Great Amwell House, 31 de diciembre de 1949
Percepción de sí y observación de sí
Se hizo recientemente una pregunta: ¿Hay alguna diferencia entre Percepción de Sí y Observación de Sí? Como han oído, la Percepción de Sí es un término que se vincula al Tercer Estado de Conciencia, que no conocemos cuando estamos inmersos en los asuntos ordinarios de la vida e hipnotizados por la recurrencia cotidiana de los eventos habituales. El Tercer Estado de Conciencia es llamado el Estado de Recuerdo de Sí, el Estado de Conciencia de Sí, el Estado de Percepción de Sí. Todas estas palabras se aplican en su propia manera a la calidad y al logro del Tercer Estado de Conciencia que, aunque hemos nacido poseyéndolo por derecho propio, lo hemos abandonado debido al hecho de crecer entre gentes que están dormidas —es decir, gentes que no se recuerdan a sí mismas y que en realidad gozan de estar en los estados más bajos de las emociones negativas, de la autoconmiseración, de la identificación y las preocupaciones—. De resultas de ello, el logro del Tercer Estado de Conciencia —es decir, el Estado de Recuerdo de Sí, de Conciencia de Sí, de Percepción de Sí— está en un nivel por encima de nosotros, al que solo podemos llegar por cierta clase de esfuerzos. Todos los esfuerzos del Trabajo están encaminados a recuperar este nivel de Conciencia llamado el Tercer Estado de Conciencia. Si la humanidad estuviera en este Estado de Conciencia, todas las guerras cesarían en seguida. El Hombre y la Mujer, tal como son, han caído al Segundo Estado de Conciencia en el que imaginan estar despiertos, tener conciencia de sí, y así sucesivamente, pero en realidad, según el punto de vista del Trabajo, están todos profundamente dormidos. Por esta razón el Hombre no consigue ayuda dentro de sí mismo. Empero esta ayuda existe en él, si pudiera prestarle atención.
Hay en nosotros centros de un orden mucho más elevado que los que conocemos habitualmente. Pero cabe destacar que solo nos podemos comunicar con ellos en el Tercer Estado de Conciencia y no pueden llegar en el Segundo Estado de Conciencia en el cual pasamos nuestra vida corriente y al que caracteriza la ilusión de estar plenamente despierto y siempre actuar y hablar conscientemente y siempre saber exactamente lo que se está haciendo. Hemos de despertar de esta ilusión por medio de la autoobservación. Durante muchos años debemos observar que no somos conscientes de lo que hacemos o decimos, que estamos siempre en un estado de continua identificación con todas las cosas, que carecemos de un sentimiento interior permanente de nosotros mismos y reaccionamos mecánicamente a los efectos que nos producen los sucesos de la vida. Reaccionamos. No actuamos. Somos mecánicos, no conscientes. El Trabajo, así como toda la enseñanza esotérica, afirma con énfasis: «El Hombre está dormido y debe intentar despertar de ese estado de sueño. Si no lo hace, él no tiene importancia alguna. Un hombre que vive y muere en un estado de sueño no ha comprendido en absoluto cuál es la cosa más importante por la cual ha de luchar».
Si por medio de la Observación de Sí se empieza a entender que se está dormido y no despierto, al tratar de ascender a un nivel más elevado de Conciencia se aprende mucho sobre la idea general de los niveles que son la parte principal de la enseñanza que estudiamos aquí. Tratamos de encontrar otro nivel de nosotros mismos. Buscamos un comportamiento más consciente por medio de la Observación de Sí. Llegamos a darnos cuenta, por ejemplo, que nada que tenga que ver con el Tercer Estado de Conciencia caracteriza nuestro estado ordinario y que, al contrario, lo caracteriza el estar siempre identificado, preocupado, trastornado, en un sentido general el estar siempre bajo el imperio de emociones negativas. Ahora bien, mediante la Observación de Sí se llega a tener conciencia que aquél es el estado ordinario en que uno está. Si me observo a mí mismo, estoy observando algo llamado «mí mismo» que antes daba por supuesto, pero si practico la Percepción de Sí, no solo me estoy observando a mí mismo sino que intento sentir mi yo como algo aparte de mis reacciones a la vida. Por ejemplo, puedo limitarme a practicar Percepción de Sí, Conciencia de Sí y Recuerdo de Sí, sin observarme necesariamente a mí mismo, contentándome con estar en cuclillas, etc. Algunas personas tratan de practicar la Auto-observación por sí misma sin intentar recordarse a sí mismas. Éste es un error. Al mismo tiempo, las gentes que tratan de practicar el Recuerdo de Sí sin observarse a sí mismas se encontrarán en dificultades. En efecto, intentar recordarse a uno mismo mediante la meditación, las posturas o cualquier otro artificio suele tener sus riesgos. Este Trabajo, que es llamado el Cuarto Camino, insiste en la Observación de Sí porque de otro modo una persona no conoce a qué se asemeja y si espera encontrar otro método de recordarse a sí misma sin haber hallado qué debe cambiar en su ser y cómo ha de hacerlo, puede recibir una chispa de alto voltaje de los Centros Superiores que la cristalizarán en lo que es. Por esta razón el Trabajo dice que nuestros centros inferiores, el Intelectual, el Emocional, el Sexual, el Motor y el Instintivo, deben estar limpios de la Falsa Personalidad antes que pueda establecerse el contacto, para que las profundas y poderosas fuerzas llamadas Centros Superiores puedan ayudarnos de una manera correcta. Si no se lo hace así, puede tener lugar una cristalización equivocada. Se dijo en cierta oportunidad: «Desde un punto de vista este Trabajo es, ante todo, la preparación de los centros inferiores para que puedan recibir las influencias de los Centros Superiores. Deben comprender que solo con la ayuda de los Centros Superiores una persona puede ser realmente cambiada en Esencia». Ahora bien, según O., el Centro Emocional es el que está especialmente preparado para recibir al Centro Emocional Superior y por esta razón el Trabajo hace tanto hincapié y repite constantemente la necesidad de no identificarse con las emociones negativas, porque, si el alto voltaje proveniente de los Centros Superiores llegara a ponerse en contacto con el Centro Emocional en su estado actual cristalizaría todo —esto es, ante todo haría que nuestras emociones negativas fueran más intensas que antes y luego las fijaría—. Así se ve la necesidad de la Observación de Sí. No se pueden alterar las emociones negativas sin verlas mediante la observación y no se puede cambiarlas excepto no identificándose con ellas. Si se practica la no identificación con las emociones negativas, el no dejarse arrastrar por ellas, el no gozarlas, aunque sigan existiendo, algo en nosotros se ha separado gradualmente de ellas, que es lo que puede recibir las importantes influencias de los Centros Superiores. Aquello que se ha separado en nosotros es puro —es decir, nada tiene que ver con la Falsa Personalidad—. Entonces el Centro Emocional experimentará un cambio gracias a esa separación, y será tocado con un fino sabor interior antes que las terrenas emociones negativas se retiren por completo y aparezca una nueva serie de emociones mucho más excelentes y encantadoras que las fáciles emociones de los estados negativos que satisfacen a la gente a todo lo largo del día, hecho que las hace pertenecer al mundo de la humanidad dormida y mecánica. Así se comprende que todo este Trabajo se ocupa de que lleguemos a ser más conscientes. Los hombres y las mujeres que no tratan de ser conscientes son mecánicos. Vemos por doquier lo que resulta de ello. Pero el hombre que llega a ser consciente de la mujer, y la mujer que llega a ser consciente del hombre, pertenecen a otro destino. Con el fin de lograrlo ambos deben comprender qué significa el Recuerdo de Sí.