17

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente se había convocado una reunión a las nueve en punto para hablar del accidente del día anterior. Logan no estaba invitado, pero se enteró por Rush durante el desayuno y pudo entrar en la sala de reuniones A del sector Blanco gracias a la intercesión del médico.
La estancia era grande y sin ventanas. Había dos filas de sillas dispuestas en semicírculo. Una pared estaba cubierta por una gran pizarra blanca, y en la otra había dos pantallas de proyección digital. Un gran mapa del Sudd obtenido por satélite, punteado por chinchetas de colores y lleno de posits con anotaciones a mano, colgaba de un soporte elevado. Logan reconoció a algunos de los allí reunidos. Christina Romero estaba allí, y también Valentino; un pequeño grupo de técnicos y operarios rodeaba al jefe de operaciones de la excavación.
Logan se sirvió una taza de café y tomó asiento en la segunda fila de sillas, detrás de Rush. Apenas se había sentado cuando el hombre mayor de cabello rubio y ralo, el mismo que había visto ante el generador el día antes, carraspeó y tomó la palabra.
—Bien —dijo—, hablemos de la situación. —Se volvió hacia un hombre vestido con un mono blanco—. Campbell, ¿cuál es el estado de la red eléctrica.
El tal Campbell tomó aire.
—Hemos aumentado el generador número uno hasta el noventa y ocho por ciento de su potencia máxima. Nuestro rendimiento nominal ha bajado al sesenta y cinco por ciento.
—¿Cómo está el sistema de recolección y procesado de metano?
—No se ha visto afectado. Los barredores y las pantallas intermedias funcionan a pleno rendimiento, pero con el generador número dos fuera de servicio hemos tenido que disminuir la producción de combustible.
—Gracias a Dios que siguen operativos. —Se volvió hacia una mujer menuda que tenía una tableta en el regazo—. Si el rendimiento ha bajado un treinta y cinco por ciento, ¿cómo afecta eso al funcionamiento de la estación?
—Hemos reducido los servicios no esenciales, doctor March —respondió ella.
Logan miró al hombre de cabello ralo con renovado interés. «O sea que este es Fenwick March», pensó. Había oído hablar de él; era el arqueólogo jefe de la excavación. Según Romero, era quien estaba al mando en ausencia de Stone, y parecía que disfrutaba escuchándose a sí mismo.
—¿Y qué pasa con la operación de búsqueda principal?
—No se ha visto afectada. Hemos desviado la energía y el personal necesarios.
March se volvió hacia una tercera persona.
—Montoya, ¿qué me dices de la sustitución del generador?
El aludido se irguió en su silla.
—Hemos cursado varias peticiones.
La expresión de March cambió bruscamente, casi como si de repente hubiera olido algo desagradable.
—¿Peticiones?
—Tenemos que obrar con tacto. Un generador de seis mil kilovatios no es algo habitual por estas latitudes, no podemos arriesgarnos a llamar la atención de Jartum ni...
—¡Maldita sea! —lo interrumpió March—. No me vengas con excusas. Necesitamos sustituir el generador, ¡y tiene que ser ya!
—Sí, doctor March —repuso el otro con la cabeza gacha.
—Tenemos un calendario muy apretado. No podemos permitirnos imprevistos, y menos aún perder la mitad de la energía.
—Sí, doctor March —repitió el hombre hundiendo la cabeza entre los hombros como si deseara hacerla desaparecer.
March miró en derredor y sus ojos se posaron en Valentino.
—¿Ha examinado lo que queda del generador número dos?
Valentino hizo un gesto afirmativo con su cabezota.
—¿Y?
Valentino se encogió de hombros. Era evidente que no se dejaba intimidar por el arqueólogo jefe, y este se daba cuenta.
—Bueno —insistió este—. ¿Puede decirme qué ocasionó la explosión?
—Es difícil. La unidad estaba hecha pedazos y medio fundida. Tal vez un estátor defectuoso, o un fallo en una de las bobinas. Fuera lo que fuese, el calor se extendió a los acopladores y a los anillos del colector y de ahí al tanque auxiliar.
—El tanque auxiliar... —March se volvió hacia Rush como si hubiera recordado algo de repente—. ¿Sabes algo más de Rogers?
El médico meneó la cabeza.
—Lo último que me comunicaron es que se encontraba en estado crítico en el hospital copto. Estoy esperando el informe de la enfermera.
March masculló algo. Luego miró de nuevo a Valentino.
—¿Puede decirme al menos si el incendio fue causado por un fallo mecánico o por un defecto estructural o si intervino... algún factor externo?
Christina Romero alzó la vista y cruzó una mirada con Logan mientras le dedicaba una sonrisa burlona.
—Al decir «elemento externo» —dijo Valentino—, ¿se refiere a algo como un sabotaje?
—Es una posibilidad —contestó March con prudencia.
Valentino lo meditó durante un momento.
—Si fue un sabotaje, y sí, es posible que algún figlio di puttana metiera mano a la maquinaria, el fuego habrá destruido cualquier prueba.
—¿Qué te hace pensar en un sabotaje, Fenwick? —preguntó Rush en voz baja—. Tú sabes mejor que nadie que todos los miembros del equipo han sido investigados.
—Lo sé —repuso March bajando la vista—, pero nunca había trabajado en una expedición en la que salieran mal tantas cosas. Es como si... —Hizo una pausa—. Es como si alguien deseara que la excavación fracasara.
—Si fuera así —dijo Rush—, hay muchas formas mejores de lograrlo que estropear un generador.
March levantó la vista lentamente y le lanzó una mirada cargada de significado.
—Eso es cierto —dijo—, muy cierto.