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«¡Y PON FOX NEWS!»

—¿Pfiffelmann?

—Claro, ¿quién quieres que sea? ¡Es la una de la madrugada y estás llamando a mi casa!

—Lo entiendo, Pfiffelmann.

—¿Qué entiendes? ¿Que es la una de la madrugada y los pobres judíos necesitan dormir tranquilos? ¿Sabes al menos qué día es?

—Viernes, ¿no?

Alter trombenick, no. Ya es sábado, prostak, y es sabbat, macaroni, y se supone que yo no debería ni tocar el teléfono. ¡Así que shalom, y déjame en paz si no quieres verme a la arrabiata, tsutshepenish!

—Está preparando algo, Pfiffelmann.

Gey in bod arayn, yo también estoy preparando algo, joder, una especie de pogrom de italianos a la boloñesa, ¿te suena?

—Su mirada, en los vídeos, es la de alguien que está preparando algo. Es la mirada de la resignación. Ese tipo se ha resignado a llevar a cabo algo y lo asume. ¡Esa es su mirada!

—¿Me estás hablando del jodido defenestrador? ¡Lig in dr’erd un bak beygl, Donelli!

—¿Pfiffelmann?

—¿Sí?

—Pfiffelmann, ¿en qué estás hablando?

—En yidis, Donelli, en yidis porque estamos en pleno sabbat, y cuando estoy en pleno sabbat me gusta hablar yidis, sobre todo con tocacojones de kadokhes, de kelev, de khazer, de…

—Okey, okey, Pfiffelmann, lo he entendido, lo he entendido, perdona. Perdona por haberte molestado en pleno sabbat. En fin, quiero decir en plena noche. Quiero decir en plena noche de sabbat. Lo siento. Ya cuelgo. Que duermas bien.

Una hora más tarde, el teléfono sonó en casa de Donelli.

—¡Aquí Donelli! —dijo descolgando.

—Sé muy bien que eres tú, nudnik —dijo Pfiffelmann soltando un suspiro—. ¡Quién podrías ser, si son las dos de la madrugada y estoy llamando a tu casa!

—¿Pfiffelmann?

—No, soy el Rattenfänger von Hameln, idiota.

—Ay, te lo ruego, para ya con tu yidis.

—Esto no es yidis, es alemán.

—Ajá, pues a las dos de la madrugada y medio dormido, suenan parecido. ¿Ya no estás de sabbat?

—No. ¿Te puedes creer que un shtik drek me ha fastidiado el día de reposo a deshoras y sin ninguna consideración?

—¿Estás despierto entonces?

—Tú debes de ser investigador de la policía de Nueva York: ¡por supuesto que estoy despierto después de tu llamada! ¿Qué te crees? ¿Que uno vuelve a dormirse como Moisés de mocoso cuando se tiene la edad de Matusalén? ¿Que basta con contar corderos kosher o releer a Irène Némirovsky o a Isaac Bashevis Singer para caer de sueño? ¿O con atiborrarse de makrouds o de rosas del desierto de praliné?

—¿Por qué me llamas entonces?

—Para impedir que tú también duermas, kadokhes, y porque sé lo que está preparando tu defenestrador.

—¿Ah, sí? ¿Y qué está preparando?

—Ahora ya nada. Ya ha terminado. Enciende la tele. ¡Y pon Fox News!