Birdlip, 30 de septiembre, 1944
Lo que el trabajo enseña sobre la guerra
Ésta es una disertación importante. Se hicieron muchas preguntas sobre la manera como el Trabajo contempla la guerra y particularmente esta guerra. La gente decía: «¿Qué es la guerra?». «¿Por qué ha de haber guerras?». O decían: «¿Acaso Dios desea la guerra?», y «Si Dios desea la guerra, ¿cómo puede ser Dios?». De hecho, muchas personas que tienen un Centro Magnético, el poder de discernir las diferencias en la calidad de las cosas, el poder del pensamiento espiritual antes que el poder del pensamiento físico, se sienten abrumados por los crecientes horrores de la guerra.
Algunas personas preguntaron a O. al comienzo de esta guerra por qué había sucedido, a qué se debía, etc. Les contestó: «Todos los que están en este Trabajo deben tratar de comprender por qué existe la guerra». Enseñaba constantemente que la fuerza más poderosa que se puede crear en uno mismo es la comprensión. Dijo: «El Trabajo nos hace conocer nuestra situación en esta Tierra; y la comprensión es comprensión del conocimiento que nos es dado sobre nuestra situación en la Tierra. Sin embargo, la mayoría de las personas creen que la comprensión se puede lograr simplemente partiendo del conocimiento ordinario y no se dan cuenta de que, con el fin de comprender, es necesario un nuevo conocimiento, y que este nuevo conocimiento debe combinarse con nuestro ser con el fin de crear una nueva comprensión».
Ahora bien, la primera cosa que se dice a este respecto es que la Voluntad del Absoluto no llega directamente a esta Tierra. Si se prefiere, se lo puede llamar el Dios Absoluto en el sentido supremo, pero el Trabajo no emplea este término. El Rayo de Creación explica cómo la Voluntad del Absoluto, o el Dios Supremo, desciende en sucesivas etapas de creación mediante la acción de la Ley de 3, la Ley de las Tres Fuerzas, reduplicándose continuamente a sí mismo. Como es sabido, en la Tierra, en términos del particular Rayo de Creación al que pertenecemos, estamos bajo 48 órdenes de leyes. La Voluntad del Absoluto, según esta enseñanza, solo puede llegarnos en la forma de 48 órdenes de leyes. Esto es, la Voluntad del Absoluto no puede llegarnos directamente. Se dijo una vez en una de las primeras reuniones que si la Voluntad del Absoluto interviniese, de resultas de ello toda la Creación sería derribada y destruida. O., que hablaba una vez sobre este particular, dijo: «Es como un juego de naipes. Si se alteran las reglas del juego de naipes, ya no hay juego». Debemos partir de esta idea central cuando pensamos por qué existen la guerra y todos esos horrores en este planeta situado tan bajo en el plan de Creación. Es preciso recordar que debemos ponernos bajo las leyes que operan desde los niveles superiores en el Rayo de Creación. Éste es el primer punto.
El segundo punto es que el Trabajo enseña que todas las guerras son provocadas por fuerzas extra-terrestres que provienen en su inmediatez de los movimientos de los planetas. En una oportunidad O. preguntó a G. cuál era la causa de las guerras, y G. dijo: «Es algo que se parece a esto. Dos planetas se aproximan uno al otro hasta estar bastante cerca y producen una tensión que se refleja en la Tierra y puede proseguir durante muchos años en cuanto al Tiempo humano». De esta observación de G., O. comprendió que el Tiempo era diferente en las diferentes escalas —esto es, el Tiempo planetario puede ser momentáneo para los planetas, pero muy largo para la Humanidad en la Tierra—. O. entonces preguntó a G. de qué modo podría impedir el Hombre que las tensiones extraterrestres obraran sobre él tan como lo hacían. G. dijo que esas tensiones afectaban al Hombre porque aún no estaba apropiadamente desarrollado, no gozaba aún de plena conciencia, y que si el Hombre fuera consciente, esas tensiones producirían resultados por completo diferentes y en lugar de producir una corriente de hechos destructivos producirían una corriente por completo diferente. ¿Cuál sería el resultado de un aumento de tensión entre los planetas si se lo tomara más conscientemente? La tensión interior, ya sea debida a los planetas o a las cosas que suceden en el nivel del Sol, obraría sobre el Hombre que trabaja más conscientemente aumentando su conciencia y lo despertaría en lugar de adormecerlo más, de hacerlo más violento, más destructor. Como es sabido, el objeto de este Trabajo es hacer que los centros ordinarios tengan la posibilidad de recibir a los centros superiores de un modo correcto. Tal como somos ahora, si recibiéramos directamente la fuerza de los centros superiores, lo cual es comparable a recibir millones de voltios repentinamente, enloqueceríamos o tendríamos accesos de violencia o ataques de epilepsia, o nos volveríamos mil veces más negativos, más llenos de odio y de deseos de matar. Porque el Hombre está dormido, el Trabajo enseña que no puede recibir la fuerza para su despertar a menos que trabaje sobre sí durante largo tiempo, y de este modo impida que cualquier aumento de fuerza recibido por él se convierta en estados más negativos o en estados de violencia. Toda la enseñanza esotérica trata de esta preparación de los centros inferiores y del trabajo sobre ellos para la recepción de los centros superiores que provienen de un punto mucho más elevado en el Rayo de Creación.
El tercer punto es que, si bien el Hombre forma parte de la Vida Orgánica en la Superficie de la Tierra, que fue creada con el fin de dar un choque transmisor entre las notas Fa y Mi en el Rayo de Creación de modo que las influencias pudieran pasar desde las partes superiores del Rayo a las yemas terminales que son las Lunas, ya no es necesario que en esta etapa sirva bajo esta esclavitud. G. dijo que en este período ya no era posible que la humanidad fuera esclava de la fábrica de dolor de la Tierra llamada la Vida Orgánica, la vida cuyos sufrimientos alimentaban a las partes inferiores del Rayo, incluso nuestra Luna que se desarrolla gradualmente en términos del Tiempo planetario. Dijo que si el Hombre pudiera ser más consciente sería capaz de poner término a su esclavitud, pero que debido a los hábitos formados a través de los siglos, hábitos de sentimiento, de pensamiento, de actitud etc., al parecer el Hombre seguirá sirviendo a un propósito que ya no es más necesario. «El problema es», dijo sin ambages, «que el Hombre ha alcanzado una etapa en la que puede ser más consciente, y si lo hiciera así todo cambiaría. Pero debido a las tradiciones, a los prejuicios, debido, en suma, a su mecanicidad, no puede llegar a ese punto, y así se deja ir cuesta abajo justo en el momento en que pudiera darse un choque y pasar a un nuevo orden de realidad». Al preguntársele si el desarrollo del totalitarismo era un progreso en la dirección correcta, dijo: «No, muy al contrario. El Hombre se pone simplemente bajo una mayor esclavitud mediante esos movimientos colectivos. El desarrollo de la conciencia es un desarrollo individual. Y, como lo dije frecuentemente, cuando sobreviene la guerra el Hombre se desprende de la ínfima cantidad de conciencia que normalmente posee. De hecho, se vuelve completamente demente y no se da cuenta de su demencia. La conciencia es pesada y medida y solo hay cierta cantidad de conciencia. Pero esta fuerza de conciencia sería suficiente para realizar un cambio completo en la Tierra si la gente la usara». Al preguntársele lo que pensaba acerca del futuro, G. dijo que los hombres habían tomado el rumbo que llevaba a una disminución de conciencia y que constituirían colonias de abejas o colonias de hormigas. En otra oportunidad dijo: «Pues bien, ya han elegido. ¿Qué quieren ser, abejas u hormigas?».
El cuarto punto es que el Hombre está en cierto lugar en la Octava de su propio desarrollo entre las notas Mi y Fa. O. sugirió que deberíamos pensar acerca de esta cuestión en los siguientes términos. Tomando Do como punto de partida en la Octava ascendente, dijo: «Podríamos considerar a un individuo solo como Do, a un grupo familiar como Re y a una nación como la nota Mi. Como saben, entre Mi y Fa es preciso que se produzca un choque. Toda nuestra vida ordinaria consiste en octavas rotas del orden de Do, Re, Mi, que se repiten una y otra vez». O. prosiguió: «Para llegar a la nota Fa, con relación a la humanidad, mientras que el Hombre debe retener su sentimiento individual en la nota Do, su sentimiento familiar y de responsabilidad en la nota Re, su sentimiento nacional en la nota Mi, debe pasar a un nuevo sentimiento en la nota Fa en la que puede sentir la existencia de las otras naciones». Dijo: «La creación correcta del sentimiento nacional —esto es, la nota Fa— depende siempre de que hayan sonado las 3 notas previas —es decir Do, Re, Mi— y finalmente Fa. Los intentos artificiales de hacer sonar la nota Fa, a la que podemos llamar conciencia internacional, se hacen a expensas de las notas Do, Re, Mi. Esto equivale a decir que se pide a la gente que sea enteramente colectiva y que sacrifique su individualidad por una organización colectiva». La gente se desprende hasta de la conciencia a la que tiene derecho cuando se une en enormes masas tal como en las revoluciones, las guerras, etc. Esto es el colectivismo. El hombre debe aislarse interiormente de esas fuerzas colectivas antes de que pueda sentir el toque mágico de la individualidad que lo espera en un nivel superior. Aunque tenga que aislarse interiormente tiene que desempeñar su parte colectiva como Buen Amo de Casa sin identificarse con ella. Permítanme que les recuerde otra vez que el Buen Amo de Casa está definido como una persona que, ya sea hombre o mujer, cumple con su deber y se siente responsable hacia la vida, pero que no cree en la vida. Esto no quiere decir que un Buen Amo de Casa crea en otra cosa. La integridad del mundo en la actualidad y en el futuro depende del número de Buenos Amos de Casa que existen en cada nación. Como es sabido, al presente surgieron ciertas teorías que dicen que el Hombre fue hecho para el Sabat. La actual guerra es en realidad una lucha entre aquéllos que creen que el Hombre fue hecho para el Sabat y los que creen que el Sabat fue hecho para el Hombre. Ésta es la verdadera formulación del actual conflicto. Las hormigas y las abejas creen que el Hombre fue hecho para el Sabat —es decir, para el Estado— y vemos lo que les ha sucedido. Toda la situación actual fue formulada hace 2000 años en esa forma de esoterismo que es transmitida por los Evangelios en la enseñanza de un Hombre Consciente que dijo, cuando sanó a un hombre con la mano seca en el día de reposo y fue acusado por haberlo hecho: «El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo». La mano significa el poder de hacer y tener la mano seca era carecer del poder de acción individual. ¿No creen ustedes que es muy profundo el encadenamiento que hay en todo ello? ¿No creen que si cada día gana terreno la idea de que el Hombre fue hecho por causa del día del reposo, la mano de cada hombre se secará? Si se hace sonar la nota Fa equivocadamente se producirá una situación en la que los individuos tendrán que sacrificar todo por amor a un mundo internacionalista. Todo desarrollo de conciencia debe tener lugar mediante definidas etapas de las cuales cada una es una nota que suena en el desarrollo individual. Los intentos de acrecentar la conciencia por medio de tales formas de grupos internacionales solo harán que el Hombre sea cada vez más colectivo y menos individual. Es muy acertado decir: «El patriotismo no es suficiente». Pero si el internacionalismo suprime completamente el patriotismo, se logra una octava equivocada. La conciencia no se desarrollará de un modo correcto y tomaremos la dirección de las abejas o de las hormigas que han renunciado a todo sentido de individualidad y han llegado a ser insectos —o sea que carecen de conciencia, y aborrecen a todos los otros hormigueros o colmenas. Representemos la Octava que O. sugirió en los siguientes términos.
Do | Vida Orgánica |
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Si | Humanidad |
La | Raza Blanca |
Sol | Nuestra Civilización |
Fa | Europa |
----- | |
Mi | Una Nación |
Re | Una Familia |
Do | El Hombre |
Veremos que cada nota depende de la fuerza del sonido de la nota inferior —es decir, a no ser que Do, que es la persona individual, produzca un sonido bastante fuerte, el Hombre perderá toda su individualidad en la nota Mi que es el Estado. La cosa por la cual luchamos realmente no es según mi parecer expresada por la palabra democracia, sino por el sonido de las tres diferentes notas Do, Re, Mi, en su justa armonía, por así decirlo, con la posibilidad de dar la nota Fa— es decir, la conciencia y el sentimiento internacionales —sin que se pierdan, las otras tres notas.
La quinta idea del Trabajo es que el Hombre fue creado como un organismo capaz de autodesarrollo y puede alcanzar un nivel de ser superior por medio de un conocimiento y un trabajo correctos. Ésta, quizás, es la idea más central de todas. El Hombre es inferior a sí mismo tal como es, dormido en el mundo y al servicio de la naturaleza. Aquí es preciso que la gente estudie el origen de la Vida Orgánica, como Octava Lateral desde el nivel del Sol. El Hombre dormido, el Hombre mecánico, es usado. Pero fue creado para no ser usado —si hace un esfuerzo individual para despertar y separarse de la Personalidad—. La enseñanza esotérica debe ayudarlo. Toda esta parte exige pensar larga y profundamente durante muchos años.
Ahora diré algo más. Si la Esencia pudiera recordar, la guerra cesaría. Cuando la Esencia renace en la Recurrencia escoge la misma situación, la misma parte del Tiempo, y todo será lo mismo, si no ha crecido. Todo desarrollo en el sentido de Trabajo es el desarrollo de la Esencia, y ésta siempre recuerda. Desde luego una guerra colectiva apenas suscita algún recuerdo en la gente porque la Guerra colectiva es una manifestación de la Personalidad. La guerra estatal es obviamente una manifestación de la Personalidad colectiva. No obstante, algunas personas son capaces de recordar sus experiencias de la guerra. Todas las gentes que fueron muertas en esta guerra nacen otra vez en el pasado y algunas tal vez recuerden la próxima vez. Esto significa que en la Recurrencia las gentes pueden recordar y así cambiar el futuro de modo que cuando lleguen a 1938, digamos, serán capaces de recordar. Pero si han luchado en una forma espuria, si nunca han pensado profundamente sobre lo que hacían y no lo han comprendido, repetirán todo nuevamente. Todo el progreso de la Humanidad depende de aquéllos que recuerdan, de aquéllos que, repitiendo otra vez al pasado, recuerdan lo que sucedió antes —«en el futuro».—