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A la mañana siguiente se
había convocado una reunión a las nueve en punto para hablar del
accidente del día anterior. Logan no estaba invitado, pero se
enteró por Rush durante el desayuno y pudo entrar en la sala de
reuniones A del sector Blanco gracias a la intercesión del
médico.
La estancia era grande y sin ventanas. Había
dos filas de sillas dispuestas en semicírculo. Una pared estaba
cubierta por una gran pizarra blanca, y en la otra había dos
pantallas de proyección digital. Un gran mapa del Sudd obtenido por
satélite, punteado por chinchetas de colores y lleno de posits con
anotaciones a mano, colgaba de un soporte elevado. Logan reconoció
a algunos de los allí reunidos. Christina Romero estaba allí, y
también Valentino; un pequeño grupo de técnicos y operarios rodeaba
al jefe de operaciones de la excavación.
Logan se sirvió una taza de café y tomó
asiento en la segunda fila de sillas, detrás de Rush. Apenas se
había sentado cuando el hombre mayor de cabello rubio y ralo, el
mismo que había visto ante el generador el día antes, carraspeó y
tomó la palabra.
—Bien —dijo—, hablemos de la situación. —Se
volvió hacia un hombre vestido con un mono blanco—. Campbell, ¿cuál
es el estado de la red eléctrica.
El tal Campbell tomó aire.
—Hemos aumentado el generador número uno
hasta el noventa y ocho por ciento de su potencia máxima. Nuestro
rendimiento nominal ha bajado al sesenta y cinco por ciento.
—¿Cómo está el sistema de recolección y
procesado de metano?
—No se ha visto afectado. Los barredores y
las pantallas intermedias funcionan a pleno rendimiento, pero con
el generador número dos fuera de servicio hemos tenido que
disminuir la producción de combustible.
—Gracias a Dios que siguen operativos. —Se
volvió hacia una mujer menuda que tenía una tableta en el regazo—.
Si el rendimiento ha bajado un treinta y cinco por ciento, ¿cómo
afecta eso al funcionamiento de la estación?
—Hemos reducido los servicios no esenciales,
doctor March —respondió ella.
Logan miró al hombre de cabello ralo con
renovado interés. «O sea que este es Fenwick March», pensó. Había
oído hablar de él; era el arqueólogo jefe de la excavación. Según
Romero, era quien estaba al mando en ausencia de Stone, y parecía
que disfrutaba escuchándose a sí mismo.
—¿Y qué pasa con la operación de búsqueda
principal?
—No se ha visto afectada. Hemos desviado la
energía y el personal necesarios.
March se volvió hacia una tercera
persona.
—Montoya, ¿qué me dices de la sustitución
del generador?
El aludido se irguió en su silla.
—Hemos cursado varias peticiones.
La expresión de March cambió bruscamente,
casi como si de repente hubiera olido algo desagradable.
—¿Peticiones?
—Tenemos que obrar con tacto. Un generador
de seis mil kilovatios no es algo habitual por estas latitudes, no
podemos arriesgarnos a llamar la atención de Jartum ni...
—¡Maldita sea! —lo interrumpió March—. No me
vengas con excusas. Necesitamos sustituir el generador, ¡y tiene
que ser ya!
—Sí, doctor March —repuso el otro con la
cabeza gacha.
—Tenemos un calendario muy apretado. No
podemos permitirnos imprevistos, y menos aún perder la mitad de la
energía.
—Sí, doctor March —repitió el hombre
hundiendo la cabeza entre los hombros como si deseara hacerla
desaparecer.
March miró en derredor y sus ojos se posaron
en Valentino.
—¿Ha examinado lo que queda del generador
número dos?
Valentino hizo un gesto afirmativo con su
cabezota.
—¿Y?
Valentino se encogió de hombros. Era
evidente que no se dejaba intimidar por el arqueólogo jefe, y este
se daba cuenta.
—Bueno —insistió este—. ¿Puede decirme qué
ocasionó la explosión?
—Es difícil. La unidad estaba hecha pedazos
y medio fundida. Tal vez un estátor defectuoso, o un fallo en una
de las bobinas. Fuera lo que fuese, el calor se extendió a los
acopladores y a los anillos del colector y de ahí al tanque
auxiliar.
—El tanque auxiliar... —March se volvió
hacia Rush como si hubiera recordado algo de repente—. ¿Sabes algo
más de Rogers?
El médico meneó la cabeza.
—Lo último que me comunicaron es que se
encontraba en estado crítico en el hospital copto. Estoy esperando
el informe de la enfermera.
March masculló algo. Luego miró de nuevo a
Valentino.
—¿Puede decirme al menos si el incendio fue
causado por un fallo mecánico o por un defecto estructural o si
intervino... algún factor externo?
Christina Romero alzó la vista y cruzó una
mirada con Logan mientras le dedicaba una sonrisa burlona.
—Al decir «elemento externo» —dijo
Valentino—, ¿se refiere a algo como un sabotaje?
—Es una posibilidad —contestó March con
prudencia.
Valentino lo meditó durante un
momento.
—Si fue un sabotaje, y sí, es posible que
algún figlio di puttana metiera mano a la
maquinaria, el fuego habrá destruido cualquier prueba.
—¿Qué te hace pensar en un sabotaje,
Fenwick? —preguntó Rush en voz baja—. Tú sabes mejor que nadie que
todos los miembros del equipo han sido investigados.
—Lo sé —repuso March bajando la vista—, pero
nunca había trabajado en una expedición en la que salieran mal
tantas cosas. Es como si... —Hizo una pausa—. Es como si alguien
deseara que la excavación fracasara.
—Si fuera así —dijo Rush—, hay muchas formas
mejores de lograrlo que estropear un generador.
March levantó la vista lentamente y le lanzó
una mirada cargada de significado.
—Eso es cierto —dijo—, muy cierto.