El
tigre
William Blake
¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente
resplandor
en las selvas de la noche;
¿qué inmortal mano o qué ojo
pudo enmarcar tu temida
simetría?
¿En qué lejanos abismos o en qué
cielos
ardía el fuego de tus ojos?
¿A qué alas osaba aspirar?
¿Qué mano osó coger el fuego?
¿Y qué hombros, y qué arte
pudieron retorcer los nervios de tu
corazón?
Y cuando tu corazón comenzó a
latir,
¿qué temible mano?, ¿y qué temidos
pies?
¿Cuál fue el martillo?, ¿cuál la
cadena?
¿En qué fragua cayó tu
cerebro?
¿Cuál fue el yunque? ¿Qué temible
abrazo
osó sujetar sus terrores
mortales?
Cuando las estrellas arrojaron sus
lanzas
y regaron el cielo con sus
lágrimas,
¿acaso sonrió al ver su obra?
¿Acaso quien creó al Cordero te creó a
ti?
¡Tigre! ¡Tigre! Ardiente
resplandor
en las selvas de la noche;
¿qué inmortal mano o qué ojo
pudo enmarcar tu temida
simetría?[1]