Prólogo

EL Naraudh Lar-Chane (o Enigma del Canto del Árbol), una de las principales leyendas de la civilización perdida de Edil-Amarandh, se encuentra aquí traducido al completo por primera vez. Este gran clásico de la literatura annariense merece, a mi parecer, llegar a un público mucho más amplio que los académicos a los que ha atraído hasta ahora.

 

Por lo tanto, este es un libro dirigido al lector general más que al erudito.

 

Hasta ahora el Naraudh Lar-Chane había sido valorado principalmente por la luz que arroja sobre la cultura de Edil-Amarandh, pero lo que me sorprendió cuando me encontré con él por primera vez fueron sus cualidades como romance. Me sobrevino entonces un deseo, humilde y al mismo tiempo más ambicioso que mi intención original de escribir un ensayo sobre la sociedad annariense: deseé capturar su vívido drama y magia única en inglés contemporáneo. Me sentiré complacida si mis trabajos han conseguido capturar una décima parte del hechizo del original.

 

Con este propósito he evitado las notas aclaratorias a pie de página, que hubieran interrumpido el fluir de la historia. En cambio, por cortesía hacia el lector, he incluido informaciones generales sobre la sociedad e historia de Edil-Amarandh, así como notas sobre la pronunciación de los nombres annarienses. Aun así, espero que la narración se sostenga sin necesidad de dichas notas, y que el lector que principalmente busque los placeres de la aventura se sienta satisfecho con la historia por sí misma.

 

Se ha escrito mucho en otros lugares acerca del sensacional hallazgo de los Escritos de Annar en una cueva descubierta por un terremoto en las montañas del Atlas, en el centro de Marruecos. Desde aquel acontecimiento, ocurrido en 1991, se ha hablado mucho más de las turbadoras implicaciones que ha tenido para la arqueología contemporánea, de los enigmas de datación que persisten sin ser resueltos y de la laboriosa tarea de desciframiento y traducción que todavía continúa. Para el aficionado que sienta curiosidad, las fuentes más útiles para comenzar a buscar los orígenes del Naraudh Lar-Chane son Saber no categórico: las tres Artes de la Gente de las Estrellas, de Claudia J. Armstrong, y el esencial L’Histoire de l’Arbre-chant d’Annar, de Christiane Armongath.

 

El Don recoge los dos primeros libros de Naraudh Lar-Chane. El texto original, del cual solamente existe una copia completa, está escrito en annariense, la lengua mayoritariamente hablada en Annar. Al traducir del annariense mi preocupación principal ha sido intentar transmitir su vitalidad, y si esto ha de llevar a decisiones no eruditas, o incluso controvertidas, me acogeré a la clásica excusa del traductor: que a veces resulta imposible mantener tanto la letra como el espíritu de otra lengua.

 

Siempre que me he encontrado con un problema intratable, he decidido ser fiel a esta última preferiblemente que a la primera. Puede ser que haya muchas decisiones que necesitarían una pequeña explicación, pero aquí deseaba ser breve y examinaré únicamente la más importante, la elección de la palabra Bardo.

 

He utilizado Bardo para traducir Dhillareare del Habla.

 

Significa, literalmente, gente de las estrellas. Con su particular resonancia a maestría artística y autoridad espiritual, Dhillareare no posee ningún equivalente real en nuestra lengua. También he valorado el hecho de que en la lengua annariense, dhille era el verbo «cantar» o «salmodiar», y este giro bilingüe ha llevado a la conocida designación de los Dhillareare como cantantes del Don. Bardo me parecía la palabra más transparente y útil existente en nuestra lengua que atribuyese un estatus político, social y cultural a aquellos que describe.

 

El peligro de utilizar este término yace, como ya ha sido señalado, en sus inevitables asociaciones con las tradiciones irlandesa y galesa. Los Bardos de Edil-Amarandh se encontraban en una situación política y ostentaban un poder muy diferente al de los bardos de estas sociedades, pero existe aún así un fascinante presagio de su posterior estado de decadencia como cronistas y aduladores de la corte en la contratación del Bardo Mirlad por parte de Gilman al comienzo de la historia. En la sociedad annariense esta posición se habría considerado muy por debajo de la dignidad de un Dhillarearen, y el eclipse que hoy en día sufren los poetas, de los que presumimos sean descendientes contemporáneos de aquellos, hubiera sido entonces algo prácticamente impensable.

 

Hay muchas personas a las que debo un agradecimiento, y aquí solamente puedo mencionar a unas cuantas. Nicholas, Veryan, Jan, Richard y Celeste Croggon leyeron el manuscrito en sus primeros estadios, y sus generosas respuestas me animaron sobremanera. También debo dar las gracias a Dan Spielman por ser un abogado entusiasta del proyecto, y a Sophie Levy del Corpus Christi College, Cambridge, por haber arrojado luz sobre algunos de los aspectos más oscuros de la vida social bárdica a lo largo de muchas conversaciones fascinantes. También me siento agradecida hacia Alphonse Carlorge, del Departamento de Literatura Comparada de la Université Paris IV - Sorbonne, por sus consejos de incalculable valor sobre algunos matices de traducción, y a Rebecca Seiferle por sus sugerencias acerca de la prosodia de los poemas, que a menudo ha sido difícil de mantener en inglés. Por último, pero no por ello es menor mi agradecimiento, me gustaría dar las gracias a mi marido, Daniel Keene, por su constante apoyo, sus acertados comentarios sobre algunas cuestiones peliagudas acerca de la sintaxis del annariense y por haber corregido el manuscrito, y a mi editora, Suzanne Wilson, por sus excelentes y meticulosos consejos acerca de todos los aspectos de este libro. Cualquier falta o error que permanezca es, naturalmente, única y exclusivamente culpa mía.

 

Alison Croggon, Melbourne, Australia

 

 

 

Uno es el cantante, que del sol se oculta;

dos es el buscador que huye de las sombras;

tres es el viaje, que transcurre en peligro;

cuatro los enigmas, el Canto del Árbol responde:

¡Tierra, fuego, agua, aire os invocan a salir!

 

 

 

Canción de cuna tradicional annariense,

Pergaminos de Annar , Biblioteca de Música de Calle.

 

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