Great Amwell House, 23 de octubre de 1948
Emociones negativas y la ilusión de unidad

IDEA-TRABAJO

El hombre no es uno sino muchos. El hombre no es unidad sino multiplicidad.

COMENTARIO

En toda persona hay muchos «Yoes» inteligentes, autodañinos, que obran lindando con la conciencia, de modo que no se vea lo que están haciendo. Por ejemplo, muchos de estos «Yoes» inteligentes, autodañinos, emplean sus artimañas para estimular a la gente a efectuar continuos cargos internos —actúan de una manera silenciosa, sutil—, y si una persona no acrecienta el campo de su conciencia observándose a sí misma, no se dará cuenta que, al cabo de un tiempo, estará tan llena de materiales hasta el punto de estallar. Ha de comprender que el estallido de las emociones negativas es el resultado de haber hecho medio-conscientemente cargos internos durante un tiempo. La inmediata irritación que los provoca no es aparente. Causa meramente la descarga del material acumulado. Es visible que el dejarse cargar como un acumulador con materiales que provocan cargos internos lleva a su descarga, sea exteriormente, en escenas tales como gritos, lágrimas, golpear puertas, o frío resquemor, o en cualquiera de las variadas exhibiciones que son producidas por los estados negativos en el presente nivel de la humanidad, el cual forma parte de nuestro estudio del sí. ¿No somos acaso objetos de estudio muy curiosos? Si se retiene suficiente conciencia como para no identificarse completamente con un estado negativo, ¿no es extraordinario observar todo cuanto ocurre en uno mismo y la mortífera fascinación que tiene, aun cuando vemos que lo que está obrando es una pandilla de feos y mentirosos «Yoes»? ¿Y no es menos extraordinario ver claramente que el objeto del estado negativo y los «Yoes» que lo producen es el de destruir nuestra felicidad, de hacernos desdichados y enfermos —y con todo nos sentimos atraídos por su poder—? Sí este poder de los estados negativos es, en verdad, un misterio. Es una de las cosas que nos muestran hasta qué punto somos ignorantes de lo que está en nosotros. La atracción ejercida por lo que se sabe nos hará miserables y desdichados y no puede ser explicada fácilmente. De cierto, no puede ser explicada en absoluto si usted se toma como uno, como unidad. Ésta es una de las mayores ilusiones que nos impiden despertar. Es tan evidente —y sin embargo la hallamos tan difícil de comprender como hecho práctico— como una continua experiencia interior. La manera en que somos hipnotizados es tan evidente que para mí fue a menudo causa de asombro. Es como si dos Magos preocupados en mantenernos dormidos en esta tierra, para servir a la naturaleza, no se molestasen en ocultar el mecanismo de sus ardides, habiendo comprendido hasta qué punto somos imbéciles y tontos sugestionables, y cómo nos dejamos dominar instantáneamente por el hechizo de lo que dicen, aún cuando hayamos comprendido de qué modo se armó la trampa. Es lo mismo que decir a alguien: ¡«Qué hombre maravilloso es usted»! Ah —pues bien— en cierto modo, etc. ¡Y qué contentos estamos!

Ahora bien, debido a que nos tomamos como uno, nos atribuimos todas nuestras emociones negativas y todo lo demás. Si usted se toma a sí mismo como uno, atribuirá todo lo que ocurre en usted a sí mismo —todos los pensamientos, ideas, estados de ánimo, recuerdos, sentimientos, depresiones, sensaciones, etc.— en suma, toda su vida psíquica. Atribuirá sus malos pensamientos a sí mismo y atribuirá sus buenos pensamientos a sí mismo. En consecuencia, se identificará con todo lo que ocurre en usted mismo. Esto es tener una idea muy equivocada de uno mismo. Es una idea-vida de uno mismo. En realidad, es una idea terrible, que causa interminables sufrimientos innecesarios e inútiles. Seguiremos enumerando más detalladamente algunas de las consecuencias de esta ilusión de unidad —hablamos de un hombre que en la vida se atribuye todo a sí mismo y que está seguro de ser uno— una sola persona, una unidad, un yo Real, y que todo lo que dice, todo lo que jura, todo lo que promete es verdad y será cumplido firmemente. Ésta es una idea curiosa, una vez que se empieza a observar a uno mismo y forjar una nueva memoria de todo lo que se ha jurado, prometido, etc. Con el fin de crecer, un hombre debe primero dividirse en dos partes —una parte observante y una parte observada—. Claro está, no puede hacerlo. ¿Por qué? Porque está convencido de disponer de su vida, de tenerla a su cargo y todo lo que piensa, hace y siente. ¿Por qué no puede desechar esta idea y lograr otro sentido de sí mismo, otra idea de sí mismo? Porque no puede sobreponerse a la ilusión de ser uno, debido a lo cual se atribuye y achaca todo a sí mismo.

Veamos ahora qué significa esto y porqué este Trabajo enseña lo que nadie puede enseñar. Tiene usted una emoción negativa y la atribuye a sí mismo en su presunción de ser uno. En este caso usted dice «Yo» a ella —y no puede desplazar el «Yo». Dice «Yo soy negativo». Es decir, usted no se ha dividido en dos— es un lado observante y un lado observado. Pero si lo ha hecho, usted dirá: «Observo una emoción negativa en mí». Usted no le dice «Yo» a ella. Si usted le dice «Yo» a ella ya no podrá resistir su poder.

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Uspenskiï Libro 4
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