Birdlip, 18 de octubre, 1941
Algunas notas sobre el trabajo equivocado de los centros parte I

Una de las más interesantes ideas que se encuentran en este sistema de enseñanza es que el hombre tiene diferentes mentes y que el intelecto es solo una de las mentes que posee. Tomemos el diagrama de los diferentes centros en el hombre con arreglo a la enseñanza.

Cada uno de estos centros es una «mente». Cada uno de ellos representa una diferente clase de mente.

Se pueden comparar aproximadamente los centros, con máquinas muy delicadas y extremadamente complejas, y pensar que cada máquina fue proyectada para un diferente propósito y empleo. Además, cada máquina está compuesta por máquinas separadas más pequeñas o por máquinas que están dentro de máquinas, y éstas pueden trabajar por sí mismas. Es decir, el centro entero o la máquina entera puede trabajar, o solo una pequeña parte de ella. Todos los hombres poseen estas muy complejas y delicadas máquinas, pero al no saber nada o casi nada acerca de ellas, están propensos a usarlas en una forma equivocada. De hecho, creen que solo tienen una mente y esta única mente puede ocuparse de todo. Y la idea de una mente está ligada a la ilusión de que el hombre es uno —es decir, a la forma de imaginación que todos tienen— a saber, que el hombre es internamente uno, una unidad, que tiene una voluntad y un «Yo» permanente, y que posee plena conciencia y conocimiento de sí y el poder de hacer. Es una cosa muy extraña e interesante sobre la cual nadie ha reflexionado con bastante profundidad —porque conduce al origen de la «enfermedad» interior del hombre— y se necesita mucho tiempo antes de que el hombre sea capaz de soportar la idea de que internamente no es uno sino muchos, que no hay unidad en él ni armonía sino multiplicidad y falta de armonía, que no tiene un «Yo» permanente y real sino centenares de diferentes y muy contradictorios «Yoes» que se hacen cargo de él en diferentes momentos, que no tiene verdadera voluntad sino una hueste de cambiantes y antagónicas voluntades, pertenecientes a cada uno de esos «Yoes», que rara vez tiene momentos de conciencia sino que por lo general está en un estado peculiar de soñar despierto, y de resultas de ello carece del poder de hacer y así vive en un mundo donde todo sucede y nadie puede impedir que todo suceda. Aún la idea de que un hombre no tiene una mente sino diferentes centros o mentes suele ser resistida o considerada tan fantástica como decir que la gente no es consciente. De hecho, nadie quiere enfrentarse consigo mismo y su verdadera situación.

Por eso un hombre se aferra a lo que se imagina que es, y al aferrarse de este modo a lo que no existe, a lo que es irreal, hace que le sea imposible existir y ser real, es decir, llegar a ser lo que podría ser y para lo que en realidad fue creado. Quizá haya oído en este Trabajo el dicho de que todos pueden llegar a ser millonarios, pero a fin de ser millonario es preciso comprender primero que no se es millonario. A este respecto cada cual se asemeja al joven rico en la parábola, el hombre rico en el sentir de su propio mérito, que atribuye la bondad a sí mismo como si fuera su propia posesión y que estaba profundamente identificado con sus virtudes. Recuerdan ustedes que se le dijo de vender todo y dárselo a los pobres, es decir, a la verdadera o esencial parte interior aún no desarrollada en él, a la que la «rica personalidad» hacía padecer hambre. Ahora bien, es poco probable que el hombre aprehenda algo de lo que se dice sobre el trabajo equivocado de los centros a menos que llegue a reconocer por sí mismo que existen en realidad diferentes centros en él. Todos ustedes deben comprender que esto no es una idea fantástica o una mera idea teórica. Es un hecho y es un hecho de la mayor importancia para quienquiera que desee dar un buen uso a su vida y no hacer de ella algo borroso, informe y sobre todo carente de sentido. Por esa razón lo primero que debe hacerse con respecto al trabajo práctico sobre sí es observar cuál es el centro o cuáles son los centros que están trabajando en un momento dado. Es decir, se les hace practicar la observación de sí, que es el único camino que conduce a un cambio, ante todo en relación con la observación de los diferentes centros que existen en el hombre. Pero esto es muy difícil y la gente no se da realmente cuenta, aún al cabo de largo tiempo, que esos centros existen en ella. O tratan de observarlos por un momento y creen que es todo lo que se necesita. Para empezar, hay tres personas diferentes en cada hombre —el Hombre Intelectual, el Hombre Emocional y el Hombre Instintivo Motor, que corresponden a estos tres centros o mentes. Es decir, un hombre piensa que es una cosa, siente que es otra, y percibe por los sentidos que es una tercera cosa— es decir, sus sensaciones, que pertenecen al Centro Instintivo, son diferentes de sus sentimientos, que pertenecen al Centro Emocional, y de sus pensamientos, que pertenecen al Centro Intelectual. Supongamos que usted trata de cumplir un propósito, y se ha tomado el trabajo de aclarar el significado de su propósito. Supongamos ahora que algo lo trastorne: ¿qué sucederá, si nos ocupamos de esta cuestión solo desde el punto de vista de los distintos centros? Si usted está trastornado significa que el Centro Emocional se ha vuelto negativo. Se siente furioso, enfadado, desengañado, o quizá no siente nada que merezca la pena. Supongamos ahora que se deje guiar por la mente del Centro Emocional tal como es en ese momento, ¿podrá usted cumplir con su propósito, sea cual fuere éste? No, de seguro no. Pero si penetra usted en su Centro Intelectual —si puede hacerlo— y piensa acerca de su propósito y acerca de las razones que le hicieron tomar este propósito puede aún cumplir con él. ¿Por qué? Porque está usando el centro correcto para este menester. No está usando el centro equivocado, porque seguir el Centro Emocional cuando es negativo es siempre usar el centro equivocado. Pero ya hemos hablado bastante sobre este tema. Hoy tenemos que hablar del trabajo equivocado de los centros no tanto en el sentido de usar los centros equivocados para una tarea particular, como por ejemplo, tratar de pensar en bajar rápidamente una escalera, sino en el sentido de usar la parte equivocada de un centro. Como ustedes saben, cada centro se divide en tres partes y cada una de estas partes en otras tres. No me refiero ahora a la división de algunos de los centros en un lado positivo y otro negativo. Cada centro se refleja en los otros y en sus tres divisiones y tres subdivisiones. Por ejemplo, el Centro Intelectual tiene tres divisiones, que representan el Centro Instintivo Motor, el Centro Emocional y el centro Intelectual, pero todo en escala más pequeña. Y estos a su vez se subdividen de la misma manera en una escala aún más reducida.

La parte Instintiva Motora de cualquier centro es la parte más mecánica y es en esas divisiones mecánicas de los centros en las que la gente pasa su vida por regla general. Pero antes de hablar en detalle sobre las divisiones de los centros en general, es preciso aprehender un principio que se relaciona con sus divisiones. ¿Por qué la gente pasa su tiempo en las divisiones mecánicas de los centros? La respuesta es simple: porque no requieren atención alguna. Cuando la atención es prácticamente igual a cero, se está en las partes más bajas y automáticas de los centros. De resultas de ello una persona dice y hace cosas sin tener idea alguna de lo que está haciendo. Otro de los resultados es que una persona no puede adaptarse a cualquier cambio o a cualquier empleo de su conocimiento sino que se comporta en una forma absolutamente mecánica en todas las ocasiones y repite lo que conoce como una máquina. Habrán observado todos ustedes cuánto les cuesta a algunas personas adaptarse a nuevas ideas o condiciones, y cómo repiten como escolares todo cuanto les fue enseñado.

Para llegar a las divisiones superiores de los centros es preciso un esfuerzo de atención. Éste es el principio. Ahora tomemos como punto de partida la parte mecánica del Centro Intelectual. Tiene como función el trabajo de registrar los recuerdos y las impresiones y las asociaciones y esto es todo lo que debe hacer normalmente —es decir, si se la usa correctamente—. Nunca debería contestar a las preguntas dirigidas al centro entero. Sobre todo nunca debería decidir nada importante. Ahora tenemos aquí el primer ejemplo del trabajo equivocado de los centros en lo concerniente a sus partes y divisiones. La división mecánica del Centro Intelectual, llamada Parte Formatoria o Centro Formatorio, está contestando continuamente preguntas y tomando continuamente decisiones. Contesta a cualquier cosa, en términos populacheros, en frases típicas y en cualquier clase de jerga. Contesta automáticamente y dice lo que está más acostumbrada a decir, como una máquina. O en una escala un poco más elevada, contesta siempre de un modo estereotipado, como un maestro de escuela o un funcionario del gobierno, usando oraciones bien conocidas, máximas de partido, slogans, proverbios, dichos sabios, etc. Y lo extraño es que mucha gente siempre contesta de este modo y no se da cuenta de ello, ya sea porque no puede pensar sobre un tema cualquiera y se fía de expresiones mecánicas y hasta automáticas del Centro Intelectual, o porque no ve la importancia de pensar por sí misma y liberar así sus pensamientos de las palabras y expresiones mecánicas que pertenecen a las divisiones inferiores del centro.

Nos ocuparemos ahora de la atención. La atención nos pone en las partes mejores o más conscientes de los centros. Hay tres clases de atención:

  1. La atención cero, que caracteriza las divisiones mecánicas de los centros.
  2. La atención que no requiere esfuerzo, sino que es atraída y necesita mantenerse alejada de las cosas no pertinentes.
  3. La atención que debe ser dirigida por el esfuerzo y la voluntad.

Como ya se dijo, la atención cero acompaña el trabajo de las divisiones mecánicas de los centros; la segunda nos pone en las divisiones emocionales de los centros; y la tercera en las divisiones intelectuales. Tomemos otra vez el centro intelectual como un breve ejemplo, ya que habremos de regresar a este tema la próxima vez. La parte emocional del Centro Intelectual produce el deseo de conocer, de comprender, de buscar conocimiento, de descubrir, de acrecentar nuestra comprensión, de aprehender e investigar, de tener la satisfacción de saber, de abarcar más; e inversamente, el dolor de no conocer, la insatisfacción de ser ignorante, de carecer de información, etc. El trabajo de la parte emocional requiere plena atención, pero en esta parte del centro la atención no exige esfuerzo alguno. Es atraída y mantenida por el interés del tema mismo. La parte intelectual del Centro Intelectual incluye la capacidad de creación, de construcción, de inventiva, el hallazgo de métodos, el ver las relaciones, y poner juntas cosas aparentemente aisladas en un orden o una unidad o formularlas de tal modo que podamos ver la verdad de algo hasta entonces oscuro. Esta parte no puede trabajar sin una atención dirigida. La atención no es atraída sino que debe ser controlada y mantenida por el esfuerzo y la voluntad; por lo general evitamos hacer el trabajo que pertenece a esta parte del centro, que debido a esto a menudo no es usado.

Ahora bien, de lo dicho anteriormente podemos observar en qué partes de los centros estamos. La próxima vez nos extenderemos más sobre este tema.

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Uspenskiï Libro 1
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