Great Amwell House, 6 de enero de 1951
Los diferentes «yoes» en el ser

Prosiguiendo este difícil tema respecto a la distinción existente entre el ser de un hombre y el ser de un gato, de un perro, de un caballo, de una piedra o de una hoja de hierba, cabe recordar que el Hombre es una creación de tres pisos. Se diferencia de los animales por tener tres centros, uno encima del otro, por lo tanto se lo llama casa de tres pisos y por eso es capaz de un desarrollo que los animales no pueden emprender. El ser de la mayoría de los animales se caracteriza por tener un solo piso o posiblemente dos, pero ninguno de ellos tiene tres. Esto es, ningún animal, ni siquiera un animal altamente desarrollado como el perro, puede hablar, porque carece de Centro Intelectual. El perro puede hablar al perro en su propio lenguaje o el ave al ave, pero ningún animal puede pensar como lo hace el Hombre. Un perro no puede escribir un libro. Un perro no puede serrar un trozo de madera y unirlo a otro, como lo hace el Hombre.

En el caso del hombre y la mujer, mediante el Centro Intelectual se esfuerzan por intercambiar ideas, por comunicarse uno con el otro por medio de palabras. Cabe decir que convendría más que no lo hicieran, porque todo lenguaje es mentira. Nuestro ser está, pues, dividido en tres partes:

Ser Intelectual.

Ser Emocional.

Ser Instintivo-Motor.

Un Hombre Número 1 en el sentido del Trabajo es aquél que ha desarrollado su Centro Instintivo-Motor más que todas las otras partes de sí mismo. A este respecto su ser en la parte instintiva motora se ha desarrollado hasta cierto punto. Puede montar a caballo, cazar, disparar armas, saltar sobre obstáculos, correr carreras y así sucesivamente, o, si es más hábil, puede ser artesano o malabarista. Es un Hombre 1-2-3, digamos. Por lo tanto, revisando esta difícil cuestión del ser del Hombre, cabe ver ya que el Hombre es un ser muy complejo. Si posee un buen desarrollo intelectual está desarrollado hasta cierto punto en una sola parte, pero puede carecer de desarrollo emocional, en cuyo caso tal vez será 3-1-2 en lo que respecta a su ser.

Además, es preciso recordar que cada centro está dividido en tres partes. Esto complica aún más la idea del ser en el Hombre. Ahora bien, cada división del centro, que pasa de la división mecánica o motora a la más consciente, tiene diferentes «Yoes» que moran en ella. La mayoría tienen muchos «Yoes» en la parte mecánica, formatoria, del Centro Intelectual, y cuando está bajo la influencia de esos «Yoes», cree realmente pensar. Pero son todos clichés. Algunos suelen tener varios «Yoes» en las divisiones más elevadas del Centro Intelectual, esto es, están en un nivel más alto de ser, a través de esos «Yoes». Pero suelen caer fácilmente y seguir los «Yoes» mecánicos.

Por lo demás, en el Centro Emocional, la primera o división más baja del Centro Emocional es donde están el gusto y disgusto mecánicos, y el desarrollo de esta parte del centro nos da un ser mecánico bajo. El amor consciente no puede existir en la división mecánica del Centro Emocional. Solo empieza a existir verdaderamente al establecerse una relación consciente con otra persona en el Trabajo, un propósito de Trabajo, no un propósito de vida, y luego puede suceder que la parte más elevada del Centro Emocional reciba un toque de los mismos Centros Superiores. Las divisiones mecánicas o más bajas de los centros nunca se pueden poner en contacto con los Centros Superiores. Lo expondré más claramente. La parte intelectual del Centro Intelectual, la parte intelectual del Centro Emocional —para ocuparnos solo de estos dos centros— son capaces de prestar alguna atención a los mensajes provenientes de los Centros Superiores —esto es, de comprender algo de lo que están diciendo por medio de la percepción interior— no por medio del pensar. Los Centros Superiores nos están hablando en todo momento. Porque vivimos en la planta baja de cada centro, no los podemos escuchar y no creemos en su existencia. Este Trabajo trata de separarse del pensar mecánico y las emociones mecánicas porque limitan nuestro ser. Estos dos centros deben cambiar antes que pueda suceder cosa alguna. Intentar cambiar el ser mediante ejercicios extraordinarios, tal como pararse sobre la cabeza, no da resultado alguno, porque se han dejado a un lado los dos centros más importantes sobre los cuales había que operar y que ante todo debían cambiar. De hecho, esos ejercicios pueden cristalizar a una persona. A no ser que sufra una etapa de metanoia, de cambio mental, a no ser que piense según las ideas de Trabajo, nada puede cambiar su ser. Así el primer cambio es pensar de modo diferente, pensar más allá de su presente pensar mecánico. ¿Cuál es el resultado —esto es, si empieza a pensar según el Trabajo acerca de la vida y de sí misma—? Ocupará las divisiones más elevadas del Centro Intelectual ordinario y de este modo tal vez cambie su estado de ser.

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Uspenskiï Libro 4
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