Birdlip, 12 de diciembre, 1944
La ley del destino y la ley del accidente
Recientemente se hizo una pregunta en Londres sobre si el Ser atrae la vida. Se dio un ejemplo concreto sobre el particular mencionando el asesinato de uno de nuestros ministros en El Cairo. La pregunta tomó esta forma por lo que comprendí: «¿Por qué dispararon contra el chofer? ¿Se debió a su Ser? ¿Cómo explica el Trabajo tal incidente?». Encuentro que esta cuestión es muy interesante y merece que se la discuta una vez más y los siguientes comentarios se refieren a este problema.
En primer lugar, el Trabajo enseña que nuestro Ser atrae nuestra vida, por lo tanto desde ese punto de vista fue el Ser del chofer lo que atrajo su muerte en ese momento. Por consiguiente hablaremos ante todo sobre el significado del Ser, y para hacerlo es preciso pasar en seguida a otra enseñanza del Trabajo —a saber, que un hombre puede estar tanto bajo la Ley del Accidente como bajo la Ley de su Destino—. La pregunta entonces adopta esta forma: «La muerte del chofer ¿se debió a su Destino o se debió a la Ley del Accidente?». Ahora bien, si el chofer hubiera estado bajo la Ley de su Destino, entonces su muerte se debía a su Destino, pero si el chofer estaba bajo la Ley del Accidente su muerte era accidental. Ahora bien, la gente dirá que si nuestro estado de Ser atrae nuestra Vida, se sigue de ello que todo lo que nos sucede es Destino y por lo tanto es inevitable y, por así decirlo, predestinado. Pero es preciso comprender qué significa el Ser tal como somos. Nuestro Ser es una mezcla. Está compuesto de Personalidad y de Esencia. Esto es, nuestro nivel de Ser, tal como somos en la vida, no es una cosa sino muchas cosas diferentes, y las diferentes partes de nuestro Ser están bajo diferentes leyes. La parte de nuestro Ser que es esencial está bajo la Ley del Destino: la parte de nuestro Ser que es Personalidad, particularmente la Falsa Personalidad, está bajo la Ley del Accidente. Y esta mezcla de Esencia, Personalidad y Falsa Personalidad constituye nuestro nivel general de Ser por el momento. La Falsa Personalidad está bajo 96 órdenes de leyes, la Personalidad bajo 48 órdenes de leyes, la Esencia bajo 24 órdenes de leyes. Por lo tanto nuestro nivel de Ser es una cosa muy complicada. Cuando la Personalidad se hace gradualmente más pasiva —y esto quiere decir que ya se hace menos cargo de nosotros— nuestra Esencia empieza a crecer. Esto significa que empezamos a crecer dentro de nuestro Destino. No deben pensar que el Destino quiere decir algo fatal en el sentido de mortífero. Significa todo lo contrario. Significa que cuando nos sentimos más esenciales conocemos mucho más sobre nuestra verdadera vida, sobre lo que debemos hacer y pensar. En otras palabras, empezamos a conocer lo que somos prescindiendo de lo que nos han enseñado o hemos imaginado ser. El hipnotismo de la vida, como todos saben, es una fuerza muy poderosa, y los grandes y cambiantes aconteceres de la vida siempre ejercen su tremenda fuerza hipnótica sobre nosotros. Quizá juremos hacer esto o aquello —o, digamos, no hacer más la guerra— pero cuando el evento se presenta, cuando se oye el redoble de los tambores, olvidamos nuestra resolución y llegamos a identificarnos con el evento. Recuerdo que en una ocasión el Sr. O. dijo que los centenares de miles de hombres que recuerdan la última guerra están perfectamente seguros de que nunca se dejarán alistar en otra guerra. Dijo que esto era muy justo, pero que cuando el evento de otra guerra empezara a obrar sobre ellos, se olvidarían y verían la cuestión desde otro punto de vista. Al preguntársele por qué esto ocurría así, dijo que se debía a dos cosas, una que el Hombre no puede recordar y la otra que el Hombre es mecánico, una máquina puesta en movimiento por la vida exterior. Recuerdo que en una oportunidad discutí con él y le dije que mucha gente recuerda los horrores de la guerra y si otra guerra estallase, prácticamente nadie lucharía. Me contestó muy seriamente: «Nicoll, aún no ha comprendido lo que significa la mecanicidad. No ve con bastante hondura lo que el Trabajo enseña. Cree que el Hombre posee una Voluntad real y una Memoria real. Arguye desde el punto de vista de que el Hombre es ya consciente. Lo trágico es que el Hombre se considera consciente y no ve que es mecánico. ¿Qué significa la mecanicidad? Significa que una cosa es dirigida por otra cosa. El Hombre es dirigido por las circunstancias exteriores, por la vida. La vida se asemeja a una gran correa de transmisión que hace girar la maquinaria del Hombre. La gente nunca lo entiende, siempre cree que puede hacer y cuando hace algo que contradice las opiniones que había previamente expresado no ve ninguna contradicción debido a la acción de los topes. Los topes son las cosas más terribles en nosotros: su acción radica en suavizar el choque de las contradicciones. Le aseguro que cuando estalle la próxima guerra todos olvidarán lo que habían pensado y sentido previamente».
Le dije: «¿En el supuesto caso de que estalle otra guerra?». Permaneció silencioso y me miró y luego dijo: «¿Qué piensa usted?».
Ahora bien, cuando estamos bajo la Ley general de nuestro Ser estamos bajo leyes muy mezcladas porque nuestro Ser no está fusionado en una unidad. Tenemos, por así decirlo, algunos «Yoes» bajo la influencia de 96 órdenes de leyes, aquéllos que pertenecen en especial a nuestro lado puramente inventado, a las ridículas imágenes de nosotros mismos, o autoadoración. Luego tenemos otros «Yoes» que pertenecen a nuestra Personalidad, bajo 48 órdenes de leyes y finalmente tenemos unos pocos «Yoes» muy cercanos a la Esencia que están bajo 24 órdenes de leyes. La esencia es nuestro lado más real. Tras la Esencia está el «Yo» real, que se encuentra bajo 12 órdenes de leyes y en la escala cósmica está en el nivel del Sol. Estudiemos otra vez la octava lateral del Sol que crea la vida orgánica sobre la Tierra. Somos parte de la vida orgánica, esa enorme máquina que fue creada por razones cósmicas para transmitir las influencias provenientes de la parte superior del Rayo de Creación de modo que pudieran pasar por el estrecho lugar llamado el intervalo entre Fa y Mi, el lugar del semitono faltante, para que puedan alcanzar la terminación de nuestro Rayo particular, a saber nuestra Tierra y nuestra Luna. Nadie puede entender exactamente lo que sucede en la tierra y todas sus tragedias a no ser que tenga una clara idea de que somos parte de una maquinaria viviente que no fue construida con el propósito de beneficiar al individuo. La máquina llamada vida orgánica fue creada por el Sol —esto es, por influencias que son conscientes— no solo para reemplazar la parte faltante del gran Rayo sino también para que le fuera posible al Hombre en la Tierra progresar hacia lo alto en la escala de Ser por medio de la Enseñanza Esotérica. El Hombre puede ascender por la octava lateral del Sol. La Inteligencia Divina que está en el nivel del Sol ha hecho dos cosas que a primera vista parecen completamente contradictorias. Ha creado la vida orgánica en el punto donde tenía que hacerlo y al mismo tiempo dio al Hombre la posibilidad, como parte de la vida orgánica, de ascender por la escala lateral. Esta ascensión depende del desarrollo interior de un hombre particular, cuyo nivel de ser está caracterizado por la posesión del Centro Magnético. Por consiguiente un hombre puede permanecer dormido en la gran maquinaria del Rayo de Creación y ser usado simplemente por él o puede empezar a despertar y darse cuenta de que hay otra posibilidad que puede seguir. (Y cuanto más siga esa posibilidad, tanto más ayudará a la humanidad en general). Por esta razón el Trabajo enseña que el Hombre es un organismo capaz de desarrollo autónomo, y ahora se verá claramente por qué puede servir a la vida como un fin en sí o tomar la vida como el medio conducente a otro fin.
Ahora bien, tanto en el autodesarrollo como en el método que el Trabajo enseña sobre ese particular, lo primero que comprenderá es que es preciso observar y separarse de la Falsa Personalidad. A través de los «Yoes» que forman esa poderosa cosa llamada Falsa Personalidad o «Yo» imaginario, estamos en especial bajo la Ley del Accidente. En la terminología del Trabajo estamos bajo la influencia de la Luna que está bajo 96 órdenes de leyes. Si el Hombre empieza a enajenarse por las continuas reacciones de la Falsa Personalidad en él, comienza a adentrarse alejándose así de su lado externo reaccionante. Muchas reacciones mecánicas a las que antes se había entregado, tomándolas como si fueran él mismo, ya no ejercen más el mismo poder sobre él. Esto solo es posible mediante una larga y sincera observación de sí, mediante el conocimiento aplicado del Trabajo. Pero este movimiento interno será acompañado también por el comienzo de una liberación de lo que no le pertenece —a saber, la liberación de la Ley del Accidente—. Cuando empiece a trabajar sobre su Personalidad, sobre el pensamiento de que conoce, se alejará aún más de la Ley del Accidente y por lo tanto seguirá la dirección de la Ley de su Destino. ¿Por qué esto es así? Porque se traslada hacia la parte más real de sí. Arroja fuera de sí las pieles exteriores que no le pertenecen. Por así decirlo, se quita sus diversos vestidos. El Sr. O. dijo una vez que el Hombre tal como es, puede ser comparado psicológicamente con una persona que lleva un gran número de abrigos y que la acción del Trabajo se asemeja a desechar un abrigo tras otro. Cuanto más vestidos se llevan, tanto más se está bajo la Ley del Accidente: esto significa que todo puede sucedernos, además de nuestro Destino —significa que no se está en contacto con el propio Destino—. Solo se puede estar en contacto con ideas inventadas e imaginarias sobre sí mismo. Aquí llegamos a la cuestión de la gente que tiene lo que suele llamarse una fuerte Personalidad. Desde el punto de vista del Trabajo una fuerte Personalidad denota mucha debilidad. Tales personas insisten en sus derechos. Están seguras de conocer qué es qué. Están seguras de saber lo que es justo y lo que es injusto y suelen producir una fuerte impresión mientras las cosas no se apartan de lo que esperaban. Pero cuando las cosas siguen un curso diferente caen vencidas porque no tienen nada de real detrás de ellas. Carecen de flexibilidad, no tienen verdadera inteligencia, ni el poder de adaptarse a las diferentes situaciones. Muchas veces un hombre aparentemente débil es mucho más fuerte que esas personas de fuerte Personalidad que se sienten capaces de progresar. No ven su debilidad interior ni la enorme superestructura que llevan a cuestas y que no tiene nada que ver con ellas.
Regresemos ahora a la cuestión del chofer. Es muy probable que tengamos aquí a un hombre bajo la Ley del Accidente. Tiene que alistarse, que cumplir órdenes, es muerto de un tiro. Es simplemente un hombre mecánico ordinario. Quizá haya pensado profundamente sobre el sentido de las cosas y lo haya hecho probablemente más veces que encogerse de hombros y cumplir las órdenes que le daban. Ahora bien, en el supuesto caso de que dicho hombre haya pensado mucho y se haya dado cuenta de su situación y que hiciera su trabajo conscientemente y no mecánicamente, ello significaría que el centro de gravedad de la conciencia ya no está en el lado externo sino más internamente —esto es, más cerca de la Esencia—. Su Ser estaría entonces bajo la Ley de su Destino. Si su Destino era que lo mataran en ese momento, probablemente lo hubiera conocido con antelación. Si su Destino era no morir en ese momento, no lo habrían muerto. Habría tal vez caído gravemente enfermo un día o dos antes de que surgiera esa situación o se habría roto la pierna o se habría levantado demasiado tarde. Todos ustedes deben reflexionar sobre ese difícil problema del Accidente y del Destino a lo largo de estas líneas. «Muchas personas», dijo O. en una ocasión, «ya están muertas por su Destino pero siguen en vida por Accidente. Nos encontramos con ellas en la calle, en el club, en el restaurante. Pero muchas gentes que han muerto por Accidente si hubieran estado bajo la ley de su Destino seguirían aún con vida. Es increíble el número de personas que están muertas. Por lo general ocupan altos cargos oficiales. Tienen lo que es llamado una fuerte Personalidad —esto es, poseen una enorme cantidad de topes muy poderosos—. Reciben honores o distinciones pero ya están muertas y por cierto muchos han muerto hace mucho tiempo. La Ley de Accidente los mantiene con vida. Están, por así decirlo, accidentalmente vivos y siempre se aferran a la vida aunque ya están muertos». En otra oportunidad, el Sr. O. dijo: «Algunas enfermedades son accidentales y otras son fatales —es decir, están bajo el Destino o Fatalidad—». Pensé muchas veces acerca de este extraño término Ley del Accidente. Me preguntaba cómo el accidente podía ser una ley. ¿Cómo una ley puede ser un accidente? Comprendí gradualmente lo que significaba al darme cuenta de lo que quería decir estar bajo la Ley del Destino; que cuando estamos bajo la Ley de nuestro Destino las cosas concuerdan más con lo que debemos ser. Comprendí que el hombre que apilaba carbón no estaba destinado a ser un artista, y viceversa, y empecé a vislumbrar que lo que es llamado la Ley del Accidente se compone realmente de leyes que nunca deberían obrar sobre nosotros, leyes que no fueron creadas para que estuviéramos bajo ellas, y que para nosotros toman la forma de accidente. Por decirlo así, estamos atrapados en órdenes de leyes que no deberían afectarnos. Es semejante a un fuego encendido. El fuego está bajo sus propias leyes, pero si insistimos en arrojarnos al fuego nos ponemos bajo la Ley de Accidente porque no hay razón ninguna, para que nos arrojemos en una hoguera. Es una cuestión que merece ser pensada profundamente.
Ahora bien, retornando a la cuestión original, ¿fue un Accidente o fue el Destino? Cabe decir que fue probablemente un Accidente, pero como no conocemos a dicho hombre es realmente imposible saberlo con certeza. Es preciso comprender que las cosas suceden en esta Tierra tanto por Destino como por Accidente. Las cosas suceden justa e injustamente. Es imposible emitir juicio alguno sobre lo que sucede. No vivimos en un planeta consciente sino en un planeta situado en un punto muy bajo en la escala del Rayo de Creación. La Voluntad de Dios no se cumple en esta Tierra, tal como nos lo enseñan las palabras iniciales de la Oración de Dios, ni tampoco se cumple en nosotros. No progresamos. Las cosas no mejoran necesariamente. La gente no llega a ser más consciente. Y aquí es preciso pensar en lo que el Trabajo nos enseña y aprender a tener nuevas actitudes de acuerdo con nuestro significado en la Tierra. Por ejemplo, considerar cómo se manifiesta la Ley de Accidente en los bombardeos, y tener en cuenta muchas otras cosas y luego reflexionar sobre lo que enseña el Trabajo. No se pueden conservar las actitudes de la vida ordinaria y hacer este Trabajo. Es menester pensar de un modo nuevo. Es preciso arrepentirse, lo cual significa literalmente cambiar toda la manera de pensar sobre la existencia en este planeta.
(Después de haber leído lo que antecede, se hicieron nuevas preguntas y comentarios).
Me ocuparé del primer comentario: «Lo que se ha dicho sobre el chofer que quizá fue muerto por el Destino nos da al parecer una visión muy sombría del Destino». Concebir al Destino como algo fatal sugiere naturalmente algo desagradable, terrible. Creo que lo primero que debemos hacer es quitarnos de la mente la idea de que la Ley del Destino es en este sentido fatal. El Destino de un hombre puede llevarlo a un gran éxito o hacer que salve a su país de la revolución o que lo defienda en un momento de desastre. No debemos pensar que el Destino es desastroso. Sin embargo dicha palabra debido a nuestras acostumbradas asociaciones siempre sugiere algo malo y debemos esforzarnos en ver al Destino a una luz por completo diferente. Por ejemplo, el Destino de un hombre puede protegerlo de muchos accidentes peligrosos. Por su Destino no se le permite morir antes de su tiempo. En este sentido el Destino no significa nada de fatal o mortífero sino por el contrario una fuerza protectora. En el ejemplo del chofer, cuando se dijo que pudo haber muerto en aquel momento a causa de su Destino, no tengo la menor idea de que esto sea cierto o no. ¿Cómo es posible saberlo a menos de haber estudiado a ese hombre durante mucho tiempo y conocer todo lo que se pueda conocer sobre él? Apenas nos conocemos unos a otros y apenas nos conocemos a nosotros mismos y por eso nos es imposible saber si es el Destino o el Accidente lo que obra sobre una persona en un momento dado. Por cierto nos damos cuenta en lo que nos concierne que cuando estamos identificados o en malos estados negativos estamos más expuestos a la Ley del Accidente. Ahora bien, «Accidente» no significa meramente un accidente físico como el de ser muerto de un tiro o de quedar destrozado en un accidente automovilístico. El centro de gravedad del significado del Accidente es que nos sucede algo que no nos pertenece realmente o no debería sucedernos. Por ejemplo, un hombre puede vincularse con los asuntos de alguien que no tiene una verdadera conexión con él y de resultas de ello verse comprometido en algo que no tiene una verdadera relación con él. Supongamos que alguien me aconseja comprar un billete de lotería y de este modo me encuentro en posesión de cien mil libras esterlinas. ¿Qué creen ustedes, este hecho pertenece en mi vida al Accidente o al Destino? Tengo el convencimiento de que pertenece al Accidente y de que para mí no sería ningún bien sino que sería un estorbo en mi vida. En efecto, el Accidente sería fatal en un sentido ordinario. En una oportunidad el Sr. O. dijo:
«Cuando las gentes empiezan a sentir este Trabajo, al mismo tiempo se trasladan hacia la Esencia que está bajo la ley de su justo destino —su Fatalidad—. Ya no se puede esperar ganar en la lotería, tener más éxito, etc. No se puede esperar tener más suerte en el sentido ordinario». Hablaba a una persona que había comprado un billete de lotería con buena suerte y preguntaba si ello se debía al Trabajo. Le dijo que se debía simplemente al Accidente. Después me confesó a solas: «Sabe, Nicoll, supongamos que tenga suerte, ¿cree usted que el Trabajo le dará aún más suerte? Por el contrario, debe prepararse para perder muy probablemente esta suerte accidental». «Ahora bien, el momento del nacimiento es fatal, pero el momento de la muerte no es fatal. La Esencia es la causa de nuestro nacimiento y la Esencia está bajo la Ley del Destino. Al nacer somos pura Esencia. No hemos adquirido Personalidad ninguna. Quizá debamos al Destino el morir en edad temprana, pero una vez que la Personalidad empiece a rodear a la Esencia y una vez que la Falsa Personalidad se invente a sí misma, obra sobre nosotros la Ley del Accidente. Hemos nacido en un mundo de gente dormida y no tardamos en dormirnos a nuestra vez. Si pudiéramos mantenernos despiertos permaneceríamos en contacto con la Esencia y de este modo con nuestro Destino». Esencialmente —esto es, por el Destino, un hombre puede ser un artista, un músico u otras cosas—. Si la Esencia se ha desarrollado en una recurrencia previa el hombre suele sentir su Destino con más fuerza de lo que siente las influencias de vida que están formando su Personalidad. Más por lo general la Personalidad, por medio de la sugestión y la imitación, nos circunda de tal modo que perdemos el contacto con nosotros mismos y así nos apartamos de la Ley de nuestro Destino; Entonces nos puede suceder cualquier cosa porque estamos más o menos bajo la Ley del Accidente. Empezamos a hacer y decir cosas, empezamos a imitar a las otras personas, y todo ello tiene mucho o nada que ver con nosotros y suele ponernos en situaciones que no nos pertenecen de hecho. Estamos cubiertos por enorme cantidad de pesados abrigos. Tendremos que quitárnoslos gradualmente, uno tras otro. Tenemos que aprender lo que significa decir: «En realidad no me asemejo a esto: esto no es “Yo”». Éste es el trabajo de la separación interior, que nos lleva hacia el desarrollo de nuestra vida esencial bajo la Ley de nuestro Destino —esto es, nuestro verdadero destino, nuestra verdadera significación— y de ello empieza a formarse la verdadera individualidad. Seguir esta senda es solo posible por medio de la observación de sí y la separación interior. Cada uno de ustedes debe haber advertido que tiene en su persona «Yoes» de los cuales quiere separarse porque llevan a toda clase de situaciones accidentales y por cierto carentes de sentido, mientras que los «Yoes» más profundamente ubicados saben que aquéllos son por completo inútiles y que siempre les hacen tomar un mal rumbo. Cuando lleguen a entenderlo comprenderán lo que significa el Accidente y por el creciente desagrado que les produzcan aquellos «Yoes» conocerán una conciencia más profunda. Reconocerán aquellos «Yoes» equivocados, y entonces preferirán permanecer en constante contacto con los «Yoes» que forman esta conciencia más profunda. Cuando uno se dice a sí mismo genuinamente: «Este “Yo” que habla a través de mi en este momento no es realmente “Yo”», conocerá que tiene la percepción de algo más profundo y empezará a comprender que su parte más real o esencial es aquélla que pertenece a su destino, a lo que es en realidad. Entonces comprenderá en la práctica el significado que tienen para su persona el Accidente y el Destino.