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Ah no, el señor Pelletier no volverá esta tarde, ni mañana. Se ha marchado cuatro días y estará de vuelta la semana próxima. ¿Qué puedo hacer por usted?

El perfume embriagador de Corinne Santos parece haber impregnado los muebles, la moqueta y cada centímetro cúbico de aire, como si ocupara ese despacho desde la noche de los tiempos. Sus gestos amanerados, su dicción vagamente rebuscada, las bolas de plástico rojo de su collar, todo en esa mujer le disgusta. Mathilde la odia. Y se reprocha odiarla hasta ese punto. Tener tantas ganas de rasgarle sus papeles, deshacerle el moño, escupirle en la cara. Le gustaría que Corinne Santos fuese más despreciable aún, que rebosara vulgaridad, que acumulase los errores, las meteduras de pata y las equivocaciones, que demostrase una incompetencia espectacular, que la sorprendiesen junto a Jacques en una posición que evocase singularmente una felación, que la noticia recorriese la empresa en dos horas, que se convirtiesen los dos en objeto de las murmuraciones más pérfidas. Le gustaría que Corinne Santos se desintegrase allí mismo, ante sus ojos, que se desinflase o se convirtiese en polvo.

Mathilde distingue su propio reflejo en el cristal. Rígido.

Ella es como él. Como todos ellos. Tan mediocre. Tan pequeña.

La empresa ha hecho de ella ese ser mezquino e injusto.

La empresa ha hecho de ella ese ser de rencor y amargura, ávido de represalias.

Ha salido del despacho de Corinne Santos sin añadir ni una palabra. Ha pasado por el cuarto de reprografía para coger un paquete de folios. Ha vuelto a su antro, ha roto el embalaje y cogido una hoja en blanco.

Arriba a la derecha, ha escrito sus coordenadas. A la derecha, el nombre de la empresa y el de Patricia Lethu.

Objeto: Carta de dimisión

Entregada a la interesada con acuse de recibo.

Señora:

Por la presente, la informo de mi voluntad de dimitir del puesto de adjunta al director de Marketing que ocupo desde el 7 de enero de 2001.

Teniendo en cuenta el contexto, le agradecería que me dispensara de efectuar mi preaviso.

Le agradezco anticipadamente que me informe lo antes posible de la fecha oficial de mi último día de trabajo.

Mathilde la arruga, la tira y vuelve a empezar.

Objeto: Carta de dimisión

Señora:

Pongo fin a nuestra colaboración y le confirmo por la presente mi dimisión de su empresa. Me gustaría que mi dimisión sea efectiva a partir del 22 de mayo de 2009.

Quedo a su disposición para cualquier información complementaria. Le ruego que acepte mis saludos.

Es la última cosa que debe hacer. Lo sabe. Lo que hay que evitar a cualquier precio. Cueste lo que cueste.

El recurso al que nunca hay que rendirse, nunca.

Pero llega un momento en el que el precio se ha vuelto demasiado alto. Sobrepasa los recursos. Un momento en el que hay que salir del juego, aceptar que se ha perdido. Llega un momento en el que no se puede caer más bajo.