Great Amwell House, 30 de diciembre de 1950
La esfera del ser
Cabe comprender que el concepto de ser no es fácil de captar. En una de las formulaciones sobre el ser dadas por el Trabajo se dice que nuestro ser atrae la vida, pero esta formulación, como la mayoría de las otras formulaciones en el Trabajo, posee una gran densidad de significado —esto es, no se la puede comprender superficialmente, porque se nos aparece un significado tras otro, cuanto más se reflexiona y estudia qué es el ser, y en especial en uno mismo—. El estudio del propio ser es esencial para el trabajo sobre sí. Quiero decir, no se puede ignorar el propio ser y darlo por sentado, y con todo decir que se está en el Trabajo y se hace lo posible para trabajar sobre sí. Tal actitud es pura insensatez. Tal como dijo O., citando a Soloviev: «Todo tiene su ser, una piedra tiene su ser, una flor tiene su ser, un animal tiene su ser, etc». Esto es, desde luego, muy cierto, pero ¿qué es lo que significa decir que una piedra, una flor, un animal, tienen cada uno un ser peculiar a sí mismo? Luego, por otra parte, ¿qué significa decir que el ser atrae nuestra vida? Aquí tenemos, por ejemplo, una persona que atrae gentes de cierta clase. ¿Qué es aquello que atrae a esas gentes? Lo que atrae a esas gentes es el ser de dicha persona. Claro está que no lo vemos así. Cabe pensar, en ciertas circunstancias, que es desgraciado que dicha persona atraiga a esas gentes. Lo que no entendemos es que la esfera del ser de dicha persona atrae solo ciertas cosas y repele otras. Pero al principio no nos damos cuenta y hasta nos produce fastidio.
Ahora bien, pensemos que el ser ejerce a su alrededor una acción que cubre una esfera. Esa esfera tiene su propia clase de inteligencia. Tomemos, por ejemplo, la esfera de ser de una paloma. Incluido en esta esfera de ser está el poder de reencontrar su camino desde una distancia considerable. O, nuevamente tomemos la esfera de ser de un perro; puede descubrir a su dueño dentro de una multitud o encontrar el camino de vuelta a su casa cuando a su dueño le es imposible hacerlo. Esto pertenece a su esfera de ser. O tomemos un ave que construye un complicado nido, cría sus pichones, y luego emigra al África. Todo ello pertenece a su esfera de ser. Cada animal posee una esfera de ser que es, por así decir, su vida, y mediante la cual se pone en relación con regiones del mundo que son perfectamente desconocidas para el hombre. Luego, asimismo en conexión con la particular esfera de ser de que están dotados, tienen sus propias formas de felicidad, sus propias formas de dolor, de desdicha y así sucesivamente. Cabe imaginar, por lo tanto, al reflexionar sobre lo que significa el ser, que es algo que rodea una persona como una esfera y hace que tenga lugar lo que le sucede. Desde luego, si dicha persona está colocada en un monasterio o en un convento, está separada, al menos hasta cierto punto, de la esfera de atracción que su ser ejercería si estuviera en la vida, y así se entiende que dicho aislamiento tiene su origen en la idea de cambiar el ser casi por la fuerza bruta. Que dicha disciplina produzca efecto, es cosa que no se puede decir. Tal vez lo logre en ciertas circunstancias. En el Cuarto Camino el método es diferente. En el Cuarto Camino el conocimiento ha de preceder al cambio de ser. Esto es, mediante el conocimiento del propio ser se empieza a separarse de ciertos elementos que están en él, de modo que se cambia eventualmente el ser para que no atraiga más las mismas cosas que antes. Pero esta metamorfosis solo comienza a través de la metanoia o cambio mental, porque, si no hay cambio mental o nuevo conocimiento, no puede haber metamorfosis o cambio de ser. Si pudiéramos ver el ser mediante alguna visión espiritual, veríamos claramente que ciertos elementos que están en el ser provocan todos los sinsabores de que se queja una persona. Veríamos en la visión espiritual, por así decir, que algo estaba en un lugar equivocado, o que algo era demasiado exagerado o que algo faltaba, y percibiríamos también que mientras ésta construcción del ser permanezca tal como es, atraerá cada vez más lo que atrajo en la vida. Aquí tenemos a un hombre, por ejemplo, que se deja llevar por la violencia, que es orgulloso, y por eso mismo muy receloso, que se exalta en su propia estimación y así se siente rodeado de enemigos; en tal caso con la ayuda de la visión espiritual veríamos que el problema está en la estructura de su ser y la esfera de influencia que ejerce sobre todo lo que lo rodea. Todos los animales, los insectos, y así sucesivamente, tienen esferas de ser inteligentes y atraen la vida que se supone han de llevar. Tan solo el Hombre carece de una esfera de ser inteligente y es por eso que debe estudiar su ser y aprender a atribuirse todas las cosas desagradables que repetidamente le suceden y no culpar a las demás gentes, que es hacer una cosa mecánica.
¿Cómo podemos, pues, cambiar el ser? Por la aplicación del conocimiento del Trabajo mediante la autoobservación de nosotros mismos. Y cabe recordar que no se cambia si nos dicen lo que hemos de hacer. Solo se puede cambiar viendo lo que se tiene que hacer cuando uno descubre a qué se asemeja nuestro ser.