Birdlip, 23 de septiembre, 1944
Nueva nota sobre el trabajo personal
Acerca de ver la segunda fuerza en sí mismo
Hemos hablado recientemente del tiempo que se necesita para ver cómo las dificultades pueden ser encaradas en el sentido del Trabajo y cómo podemos ser tentados sin darnos cuenta de ello porque encaramos simplemente las dificultades como si no existieran. Ahora bien, las dificultades —esto es, la fuerza de resistencia— están presentes en todas partes y se extienden por toda la contextura de la vida y de nosotros mismos. El Sr. Uspenskiï dijo una vez: «Al tratar de estudiar la Segunda Fuerza conviene más observarla en uno mismo». Todas las personas tienen dificultades interiores pero no reconocen que son debidas a la Segunda Fuerza y las toman meramente como un impedimento del cual sufren quizás injustamente. La gente suele decir: «Si solo esto… etc.». La idea de la Segunda Fuerza es expresada en una de las leyes de movimiento de la física newtoniana que dice que a cada fuerza se le opone una fuerza igual. Las leyes que formula el Trabajo como fundamentales —es decir la Ley de Tres y la Ley de Octavas— existen en la naturaleza y en nosotros. Nos ocupamos ahora de la Ley de Tres, que no nos dice que a cada fuerza corresponde una fuerza igual y opuesta sino que en cada manifestación obran tres fuerzas: la Fuerza Activa o fuerza iniciadora, la Fuerza Pasiva o fuerza de resistencia, y la Fuerza Neutralizante que conecta las otras dos que de otro modo serían fuerzas opuestas antagónicas cada vez que algo sucede, esto es, cuando tiene lugar una manifestación. Si no fuera por la Tercera Fuerza, las otras dos fuerzas, que son iguales y opuestas, producirían un estado estacionario de cosas al estar enfrentadas como los cuernos de dos ciervos igualmente poderosos. La Tercera Fuerza, siendo un punto de apoyo, hace que las cosas sean posibles, pone a las cosas opuestas en armonía, hace uso de los opuestos que de otro modo serían irreconciliables. El Trabajo nos enseña que si empezamos a ver la Segunda Fuerza en nosotros podemos tener una vislumbre de la Tercera Fuerza, pero que primero debemos ver la Primera Fuerza. Hemos dicho recientemente que la Voluntad se define en el Trabajo como el hallazgo de una solución y no como la negación de algo. Cuando se percibe que obra en la vida una Segunda Fuerza, algo que impide lograr algún objeto, que puede ser considerado como Primera Fuerza o Fuerza Activa, ello demanda una solución y no una mera negación; y es aquí donde comienza el acto de Voluntad —en la conciliación de los opuestos. No es posible librarse de la Segunda Fuerza por medio de la Violencia porque esto solo la hará más fuerte, pero se puede ser un mediador y en cierto modo hacer que coopere con la Fuerza Activa por medio de una nueva actitud hacia la situación, como Tercera Fuerza. Una de las experiencias más maravillosas es darse cuenta de la enorme cantidad de Segunda Fuerza inútil que creamos en nosotros debido a nuestras actitudes y nuestra imaginación, y cuántas infinitas formas de Segunda Fuerza surgen simplemente porque poseemos un número de actitudes que no observamos y que complican todas las cosas en nuestra vida creando una innecesaria y ciega Segunda Fuerza. Separarse a sí mismo de las propias actitudes, de algunos prejuicios inculcados y finalmente del poder de algunos topes, si es posible, es experimentar un grado de libertad muy difícil de describir. Se da cuenta uno de que estuvo en poder de algo que nunca había sospechado y advierte que ya no debe enfrentar más las mismas dificultades artificiales. Tal experiencia hace que sea posible ver más conscientemente nuestra vida en el pasado porque cuando se produce una mutación del Estado psicológico mediante un aumento de conciencia —esto es, de percepción de lo que uno es— se puede ver más distintamente la propia vida en el pasado desde un punto liberado y de un modo más consciente. No se puede ver la propia vida, que es lo que fue hecho por el propio nivel de ser, desde ese mismo nivel de ser. Somos incapaces, por ejemplo, de ver cuan extraordinariamente insensatos hemos sido en mil y una ocasiones o cuan innecesariamente complicadas hemos hecho algunas cosas, a menos que nazca en nosotros un nuevo punto de conciencia, desde el cual podamos verlo. No se lo podrá ver porque no se tiene con qué verlo, esto es, no se tiene un nuevo punto de vista. Pero si algo ha cambiado en un hombre y hasta ese punto dicho hombre se ha liberado de alguna actitud hacia sí mismo o hacia los otros o hacia la vida, entonces será capaz de ver cómo esta actitud ha obrado en él a través de su vida y entenderá esta frase: «El nivel de ser atrae la vida de un hombre». Es una experiencia interesante.
Ahora bien, para volver a lo que estábamos diciendo —que el cambio de actitud o liberarse de alguna actitud cambiará la naturaleza de la Segunda Fuerza en la propia vida— la Voluntad Plena es definida técnicamente en el Trabajo como el poder de ser consciente simultáneamente en las tres fuerzas. En una ocasión se dijo: «No somos conscientes ni siquiera de una fuerza, aun menos de dos, y nunca de tres». Esto tiene que ver en parte con el hecho de que por lo general solo pensamos en una cosa a la vez. Hallamos muy difícil pensar en función de dos cosas y es imposible pensar en función de tres. Pero esto no equivale exactamente a la Plena Voluntad, porque ser consciente de una fuerza no es la misma cosa que pensar en ella, del mismo modo que ser consciente de la verdad de algo no es la misma cosa que estar convencido de ello, o ser consciente del estado de Recuerdo de Sí no es la misma cosa que pensar sobre el Recuerdo de Sí. Ser consciente de la Primera Fuerza es saber lo que se desea; ser consciente de la segunda fuerza es conocer las dificultades que se opondrán a dicho deseo; y ser consciente de la Tercera Fuerza es ser consciente al mismo tiempo de lo que se desea y de lo que se opone a lo que uno desea y de la eventual solución. Cada Fuerza modifica a la otra, y por cierto hasta tal punto que en la solución final el resultado nunca se asemeja a lo que se deseaba lograr —esto es, nunca se asemeja a la Fuerza Activa con la cual se lo inició. Por otra parte, las dificultades tampoco son las mismas que las que se pudo ver antes de que la necesaria Tercera Fuerza o Fuerza Neutralizante entrase en la esfera consciente de experiencia y concertara las relaciones de la Primera y la Segunda Fuerza de modo que fuera posible alguna manifestación.
Ahora bien, sé que todo esto puede parecer teórico pero no lo es: es muy práctico y se lo puede experimentar hasta cierto punto si se sabe lo que se busca y se tiene la paciencia de hacerlo. Es preciso, ante todo, ser consciente en lo posible de todo cuanto corresponde a la Primera Fuerza. Esto es, tomando las fuerzas tal como obran dentro de nosotros psicológicamente, se ha de ser consciente de lo que se quiere, de lo que se desea, o de lo que se espera. Al tomar conciencia de esta fuerza en lugar de pensar sobre ella —lo cual se hace a menudo por medio de un proceso de diálogo interior, así como por medio de la observación de sí durante un prolongado período—, se llega a percibir que la Segunda Fuerza es inevitablemente convocada por la calidad particular de la Primera Fuerza. Cada Fuerza Activa convoca a su propia Segunda Fuerza. Si se tiene prisa, le parece a uno que toda la gente se mueve muy lentamente: si uno desea moverse lentamente, le parece a uno que toda la gente anda de prisa. Cuando se vive un tiempo en la conciencia de lo que se quiere, se verá al mismo tiempo más y más la Segunda Fuerza que dio origen a esta conciencia, de modo que se llegará a ser consciente simultáneamente de las dos fuerzas. Se verá que no es posible hacer esto o aquello a causa de esto o de aquello, pero se verá el porqué. Al no identificarse con ninguno de ellos —y en la práctica siempre lo hacemos, lo cual malogra toda la experiencia— se puede tener una vislumbre de la Tercera Fuerza que entra como por magia y hace que la Primera y la Segunda Fuerza se relacionen entre sí, de modo que ya no se sienten como fuerzas opuestas, como un conflicto de opuestos. Esto es hallar una solución y es de advertir que tiene que ver con la Voluntad, puesto que la Voluntad tiene tres aspectos en sí, o tres fuerzas, y la Voluntad Consciente es por lo tanto consciente de las tres fuerzas, lo que conduce a un acto de Plena Voluntad. Aunque esto al presente está fuera de nuestro alcance, es posible realizarlo en pequeña escala. No obstante, tenemos una imagen parcial de la «Voluntad» y siempre la concebimos como algo que separa, que divide, que prohíbe, como algo duro, intolerante, inflexible y negativo, solo capaz de seguir un curso invariable. La Voluntad desde el punto de vista del Trabajo es por el contrario algo flexible, inteligente y no unilateral sino trilateral. Desde luego la Voluntad deriva del Amo o «Yo» real en nosotros y esto no es una cosa que se pueda conocer directamente. Pero mientras sigamos siendo unilaterales en todos los sentidos nada puede provenir de ese nivel superior desde el cual provienen las influencias del «Yo» real que nos dan nuestro verdadero significado y la paz interior. Al menos, es preciso aprender ante todo a tener un doble pensamiento, a ver las cosas desde diferentes lados y a considerarlas objetivamente; es preciso no solo ver las dificultades de los otros poniéndose en su lugar, lo cual es un acto consciente definido, sino ver las propias dificultades sin identificarse y tan objetivamente como sea posible, porque de este modo logramos un nuevo sentimiento de nosotros mismos y un nuevo y más flexible sentido de lo que somos. Ello nos producirá un extraño efecto en virtud del aumento de conciencia o luz y será en realidad el comienzo de la acción del Trabajo sobre nosotros.
Muy a menudo sentimos que es preciso enfrentarse con las cosas. Muchas veces la gente vive en ese estado toda la vida. Entonces es necesario iniciar un diálogo interior consigo mismo, tal como: «¿Contra qué debo luchar?», etc., para descubrir cuál es la cosa a la que se debe hacer frente, porque lo que se siente es que la cosa con la cual es preciso enfrentarse es debida a lo que uno mismo desea. Luego, una persona puede estar llena de deseos vagos e imposibles que crean una inútil Segunda Fuerza y así producen en ella un sentimiento igualmente vago de resistencia. Luego comienza a ser más consciente de la Primera Fuerza, esto despierta la mente y hace que dicha persona sea práctica. Pero no hay que creer que es fácil. Al mismo tiempo tampoco conviene vivir siempre en un vago sentido de estar perdido, de desengaño, de rememoración. Esto carcome la fuerza. ¿Dónde estoy yo? ¿Qué deseo? ¿Qué me pasa? Estas duras preguntas que se hace uno a sí mismo son cada vez más necesarias en el Trabajo.