre este particular? ¿No han visto por sí mismos que en este Trabajo no irán a ninguna parte salvo por medio de la observación interior y la sinceridad interior? Es extraño que sea preciso decirlo. Aún me sigue extrañando, después de muchos años, que la gente crea que es posible pertenecer a este Trabajo sin trabajar, o que pueden pertenecer al Trabajo fingiendo trabajar, lo cual es peor. Aún no lo puedo entender, y por cierto no comprendo a esa clase de gente y no llego a captar lo que pretenden. Es inútil hablar de ello. Quizá sea así, quizá no lo sea. Se necesita cierta pureza de sentimiento, y si no existe, no existe, y si existe, existe. De otro modo todo se convierte en una mera controversia. Se ve, o no se ve. Se siente, o no se siente. Se comprende algo, o no se comprende cosa alguna. Se planta algo, o no se planta nada. Algo crece, o no crece. No hay argumento posible. O es, o no es. O vale la pena, o no vale la pena. O se lo desea, o no se lo desea. O se lo valora, o no se lo valora. No hay discusión posible. La persuasión es inútil. Una persona a quien se persuade es peor que nada, tanto para ella como para el Trabajo. Es posible «comprar» una persona por un tiempo, pero no es precisamente lo conveniente. No se puede redimir a otra persona, si no tiene Centro Magnético; si no se la puede redimir, entonces no hay centro magnético. Todo ello carece en realidad de sentido para dicha persona interiormente, es pura insensatez— y en verdad es una maldad —pretender que no carece de sentido, cuando su lado interior lo cree sinceramente así. Ésta es la situación. Quiero decir, tal como se ha dicho desde el comienzo de esta enseñanza, que la sinceridad interior hacia la enseñanza es lo único que cuenta, no importa cuántas veces se puede actuar como si se creyera, es la peor de todas las cosas peligrosas. El Trabajo dice que pretender es la cosa más mortífera en sus efectos fundamentales. Pretender es mentir. Mentir en este sentido destruye la Esencia. La Esencia solo puede crecer a través de la verdad, mediante lo que es sincero. Si la esencia es destruida, todo es destruido excepto la excitación nerviosa.
El Cochero debe despertar antes de que el Amo —esto es, la Voluntad Real— se sienta como fuerza rectora. El Trabajo es una guía. Las propias fantasías, las imágenes, las ideas, las valoraciones, los diversos sentidos de superioridad y todas las cosas con las cuales nos atiborramos, todas deben debilitarse bajo su guía. ¿Por qué medios? Por una observación de sí realizada sin espíritu crítico y que se recuerda. Alguna cosa que despierta y emerge. Eventualmente trepa a la cabina. Una cosa minúscula. Si, una cosa muy diminuta, un hombrecito, una mujercita. Pero sale del tumulto de la taberna, es decir, de la vida y de sus ideas de la vida y de sí mismo en la vida, y esta cosa minúscula empieza a andar hacia la cabina del coche e intenta sentarse allí. No cabe la menor duda que por mucho tiempo no logrará hacerlo, pero en verdad desea hacerlo. Éste es el punto. Si lo quiere realmente, luego esa cosa minúscula, esta semilla de mostaza, puede atraer un vestigio de «Yo» real. Ahora bien, el «Yo» real, tal como se dijo, desciende de lo alto, pero tan solo cuando hay alguna cosa hacia la cual pueda descender. Hablemos otra vez de la Voluntad Real en conexión con el sentimiento de que hay algo en lo alto, algo superior a uno mismo —algo que está más allá del nivel del desordenado y por lo general no descubierto amor de sí, de la terquedad, del aprecio de sí, de la autoadmiración y de los autoesfuerzos, más allá de la vanidad y los prejuicios, más allá del propio egoísmo, más allá del propio sí. Todo el Trabajo conduce en esa dirección, apunta a esa extraña zona que es llamada el desierto.
¿Qué significa ese rumbo, ese viaje a través de sí mismo y de todos los falsos «Yoes» en uno mismo? Después de estar un tiempo en el Trabajo es necesario examinar cotidianamente todo el tema del Trabajo y lo que dice. Hemos estado tanto tiempo echados debajo de la Escala de Jacob. ¿Qué significa levantarse? Es levantarse y salir de la taberna. Jacob está dormido al pie de la escala. Sí, ¿pero qué significa levantarse? Hay una serie muy curiosa de acciones mentales interiores que nos llevan a levantarnos. ¿Ha tenido alguna vez verdaderos pensamientos personales —pensamientos que no tienen nada que ver con las cuestiones exteriores, con los exámenes que es preciso rendir, con representar la comedia diaria—? ¿Ha pensado realmente alguna vez —con hondura— a qué se refiere el Trabajo y qué es usted? Es aquí, en este nivel, donde empieza el Trabajo y donde empieza la Voluntad Real. Es muy difícil de describir. Tales pensamientos no se refieren al deber, ni a las personas, ni a conservar la idea que se tiene de sí, ni del poder, o del dinero, ni de ninguna de estas cosas. Esta clase de pensamiento es muy extraña. Una de las cosas notables sobre esta indefinible clase de pensamiento es que comprende fácilmente las ideas del Trabajo. De hecho, parecería que fuera el Trabajo mismo. Cuando se aparta uno de sí mismo, se puede llegar a este nivel de pensamiento. Pero, desde luego, por el momento, en realidad no se existe. No se es nada. No es extraño, pues, que allí, en ese nivel, se puede hallar y ver lo que la Voluntad Real significa —y comprender que la voluntad ordinaria, tal como es llamada, es por comparación una mentira y una simple insensatez. En ese estado de pensamiento y de percepción interior se puede detectar lo que se necesita realmente hacer, lo cual es siempre sorprendente, algo en lo cual nunca se hubiera pensado. Y entonces se conoce con certeza que no es la voluntad de sí. Pero si el Trabajo para nosotros carece de sentido, si carecemos de la afirmación de algo superior, si no creemos en las influencias que provienen del Rayo de Creación, pues bien, ¿cómo esperar sentir un atisbo del sabor de la Voluntad Real? ¿Cómo, si se niega lo desconocido, esperar sentir lo que aún no se ha conocido? ¿No conoce todo ya? Se es una pequeña ópera, una breve comedia, que siempre se repite a sí misma. Hay óperas más importantes, comedias más largas. Si, pero ¿quién las siente realmente y actúa en ellas? ¿Quién siente profundamente lo que aún no conoce? ¿Quién se da cuenta de su ignorancia? ¿Se la conoce de seguro? ¿No ocurre así con cada uno de los que están aquí? Pues bien, no hay ningún sitio donde pueda entrar algo. Se sabe ya. Se conoce todo. ¿Cómo piensan y se mueven? ¿Lo saben? Basta que se miren y se observen a sí mismos. Todos ustedes actúan y piensan y juzgan como si ya conocieran. Cuanto más conocen, menos conocen. ¿No es así? Desde luego, ¿pero han visto los dos lados de esta manera? Cuando se siente que no se conoce, se siente uno privado de Personalidad. Por eso es preciso aprender lo que significa no ser negativo frente a una posible nueva etapa de comprensión. No podrá llegar nunca a un nuevo nivel si se siente negativo en el momento en que es atacado su actual nivel y su importancia de sí disminuye. La Voluntad, en el sentido del Trabajo, proviene de un nivel superior al nivel en que se está, y por eso está por encima de toda obstinación y autoimportancia. La voluntad es una influencia superior que obra en un hombre y a la cual responde si es capaz de sentirla. Pero, si se tiene la seguridad de conocerla ya, ¿cómo se puede dejar sitio a alguna cosa nueva? Es conocer de este modo lo que detiene la nueva Voluntad en el momento de entrar. Basta cambiar el conocer para sentir que penetra una cosa nueva y a menudo extraña— a condición de no ser negativo. Esto es no ofrecer resistencia. La gente suele decir muchas veces que no conoce, que es ignorante. Pero ¿creen ustedes que quieren decir esto en realidad? ¿Creen realmente no conocer? ¿No se dan cuenta de que todos sus juicios y su manera interior de encarar los problemas en la vida se fundan en la idea de que ya conocen? Y así, a consecuencia de ello, de esta mescolanza de conocimientos equivocados adquiridos, vivimos y condenamos y peleamos y matamos y discutimos y hablamos. Todo esto es nuestra máquina ¿y no han observado que la mayoría de las máquinas parecen haber sido creadas para la desdicha? Nos hablan de estudiar nuestras máquinas. ¿No han empezado a separarse de sí mismos, de su máquina? ¿Cómo, si aún no lo han hecho, esperan saborear la Voluntad Real, el Amo? No hay sitio para él. ¿Acaso no lo saben? Se pasan el día charlando y criticando —como si conocieran. No han advertido aún que no conocen— que en realidad no tienen la más remota idea y que se pasan todo el día diciendo disparates y mintiendo. No, pero ¿por qué? Porque no hay atención de sí, ni sinceridad interior, ni dolor de sí mismo, por esa cosa a la cual uno está atado como a una enorme máquina de ruedas giratorias de pensamiento y sentimiento. ¿Cómo puede visitarnos la Voluntad Real, cuando se está tan identificado con toda la maquinaria y se sigue diciendo que es «Yo» y que éste conoce, y se sigue sintiendo que se conoce y se sigue actuando como si se conociera? Sorpréndase a sí mismo en el momento en que dice algo. Es preciso que la Falsa Personalidad se disuelva y con ella toda su imaginación e ilusiones. Esto es lo que el Trabajo enseña. Es necesaria la comprensión de la propia mecanicidad. Esto es lo que el Trabajo enseña. Es ya una forma de Recuerdo de Sí, la Voluntad, la Voluntad Real, es capaz de encontrar su nivel, el Tercer Nivel de Conciencia. Entonces se siente un nuevo sabor, una cosa muy extraordinaria, una cosa delicada, vitalizante, llena de significación —no algo áspero y negativo y rechazante— como creemos que es la Voluntad. ¿Cómo esperamos lograr tal Voluntad si no nos aferramos al Trabajo y trabajamos? Si nos identificamos con todo en nosotros mismos, si pensamos que somos ya conscientes y poseemos la Voluntad Real, si creemos conocer y ser capaces de hacer, si creemos que somos una unidad, si vivimos contentos en nuestras emociones negativas, si siempre le echamos la culpa a alguien, si nos atribuimos cien y una cualidades que son puramente imaginarias, si nos justificamos a nosotros mismos a todo lo largo del día, si nunca nos observamos a nosotros mismos, si nunca nos recordamos a nosotros mismos, entonces ¿qué podemos esperar? ¿No han descubierto aún a qué se refiere el Trabajo y qué es lo que siempre está diciendo?
La Voluntad Real proviene de lo alto, de un nivel superior. ¿Qué significa superior? Donde vemos una sola cosa en nuestro nivel, en un nivel superior existen un millón de cosas. Nos imaginamos que la Voluntad es inflexible pero es preciso concebir que la Voluntad Real es infinitamente flexible y discerniente y que en última instancia contiene todas las cosas y de este modo lleva a la plenitud. Esto es llamado en los Evangelios πλήρωμα —plenitud de toda significación—. Empero, intentaré explicarlo de esta manera. La Voluntad Real está llena de nuevos significados. No es la ausencia de cosas, no la negación y el rechazo de hacer cosas. Su verdadera naturaleza no consiste en las palabras: «No quiero». «Quiero comprender mejor», es una mejor manera de formularlo. Es conocida la esterilidad de la gente que siempre dice no quiero. Parecería como si murieran en sí mismas demasiado temprano debido a esta idea negativa de voluntad que no trae ningún significado nuevo. Las cosas negativas solo conducen a cosas negativas.
En relación con la idea de que la Voluntad Real tiene una significación cada vez más plena y de este modo es positiva y negativa en calidad, podemos traer a colación esta noche las asociaciones de pensamiento, otra idea del Trabajo. Las ideas de Trabajo estriban en establecer nuevas asociaciones y de este modo nuevas maneras de ver y sentir la vida. La idea que podemos presentar aquí es la de las octavas anteriores. Tomemos dos notas Do y Re. Entre ellas existe una octava completa, a saber:
Y asimismo, entre cada una de las notas de la pequeña octava existe una octava completa. Ahora bien, ¿cómo es posible comprender el significado de esto? ¿Significa percepciones cada vez más sutiles, capaces de ver diferencias cada vez más sutiles? Donde se veía simplemente Do Re, se ve ahora una octava completa de diferencias más sutiles y así sucesivamente. Es decir que se ven significados cada vez más sutiles. Imaginamos que nos conocemos a nosotros mismos, o a los otros. Esto es, por así decirlo, Do Re en una escala general. Pero con el fin de desarrollar esas percepciones más sutiles, y de este modo eliminar la violencia de Do Re va una escala más general, se requiere la disposición a aceptar el Trabajo y sus ideas como punto de partida. Entonces mediante esta primera y verdadera disposición, el Trabajo —es decir, nuestros centros superiores— empiezan a enseñarnos. De modo que ante todo es preciso que la Voluntad Real sea posible aceptando el camino que conduce a ella. Si no se quiere el Trabajo, se empieza de un modo equivocado. Cada cosa tiene diversos significados. Ver una cosa solo y siempre a la misma luz es lo mismo que ver Do Re en la escala general —tal como solemos hacerlo en términos de topes y prejuicios: Una cosa es correcta o es incorrecta—. No hay en ello verdadero pensamiento. Pero las cosas son más complicadas. La diferenciación, es decir, la apreciación de los matices diferenciales que existen entre los que antes se veían como opuestos, es el comienzo del crecimiento de la Voluntad. Podemos tratarnos a nosotros mismos o a los demás de un modo muy generalizado e impropio debido a la falta de percepción interior. El Sr. O., una vez que hablaba del propósito y de la Voluntad, dijo que al principio se asemejaba a mirar de noche a través de un valle una luz distante a la cual deseábamos llegar. Y echábamos a andar, pensando que era una cosa muy sencilla. Pero entre esa distante luz y nosotros se extendía todo el valle y muchas otras lucecitas y muchos otros caminos tortuosos. Cuando se piensa en el significado de la buena voluntad, ya sea hacia el Trabajo o hacia otra persona, a veces se da uno cuenta de que es quizás empecinamiento. Al darse cuenta de ello se empieza a ver que la Voluntad Real quiere decir una gran significación y comprensión y una gran flexibilidad y capacidad de ir en contra de lo que se consideraba mejor. Ello requiere la activa paciencia exigida por el Trabajo, y que es tan fácil de comprender una vez que se deja de tener ilusiones acerca de sí mismo y del propio conocimiento y los propios juicios correctos y todo el resto de las mentiras a cuyo amparo tratamos de vivir. Esta clase de paciencia es llamada en el Trabajo la Madre de la Voluntad.
Intentemos ahora reunir las principales ideas expuestas en esta disertación. Muchas veces la gente gusta de «hacer cosas», como tiene la costumbre de decir. A esto lo llaman voluntad. Por cierto tienen indudablemente razón en esta escala. Pero muchas veces ocurre que no reparan en las cosas que podrían hacer para sí y de este modo no ven las cosas que están al alcance de su mano, ante sus propios ojos. Siguen una línea recta y creen que de este modo dan pruebas de voluntad. No cabe duda de que lo es en pequeña escala. Pero todos ustedes ven que es posible no reparar en muchas cosas apegándose a la estrecha línea del empecinamiento y tomándolo equivocadamente por la Voluntad Real. Es, claro está, voluntad de sí o empecinamiento —salirse con la suya, ser eficiente, ser el primero—, etc. Pero la Voluntad Real es diferente. Es, por su sabor, muy suave. Si por la reflexión nos damos cuenta de que la consideración externa es comprender la existencia de los otros y ver sus dificultades, según la comprensión de las propias dificultades, y obrar de acuerdo con ello (si se puede hacerlo), se comprenderá por qué dije en la disertación anterior que la Voluntad Real y la consideración externa están estrechamente relacionadas. Ver a otra persona prescindiendo de lo que se desea ver y hacer, es recibir nuevas impresiones. Percibir nuevas impresiones es un incremento de significación —en realidad, una nueva octava de fuerza—. Resolver un problema prescindiendo de la voluntad de sí o empecinamiento, prescindiendo de hacer la propia voluntad, ver una solución debido a un nuevo insumo de significación —es una de las ideas de Voluntad en el Trabajo—. «¿A qué se asemeja», pregunté al Sr. O., «la Voluntad Real?». Me contestó: «Se asemeja a ver la solución de un difícil problema de matemáticas». Ello significa que es una fuerza que une a las cosas en un acrecentamiento de significación. Es preciso recordar que en los centros superiores no hay opuestos, no hay contradicciones. Traten de imaginar a qué se asemejaría sentir las influencias de los centros superiores —en las cuales no hay ni opuestos ni contradicciones. Luego piensen en el nivel de voluntad al que tomamos por Voluntad— esto es, la voluntad de sí o empecinamiento. Todo el Trabajo, toda la reflexión y sentimiento de la enseñanza esotérica, conducen a la Voluntad Real —esto es, al Amo. A no ser que acepten voluntariamente el Trabajo por medio de la buena voluntad, nada se opondrá a que se alcance el Amo. Por eso he hecho tanto hincapié sobre la cuestión de la sinceridad interior en lo que concierne al Trabajo. Es por eso que la octava de Trabajo empieza con la valoración de las ideas del Trabajo y tiene su punto de partida en el nivel de Ser de un hombre que posee el Centro Magnético. Ésta es la primera señal de un Ser especial.