Rachida
Y un día un rey de su sueño hechizado
se despertó en este trono de hielo y vio
la primavera que le habían negado,
tan bella, luminosa y espléndida
que en sus ojos congelados la escarcha
se quebró y de ellos descendió una lágrima
que fundió las cadenas del invierno,
la esclavitud y los años de ruina.
Entre ellos dos se erguía un muro
helado rodeado de yermas tierras invernales
más clara vieron en la faz del amado
la luz que aún persistía del verano:
entonces como un rayo quebró el hielo,
doncella inmortal y hombre se abrazaron,
sin mañana, caído el muro helado,
y sus luces y sombras de fusionaron.
De La leyenda de Ardina y Ardbor