UNA PÁGINA ROTA

A la mañana, cuando fui a desayunar, la muchacha me estaba esperando.

—Creí que no querías hablar conmigo.

—Lo pensé mejor. ¿En serio estás dispuesto a buscar a Míster Chan-Chan?

—A eso vine. Pero la única pista que tengo es este hotel.

Me miró con gravedad. Me di cuenta de que por unos segundos ella había esperado que yo tuviera la respuesta.

—Yo también vine a buscarlo, hace quince días. Estaba esperando cumplir los 16, que mi mamá me dejara viajar. Mi padre vino a esta ciudad cuando se fue de casa, hace seis años. Se alojó en este hotel. Estuvo unos días en el cuarto en el que estoy ahora.

—¿No le dijo nada a tu tía?

—Apenas hablaba. Estaba amargado, consumido por los nervios. De noche se oían sus grandes pasos, que resonaban en todo el hotel. Una mañana salió diciendo que iba a buscar trabajo; nunca volvió.

—¿Hay algún amigo al que le podamos preguntar?

—No, después del incidente ya no se comunicó con nadie.

—¿Qué incidente?

—¿Ni siquiera sabés eso? Que él mismo te cuente eso, si lo encontrás. Tiempo después de que se fuera me mandó una carta.

Buscó en sus bolsillos y sacó un papel amarillo, casi marrón, parecía la hoja de un libro viejo.

—¿Puedo leerla?

—¡No!

—Ahí puede haber una pista, para saber dónde está.

—La leí muchas veces. La conozco de memoria. No hay ninguna pista.

—¿Me dejarías ver el sobre?

—Estaba furiosa y lo hice pedazos. Pero no había ningún remitente. En la estampilla había una mariposa azul.

Yo noté algo en la carta y estiré la mano para alcanzarla. Ella pensó que quería sacársela y dio un tirón. Yo me quedé con un tercio de la hoja en la mano.

—Era lo único que tenía de mi padre y ahora está roto.

—Perdón. Solo quería…

Se puso de pie, furiosa.

—No tenés nada que ver con Míster Chan-Chan. ¿Por qué no te vas de este hotel y de la ciudad AHORA MISMO?

Se marchó, rumbo a su cuarto. Me quedé mirando el trozo del papel con el que me había quedado.