Birdlip, 1.º de mayo, 1943
Consideración Interna y Consideración Externa IX
sobre ser pasivo (3)

En la última disertación hemos dicho que el trabajo sobre sí de un hombre se inicia en el momento en que empieza a sentir que hay en él dos hombres. Uno de ellos es pasivo y lo más que puede hacer es registrar y observar lo que le está sucediendo en manos del otro. El otro, el que se llama a sí mismo «Yo», es activo. Habla de sí mismo en primera persona. Se considera como si fuera el verdadero hombre, el hombre mismo. Obsérvese que se dice que el trabajo de un hombre se inicia en el momento en que empieza a sentir dos hombres en sí mismo, uno pasivo y el otro activo. Ahora bien, ¿cuántos, creen ustedes, pueden llegar a esta etapa? Permítanme que haga a cada uno de ustedes esta pregunta: «¿Ha llegado usted a esta etapa con una clara conciencia de tener en sí un lado activo que seguirá haciéndose cargo de usted en todo momento y un lado pasivo que solo puede mirar y darse cuenta de que esto ocurre así, y que es por completo impotente frente al lado activo?». Si puede contestar con certeza que ha llegado a esta etapa, merece que lo feliciten porque significa que en usted tuvo lugar una división interior muy importante, necesaria para todas las etapas posteriores del Trabajo. Porque es exactamente ese lado pasivo, que se ha separado del activo, el que puede crecer. La evolución de un hombre en el sentido de Trabajo es una evolución del lado pasivo y no del lado activo en él. Pero debido a que esta división interior entre un lado pasivo y uno activo es tan difícil de lograr, y necesita tanto tiempo y es acompañada por tantos fracasos, el trabajo personal se detiene o gira en redondo.

Como este tema es tan importante y tan difícil de entender, permítanme que les plantee la cuestión de otra manera: «¿Comprende su mecanicidad, y la comprende siempre?». ¿Qué significa «comprender su mecanicidad»? Significa que empieza a darse cuenta que es una máquina que reacciona a las influencias exteriores. Ella no actúa, sino que reacciona. Todo lo que ha tomado como acción individual y consciente es mecánico. En otras palabras, comprender qué es la mecanicidad, es comprender que no puede comportarse de un modo diferente del que se comporta. Ahora bien, todos creen que son libres y que pueden actuar tal como desean o escogen. Todos creen que pueden decir esto o aquello por haberlo escogido o hacer esto o aquello por haberlo escogido. El Trabajo les enseña que esto es una ilusión. Dice que es la primera gran ilusión que debe ser disipada por el trabajo práctico sobre sí. El Hombre no puede hacer. Con el fin de hacer, un hombre ha de ser libre para hacer. Con el fin de hacer, primero un hombre debe ser. Y para ser un hombre debe llegar a ser una unidad. Entonces es libre. Pero el hombre tal como es no es libre, aunque acaricia la idea de serlo. Todo cuanto hace le es dictado por su máquina —es decir, por la clase de máquina que fue construida en él por las circunstancias, la educación, la imitación, la fantasía, los estados negativos, las actitudes, las opiniones y así sucesivamente—. Éste es uno de los principios fundamentales en la enseñanza psicológica de este Trabajo. Un hombre no puede hacer. Ello hace en él —es decir, la máquina «hace»—. Esto es lo que significa la frase de que un hombre debe llegar a la etapa, por medio de una larga y a menudo penosa observación interior, de la comprensión de que hay en él dos hombres, uno activo y el otro pasivo. El hombre activo «hace» todo —reaccionando a las impresiones—. El hombre pasivo —una vez que llegó a la existencia consciente— no puede hacer nada al comienzo. Solo puede observar lo que el hombre activo «hace» y durante largo tiempo debe someterse a él, por más que a él le gustaría que las cosas fueran diferentes. Llegar a ser pasivo hacia uno mismo es la primera etapa del Trabajo. Requiere una gran actividad interior de atención. La cuestión del control de la personalidad surge más tarde (no aquí). Antes de que se plantee esta cuestión, un hombre debe estudiar lo que significa llegar a ser pasivo para consigo mismo, lo que significa no identificarse consigo mismo en todo momento —de otro modo estará todo el tiempo identificado consigo mismo. Esto incluye la totalidad de sí mismo— todo cuanto observa en el curso del tiempo no solo lo que personalmente cree malo, sino todo. Es por eso por lo que se dice tan a menudo que la observación de sí no debe ser crítica. Si es crítica solo observará una parte y nunca pensará en observar otra parte con la cual puede estar relacionada. El hombre pasivo aún no tiene la fuerza suficiente para cambiar nada en el hombre activo —es decir, para controlarlo. Desdichadamente, la gente, desde el mismo comienzo, intenta controlar, intenta hacer. Esto es imposible, a menos que se establezca el punto exacto de control. El punto exacto de control deriva del fortalecimiento gradual del hombre pasivo.

Muchas veces se dice en el Trabajo que el hombre está en una prisión. Las charlas originales se referían a menudo a la «prisión» y a «escapar de la prisión». Mas para escapar un hombre debe advertir primero que está en la prisión y ver en qué sitio está su prisión. Citaré unas palabras que se dijeron con referencia a este particular: «Si un hombre que está en la prisión tiene alguna probabilidad de escapar, ante todo es preciso que se dé cuenta de que está en la prisión. Si imagina que está libre, ¿cómo podrá pensar en escapar de la prisión? Contemplará esta idea como un disparate. Mientras no se dé cuenta de que está en la prisión, se creerá libre y no tendrá posibilidad alguna de liberarse. Nadie puede ayudarlo. Nadie puede liberarlo por la fuerza, contra su voluntad, oponiéndose a sus deseos. Para que la liberación sea posible, lo primero que se exige es que un hombre sienta que está en la prisión y empiece a estudiar la prisión en la cual está y los medios para escapar. Y solo puede lograr la libertad de resultas de un largo trabajo —y con ello se quiere decir un esfuerzo consciente, dirigido hacia un propósito definido—. Pero con el fin de escapar a la prisión, es preciso que un hombre sea ayudado. Es menester decirle lo que tiene que hacer y decírselo una y otra vez, y se lo tienen que decir aquéllos que ya se han escapado y que a su vez han transmitido sus conocimientos a otros que se dieron cuenta que están en la prisión y se preparan para escapar».

De lo dicho en la cita que acabamos de mencionar, debemos comprender que no se alude a una prisión física ni tampoco a que el cuerpo es una prisión. Queremos decir que es preciso escapar de una prisión psicológica. Cada hombre está en la prisión de sí mismo. Si un hombre pudiera ponerse detrás de sí mismo —es decir, estar tras cada aspecto y cada manifestación de sí, sea que lo crea bueno o malo— entonces sería capaz de ver la prisión donde vive. Pero, con el fin de hacerlo, es preciso que sea pasivo consigo mismo. Es menester que vea todas sus reacciones, sea que las considere buenas o malas, pasivamente. Es preciso que vea todas las opiniones que expresa, sea que las considere buenas o malas, pasivamente. Es preciso que vea sus actitudes. Y cuando llegue a esta etapa, por una prolongada observación de sí, entonces estará realmente dividido en dos hombres —uno activo y el otro pasivo. El hombre pasivo está dentro o detrás del hombre activo. En esta etapa el hombre pasivo es impotente pero, si bien es impotente frente al hombre activo, ahora tiene conciencia de él. Ve su prisión. Éste es el punto de partida de un verdadero cambio. Por eso les repetiré la pregunta que hice antes: «¿Han llegado a la etapa en que entienden que hay en ustedes un lado activo que se hace cargo de ustedes en todo momento y un lado pasivo que solo puede mirar y es por completo impotente frente al lado activo?».

Cuanto menos se identifique un hombre consigo mismo, más llegará a ser pasivo para consigo mismo.

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Uspenskiï Libro 1
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