Great Amwell House, 22 de julio de 1950
La posición del hombre en el rayo de creación

Mientras el Trabajo solo esté en nuestra memoria no producirá efecto alguno sobre nosotros. Por dicha razón es necesario pensar por sí mismo acerca de las ideas del Trabajo que están en la memoria. Pensar acerca del Trabajo significa que nuestro sí interior piensa sobre lo que está en la memoria externa. Luego ocurre que nuestro espíritu interior, que es la parte que piensa verdaderamente por sí misma, empieza a conectarse con las ideas del Trabajo. En otras palabras, es necesario reflexionar sobre las ideas y hacer que sean nuestras, en lo posible, en nuestro pensar interior.

Una persona tiene la idea por ejemplo, que el Hombre está dormido y que es muy posible que ella también lo esté. Mientras la tenga solo en el pizarrón de su memoria nunca se dará cuenta de lo que significa esta idea —es decir, nunca hará que piense el hombre interior— quiero decir, el Hombre esencial —el espíritu de su pensamiento—. Por haber perdido contacto con los Centros Superiores desde hace mucho, las ideas del esoterismo deben sernos enseñadas a través de los sentidos. Y si se logra que lo que nos enseñan a través de los sentidos se combine con nuestro pensar más recóndito, esto empezará a cambiarnos y a restablecer la conexión con lo que habíamos perdido. Así comprendemos que una de las cosas que debemos hacer en la práctica es pensar internamente con profundidad acerca de la enseñanza del Trabajo.

Una de las cosas que nos enseña el Trabajo es que formamos parte de la Vida Orgánica. La Vida Orgánica se asemeja a una película sensible de sustancia viviente que recubre la Tierra y cuyo objeto es formar un vínculo entre Fa y Mi en nuestro pequeño Rayo de Creación. Pensemos acerca de lo que significa estar entre Fa y Mi en la Octava. Como es sabido, se dice que hay siempre una brecha entre Fa y Mi en una Octava descendente o, si se prefiere, entre Mi y Fa en una Octava ascendente. La Vida Orgánica es una fábrica de dolor que transmite la fuerza entre Fa, el mundo planetario como un todo, y Mi; es decir, la Vida Orgánica, como fábrica de dolor, fue deliberadamente creada para ser un vínculo conectante entre la parte superior de la Octava y la inferior. Por dicha razón, la Vida Orgánica es llamada Nitrógeno o Fuerza Neutralizante entre las partes superior e inferior de la Octava. En el pasado se solía decir que el Hombre es el Escalón Roto en la Escala de Jacob o, si se prefiere, en la Escala del Ser Creciente. Hemos de entender que la Escala de Jacob en realidad no es una escalera. Al llegar a cierto punto de dicha escala es necesario un giro completo. Esto se ve claramente en la Tabla de Elementos. Exponiéndolo de la manera más sencilla posible, parece decirnos que el Hombre es tanto el Cielo como la Tierra y que cuando alcanza cierto punto en su desarrollo en la vida que es llamado Buen Amo de Casa, lo cual cabe representarlo como si estuviera al nivel de Mi, no puede crecer más, a menos de efectuar una inversión y comprender el significado espiritual del Trabajo. Mas al mismo tiempo, debido a esta posibilidad, ha de retener tanto la Tierra que está debajo como el Cielo que está arriba de él.

Pero ahora es necesario agregar que el Hombre no aparece realmente en el vasto Rayo de Creación salvo mediante la influencia de lo que se llama el Sol que hace bajar una pequeña Octava Lateral, que se inicia con el Do al nivel del Sol y luego da el Si al nivel de los Planetas y al nivel de la Tierra da tres notas. La, Sol, Fa. Ahora bien, eso extraño denominado La Sol Fa es lo que llamamos Vida Orgánica en la Tierra, esta película sensible de sufrimiento y dolor, que permite a la fuerza pasar de la parte superior a la parte inferior de la Octava. El Trabajo menciona la extraña idea que el Nivel de Ser designado por el Sol no habría creado esta sensible máquina conectante para permitir a la fuerza de pasar de Fa a Mi, a no ser que obtuviera algo para sí mismo —a saber, el desarrollo del Hombre hasta su nivel—. Por esta razón, el Nivel de Ser representado externamente por el Sol hizo que el Hombre fuera un organismo autodesarrollante para así salvarlo de la afligida creación de la Vida Orgánica. Tal como dice San Pablo:

«Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios».

Y «toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora». Romanos, VIII, 19, 22.

Cabe la posibilidad de pensar que esto significa que el descenso del Hombre del Nivel de Ser llamado Sol no se hizo a menos que hubiera una manera de escapar a la presión de la creación gimiente. Por dicha razón las Influencias Conscientes sembraron el Esoterismo en la Tierra, y se hizo al Hombre capaz de recibir esas influencias esotéricas y por esta razón no fue condenado a sufrir el mismo destino que los peces, aves, insectos y animales que pertenecen a la fábrica de dolor. Así, reflexionando sobre este particular, se comprende que el Hombre no necesita sufrir inútilmente si aprende a sufrir conscientemente siguiendo las ideas del Trabajo en su comprensión interior y no puramente externa.

Ahora bien, no se puede recibir esta enseñanza a no ser que nos pertenezca. Sabemos muy bien que el Buen Amo de Casa es simplemente el Buen Amo de Casa, pero si tiene Centro Magnético está por encima de esta condición. Esto quiere decir que su nivel de ser es más alto de lo que es necesario para ser un mero Buen Amo de Casa de los cuales hay millones. ¿Quién está buscando algo? ¿Quién ha sentido desde sus primeros años que en la vida hay algo que anda mal y que la vida no se explica a sí misma? Tal Hombre posee un Centro Magnético. Tal hombre suele ser guiado por la fuerza de las circunstancias (y quizá ni siquiera) al Trabajo sin conocer que posee la posibilidad de un Centro Magnético, pero una vez que conoce el Trabajo, y lo contempló y reflexionó acerca de su enseñanza, desarrollará el Centro Magnético.

Todo cuanto he dicho es para que reflexionen sobre la peculiar posición del Hombre en esta Tierra, a saber, que está entre dos cosas.

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Uspenskiï Libro 4
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