Birdlip, 27 de enero, 1945
El recuerdo de sí

En una conversación reciente hablamos sobre el Recuerdo de Sí. Se ha dicho a menudo que a menos de creer en algo superior es imposible recordarse a sí mismo. Con el Recuerdo de Sí siempre se relaciona cierto sentimiento emocional. No se puede a sangre fría recordarse a sí mismo. Es necesario entrar en cierto estado, desde el cual sea posible observarse a sí mismo. Por medio del Recuerdo de Sí nos ponemos bajo nuevas influencias que de otra manera no podrían alcanzarnos. Si siente la extraordinariedad de su propia existencia, si siente el milagro de su cuerpo, de su conciencia, del mundo que lo rodea, si empieza a preguntarse quién es, entonces está en el estado necesario para el Recuerdo de Sí. Por otra parte, si está completamente identificado consigo mismo y da todo por sentado, su actitud no es la adecuada para el acto de Recuerdo de Sí. Muchas veces les dije en el pasado cosas tales como «Miren sus manos, ¿saben qué son o cómo se mueven?», o «Mire los árboles y pregúntese cómo es que puede verlos», y muchas otras cosas similares. En nosotros está el misterio, el sentido de lo milagroso. No es necesario ir al Tibet para hallar lo milagroso. Se lo puede hallar aquí, en este mismo momento. ¿Cómo oye las palabras que alguien le lee en alta voz? ¿Cómo tiene conciencia de lo que significan; y cómo está sentado aquí escuchándolas? Pero no nos hacemos generalmente estas extrañas preguntas, y hasta las creemos absurdas, o nos imaginamos que fueron explicadas por la ciencia mientras que en realidad nada fue explicado por ella. A no ser que mire la vida de otro modo no podrá recordarse a sí mismo. Una forma del Recuerdo de Sí es recordar que uno está en el Trabajo y que es preciso tomar todo de una manera diferente con arreglo a los significados e instrucciones del Trabajo. Ésta es una forma muy poderosa de Recuerdo de Sí que se puede practicar muy a menudo. La vida penetra por medio de sus sentidos en haces y paquetes a cada instante, pero ¿cómo reacciona usted a ella? ¿Acaso el Trabajo está entre usted y la vida externa o está usted inmerso, dormido, en la vida externa y sus aconteceres? Si es así, no se recuerda a sí mismo. Es entonces lo que el Trabajo llama un hombre mecánico arrastrado por la vida como una máquina es puesta en movimiento por una correa de transmisión. Mantenerse erguido en la vida y tener un claro sentido de sí mismo experimentando la vida, y notando las propias reacciones ante ella, sentir que se está viviendo la vida y no que la vida nos está viviendo —todo ello pertenece a la idea del Recuerdo de Sí—. Pero si usted cree que la naturaleza se creó a sí misma, que la materia creó a la materia, entonces no podrá recordarse a sí mismo. Por otra parte si muchas veces piensa internamente acerca del Rayo de Creación que desciende de lo alto o acerca de la octava lateral del Sol desde la cual fuimos creados, y si ya no piensa más que tales ideas carecen de importancia sino que son absolutamente necesarias para un ordenamiento correcto de nuestros pensamientos, entonces quizá tenga un instante de Recuerdo de Sí y una vislumbre de lo que significa. Es tan solo a través del sentimiento de algo superior como uno se puede separar de algo inferior y, al cabo de un tiempo, cuando se experimentó lo que esto significa, se hará lo imposible para guardar vivo el sentimiento de algo superior en uno mismo y se aborrecerán aquellos periodos en que se está totalmente identificado con las cosas externas. Aquí tenemos una etapa definida en el Trabajo. Entonces conocemos hasta en pequeñísimo grado lo que es estar despierto y por contraste conocemos lo que es estar dormido, y por mucho tiempo esta etapa permanece en nosotros de modo tal que conocemos cuando estamos más despiertos y cuando estamos más dormidos. Entonces llega a ser una cuestión de percepción interior, y esta etapa dura inevitablemente mucho tiempo. Esta etapa es por así decirlo, una prolongada prueba que depende enteramente de uno mismo, a condición de que le recuerden a uno constantemente el Trabajo y sus ideas. Por esta razón es necesario encontrar una persona que le enseñará a uno el Trabajo y seguirá recordándoselo, y esa persona debe conocer el Trabajo y pensar incesantemente en él y ser capaz de aplicarlo. Sin embargo, como dije, esta etapa depende finalmente de uno mismo. Porque el Trabajo busca hacer un nuevo ordenamiento de nuestra mente y solo puede hacerlo si se le permite entrar en la mente de una persona. Pero ello no ocurrirá a no ser que se sienta afecto por esa cosa, el deseo de ella. Y esto significa cabalmente que a no ser que uno tenga en sí mismo «Yoes» que desean trabajar, «Yoes» que siempre sintieron que había otra cosa, «Yoes» capaces de escuchar el Trabajo, no meramente por medio de los oídos, sino por medio de la mente y la comprensión, a no ser que existan tales «Yoes» el Trabajo nunca podrá entrar, pero si llega a entrar es entonces una cuestión de elección. Siempre se puede acompañar a los malos «Yoes» y hasta pasar toda la vida con ellos o se puede preferir llegar a conocer los malos «Yoes» por un lento y gradual discernimiento y no entregarse a su poder. Es en este sentimiento de elección, de preferir los mejores «Yoes», donde empieza el Recuerdo de Sí. Por una curiosa clase de acto mental, o si se prefiere, de acto de voluntad, es posible separarse de la inmensa ciénaga de «Yoes» negativos y, por así decirlo, mantenerse erguido. Ésta es la elevación de sí mismo sobre sí mismo, pero, como se dijo, es imposible a menos que se conozca con certeza que hay en uno mismo mejores y peores estados. No es una cuestión de creencia teórica el creer que hay algo superior, sino de la actual percepción de ello en sí mismo, en ese extraño y complejo ser que es el sujeto de este Trabajo. A menudo se observa una horda de pequeños «Yoes» desagradables y mezquinos que nos rodean y tratan de arrastrarnos a su nivel, a su manera de tomar todas las cosas. Y el acto de transformación consiste, en percibirlo y no identificarse porque se puede recordar que hay maneras muy diferentes de tomar las cosas, aun cuando por el momento no se pueda entrar en los «Yoes» que saben lo que conviene hacer. ¿Por qué creen, por ejemplo, que las cosas han de salir siempre bien y cuando no ocurre así se sienten desorientados? ¿Por qué nunca recordamos la Segunda Fuerza? La razón es que solo los «Yoes» que están en el Trabajo pueden recordar tales cosas y que en nosotros vive una vasta multitud de «Yoes» que nunca han oído hablar del Trabajo y simplemente toman las cosas según su parecer. Tal vez suene extraño que tengamos en nosotros multitud de «Yoes» que nunca han oído hablar del Trabajo. Suena extraño porque seguimos tomándonos a nosotros mismos como una unidad y hallamos las mayores dificultades en alejarnos del poder de esa ilusión y en lograr una vislumbre de la multiplicidad de nuestro ser. Aun tal vislumbre es llamada en el Trabajo un instante de Recuerdo de Sí porque es un instante en que nos damos cuenta de nuestra mecanicidad. Al darse cuenta emocionalmente de la propia mecanicidad lo llamamos un momento de Recuerdo de Sí, mientras que al estar identificado con la propia mecanicidad, con cada «Yo» que se hace cargo de uno mismo, lo llamamos el estado de sueño. Además, darse cuenta de lo que el Trabajo enseña cuando dice que todo sucede, lograr un atisbo del significado de esta frase, suele constituir un momento de recuerdo de sí, esto es, un momento en que mediante el sabor interior se percibe que uno ha roto con su acostumbrado estado de identificación. Basta reflexionar sobre lo que significa el que «todo suceda» y pensar cuan completamente contraria es esta manera ordinaria de pensar con respecto a la idea de que se puede actuar, y que la vida es inteligentemente dirigida. Creo que en la época actual es una de las formas más útiles de pensar. Al menos impide un total desconcierto cuando las cosas no salen como lo esperábamos, o cuando nos vemos enfrentados con una cosa desdichada, insoluble. ¿Cuál es la solución? La solución está en la dirección del Recuerdo de Sí. Está en dirección a todo cuanto enseña el Trabajo porque, si pudiéramos recordar todo lo que el Trabajo enseña, si llegara a ser una realidad viviente para nosotros, una cosa que nos hiciera realmente vivir, entonces nuestra relación con la vida y sus eventos ya no sería la de una persona completamente dormida en vida, llena de sufrimientos inútiles y de negatividad.

Ahora bien, si nos proponemos algo, esto siempre debe tener alguna conexión con el Trabajo. Recordar nuestro propósito en un momento difícil es una forma de Recuerdo de Sí por la definición del Trabajo, pero si el propósito no tiene nada que ver con el Trabajo —si, por ejemplo, me propongo ganar £ 100 000 o lograr un título de nobleza— y recuerdo mi propósito, no tendrá conexión alguna con el Trabajo. Se dijo que es preciso hacer un propósito de Trabajo. Pero un propósito de Trabajo no es la misma cosa que un propósito de vida a no ser que de algún modo los dos estén relacionados. Si me propongo ganar 100 000 £ para poder organizar una forma de Trabajo que requiere dinero, y si lo hago sinceramente, entonces este propósito en apariencia de vida estará conectado con el propósito de Trabajo. Si soy hábil para ganar dinero, y al mismo tiempo pongo al Trabajo primero en mi valoración, mi habilidad en la vida y mi sentimiento por el Trabajo se reforzarán mutuamente y no habrá contradicción. Así, cuando el Trabajo dice que una forma de Recuerdo de Sí es recordar nuestro propósito, o que al recordarse a sí mismo debe recordar su propósito, si su propósito es un mero propósito de vida tal como el de ganar mucho dinero u obtener un título de nobleza, no le servirá de nada. Recordar esta clase de propósito lo llevará directamente a la vida y su poder y le extraerá toda la energía que haya logrado y que pertenece al Trabajo. Agregaré otra cosa sobre la relación del propósito de Trabajo con la vida, y es que el Trabajo tiene tres líneas: el trabajo sobre sí, el trabajo en conexión con otra gente en el Trabajo, y el trabajo en conexión con el Trabajo mismo. A no ser que se satisfagan esas tres líneas, al menos provisionalmente, su propósito no lo llevará a ninguna parte. Hay tres aspectos en todos los propósitos de Trabajo. Si un hombre solo quiere trabajar sobre sí eso no lo llevará a ninguna parte, de hecho será mucho peor de lo que era en la vida ordinaria. Por eso es preciso reflexionar sobre lo que indican las tres líneas de Trabajo. Trabajar simplemente para los otros y no sobre sí es equivocarse. Trabajar sobre sí y considerar que los otros son una molestia es equivocarse y también es equivocarse trabajar sobre sí en conexión con los otros sin pensar en el Trabajo mismo.

Ahora hablaremos sobre el aislarse en sí mismo en conexión con el Recuerdo de Sí. En una oportunidad G. dijo que un hombre debía aislarse de la vida para trabajar. Es muy fácil dar una mala interpretación a esta frase. Su significado más profundo es que debe aislarse de su yo más mecánico para no estar expuesto a todos los cambios de las circunstancias externas. Les citaré unas palabras de uno de los libros esotéricos conectados con la Escuela Sufí que trabajaba sobre el Corán. Uno de los maestros de esa escuela empleó la siguiente frase: «La seguridad está en la soledad». Agregó: «Que nadie se imagine que la soledad radica en vivir solo». Parafrasearé lo que el maestro sufí dijo. Se detenía en la importancia que tiene lo que pensamos de los otros y si nuestros pensamientos están gobernados enteramente por su conducta. Todos sabemos que en cierto momento una persona o una cosa no nos gustan y que en el próximo momento nos gustan la misma persona o cosa y que pensamos según nuestras diferentes actitudes. Cuando lo conocemos por la observación y llegamos a un punto en que tanto gustar como no gustar y todos los pensamientos que se refieren a ello ya no nos gobiernan más, nos aislamos del poder que la vida ejerce sobre nosotros. Recuerden que no es indiferencia sino un llegar a ser consciente entre los opuestos que siempre llevan nuestra vida de un lado a otro como un péndulo. La indiferencia es mecánica pero mantenerse entre los opuestos es un acto consciente. Se asemeja a conservar el equilibrio. El maestro sufí señala que si una persona se complace en no gustar de la cosa misma o del pensamiento de ella, es la misma cosa, y viceversa. Ahora bien, el Trabajo habla de crear el silencio interior en nosotros mismos, lo cual es comparable a la idea expresada por el maestro sufí cuando dice que «la seguridad está en la soledad», pero que esta soledad no consiste en vivir meramente solo en un sentido físico. Nos enseñan en el Trabajo a guardar silencio acerca de las cosas que no debemos expresar o que podrían hacer daño. Esto, por así decirlo, es un ritual externo, una disciplina externa. Sería imposible constituir un grupo en este Trabajo si todo el mundo charlase. Hablar sin ton ni son proviene de los pequeños «Yoes» mecánicos que dejan escapar toda la energía del Trabajo y la encauzan hacia la vida. En los Evangelios se dice que un hombre debe alcanzar el estado en que su mano izquierda ignora lo que hace la derecha. En una ocasión O. dijo muchas cosas sobre este tema y manifestó que aludía al poder del silencio interior, y lo relacionó con el Recuerdo de Sí. Se podría, por ejemplo decir muchas cosas, pero no se lo hace. Esto es externo. Pero, más profundamente, se podría permitir que muchos «Yoes» hablaran en uno mismo y luego detenerlos, no prestarles atención, ni estar de acuerdo con ellos y, sobre todo, no creer en ellos por una elección interior. En esa oportunidad O. nos habló de la detención interior y la relacionó con una forma de Recuerdo de Sí. La detención interior significa detener en cierto modo el pensamiento. Se puede no decir ciertas cosas exteriormente por diversos motivos, por el comportamiento social, el temor a las consecuencias, los modales, por alguna imagen de nosotros mismos que nos hace aparecer caritativos, etc. Pero esto no es una detención interior. Esto no es guardar el silencio interior que toda persona debe necesariamente comprender al cabo de cierto tiempo en el Trabajo y que debe surgir de la elección interior. Tenemos a gentes que empiezan a comprender el Trabajo en cierta etapa y lo aplican internamente a sí mismas y se dan cuenta de su significado debido a algo interno. Y aquí un hombre ya no trabaja más en busca de una recompensa, sino por elección interior.

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Uspenskii Libro 2
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