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Medio mes después de que muriera mi tercera novia, leí La bruja, de Michelet. Es un libro brillante. Aquí tenéis un párrafo:
«El destacado juez Remy de la región de Lorena hizo quemar a ochocientas brujas y se enorgullecía de esa “política del terror”. Señaló: “Mi justicia es tan absoluta, que dieciséis personas prefirieron suicidarse a que yo me hiciera cargo de ellas”».
«Mi justicia es tan absoluta»: estas palabras son insuperables.