Birdlip, 30 de octubre, 1943
Breve comentario sobre la importancia del esfuerzo individual en el
trabajo
Esta noche quiero recordarles un tema sobre el cual hemos hablado a menudo hace algún tiempo. Recuerdo que interesó a muchas personas, de modo que voy a referirme otra vez a ese tema. Tiene que ver con la idea de Trabajo según la cual todo hombre es «un organismo que se desarrolla a sí mismo» y debe hacer un esfuerzo individual. Cada persona debe desarrollarse a sí mismo en todos sus aspectos.
Empecemos así. La mayoría de la gente no hace esfuerzo alguno fuera de su rutina cotidiana, porque cree que si alguien es capaz de hacer algo mejor que ella es inútil intentarlo. Por cierto esto es un punto de vista muy común en la vida. La gente dice: «¿Por qué he de hacer esto o aquello, cuando los otros lo hacen mucho mejor?». Esta actitud está muy equivocada. Esforzarse más allá de ese punto es el comienzo del crecimiento individual. Esta actitud es exactamente lo que impide a la gente tener una experiencia individual, o más bien, impide el crecimiento de sus centros por la experiencia personal. Tratemos de comprender lo que significa. Si usted —es decir, usted que ahora está sentado allí— cree que no le conviene ir más allá del actual círculo de su vida cotidiana, en tal caso no comprende lo que significa el esfuerzo individual. Tal vez diga: «¿Qué ganaré si trato de comprender esto o de hacer un esfuerzo superior a lo que estoy haciendo actualmente?».
Ya han oído todos ustedes que cada cual debe hacer un esfuerzo mecánico. La vida orgánica ofrece tales condiciones que cada conejo, cada zorro, cada animal, cada planta, cada hombre y mujer, tienen que hacer un esfuerzo mecánico para poder vivir. Pero el Esfuerzo Consciente está más allá de ese nivel.
Pueden practicar o no este Trabajo. Pero es preciso que todos comprendan que si lo practican, ahora, en este mismo momento (no mañana) es necesario hacer un esfuerzo que esté más allá del esfuerzo mecánico. Lo que importa en el Trabajo es transformar la vida cotidiana. Por eso se dice que si se presta atención meramente al Trabajo y no se lo pone en práctica, nada cambiará en uno. Supongamos, por ejemplo, que ha oído decir muchas veces que debe observar sus diferentes «Yoes» y tratar de no identificarse con ellos. Pues bien, podrá oírlo día tras día, año tras año, y decir que ya está enterado de todo y preguntar por qué no se dice otra cosa. Sin embargo, ha oído decir que el Trabajo exige practicar una cosa definida sobre sí —ahora, en este mismo momento— sí, en este mismo momento.
Ahora bien, en cuanto al ejemplo que hemos dado —la elección de unos «Yoes» en uno y el rechazo de otros «Yoes»— hay una interesante parábola sobre este particular. Explica, en cierto nivel, el tema que estamos tratando. Se refiere a la selección y al rechazo interior de los «Yoes». Han oído cuantas veces el Trabajo les dice: «No acompañen a los “Yoes” equivocados». Significa ello que es preciso comprender por medio de la observación de sí que se tienen diferentes «Yoes». (Aquí me gustaría preguntar a cada uno de ustedes si ya lo ha comprendido). La parábola que se refiere a la selección de los «Yoes» es la siguiente:
«Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera». (Mateo, XIII, 47-48).
Reflexionen lo que significa «echar lo bueno en cestas». ¿Tienen ustedes una cesta? ¿Acaso han logrado ya por medio de la observación de sí el poder de la selección interior, es decir, de echar fuera los «Yoes» negativos, y los pensamientos y emociones negativos, y de recoger las buenas ideas y sentimientos y experiencias?