Great Amwell House, 11 de junio de 1949
Nueva nota sobre el esfuerzo
Los esfuerzos que realizamos de ordinario son esfuerzos que no podemos evitar. Tenemos que ir a nuestro empleo. Éste es un esfuerzo mecánico. En el Trabajo el esfuerzo mecánico y el esfuerzo consciente son diferentes. No hay una línea divisoria exacta. Por ejemplo, se puede hacer un esfuerzo consciente dentro de un esfuerzo mecánico, como por ejemplo, se puede conocer mejor el trabajo que efectuamos en el empleo o hacerlo con más inteligencia y voluntad. Pero, por lo general, el esfuerzo consciente tiene que ver con realizar esfuerzos en direcciones que, mecánicamente, no son de utilidad evidente. Todas las cosas vivientes en la Tierra tienen que realizar esfuerzos mecánicos. No son simplemente las aves, las abejas, sino también el microbio más minúsculo. Lo que hemos de comprender es que nada escapa a las leyes que gobiernan este planeta.
Ahora bien, aunque toda la Vida Orgánica tiene que hacer esfuerzos mecánicos, solo una pequeña parte de ella es capaz de hacer un esfuerzo consciente. Esta parte es el Hombre. El Hombre puede hacer un esfuerzo consciente. Pero no necesita hacerlo y en la práctica nunca lo hace. Se contenta con hacer esfuerzos mecánicos. Se dice entonces de él que sirve a la Naturaleza. Mientras siga sirviendo a la Naturaleza, atraerá la guerra. Pero si el Hombre llegara a realizar un esfuerzo consciente, su ser, que se basa en la violencia, cambiaría, y dejaría de atraer la guerra. Ahora bien, este Trabajo y toda su parte práctica tiene que ver con el esfuerzo consciente. No es necesario a la vida. Las gentes pueden seguir viviendo sin realizar esfuerzos conscientes, solo tendrán que hacer esfuerzos mecánicos. En este Trabajo, debemos hacer esfuerzos conscientes.
Ahora bien, ¿dónde hemos de hacer el esfuerzo? Algunas personas creen que si hubiera una Escuela, un Instituto, conocería qué significa hacer un esfuerzo consciente. Pero se darían cuenta que si estuvieran en una Escuela o un Instituto la clase de esfuerzos que tendrían que hacer serían los mismos que realizan cuando toman la vida como maestra. Cuando la vida se convierte en nuestra maestra, comenzamos a darnos cuenta que la vida es una serie de acontecimientos y que en un momento estamos en un acontecimiento y en el próximo en otro. Es exactamente en lo tocante a estos diferentes aconteceres donde hemos de hacer los esfuerzos tomándolos más conscientemente y no identificándonos con ellos. De otro modo somos esclavos de la vida. La vida nos gobierna con sus diferentes aconteceres si no se hizo el esfuerzo que nos permita trascenderlos. Es preciso comprender que cuando una persona está en un problema está en un evento. La única manera de vencer los problemas en la vida es trascenderlos no identificándose con ellos. No se puede resolver los problemas de vida porque la vida es insoluble, por estar tanto nosotros como ella tan llenos de contradicciones. Pero se puede trascenderlos no identificándose con ellos. Al cabo de un tiempo, se transforman ellos mismos. Pero si uno se identifica con un problema —y la vida es una serie de problemas— se llega a ser negativo y esto conduce a la violencia.
Ahora bien, considere el esfuerzo consciente con respecto a las nimiedades de la vida cotidiana. Que vaya usted o no al Instituto, verá que en resumidas cuentas es lo mismo —no identificarse con las nimiedades—. G. recurría a ellas en el Instituto en Francia, donde mi mujer y yo estábamos. Quiero decir, recurría al identificarse con nimiedades. En realidad no las preparaba, pero sabía que si muchas personas estaban juntas por breve tiempo, sin hablar el mismo idioma, habría muchos motivos para llegar a identificarse y ser negativos. Por ejemplo, yo le diría a alguien: ¿dónde está la escoba que dejé aquí ayer? La respuesta sería oscura y me enfadaría y le diría que había dejado la escoba adrede y que ésta había desaparecido. Luego, en ese mismo momento G. solía pasar, diciendo con la mirada: «Así que se ha identificado nuevamente, ¿no?», y esto volvería a enfurecerme. Tal es nuestro estado de ser. Con cuanta facilidad surge la violencia, que en esta enseñanza es aquello de lo cual hemos de separarnos. Todas las emociones negativas conducen a la violencia, al hombre prehistórico, al hombre o la mujer violentos.
Ahora bien, recientemente me hicieron la siguiente pregunta: «¿Qué significa en última instancia el desarrollo interior?». Significa vencer la violencia en uno mismo y para que esto suceda tiene que tener lugar una gran expansión de la conciencia. Por ejemplo, ante todo hay que llegar a ser más consciente de sí mismo de modo que uno mismo vea qué es lo que nos impulsa a ser violentos. Luego se llega a ser consciente del hecho de que es imposible elevar el nivel de ser mientras siga imperando la primitiva violencia. Aquí descansa uno de los secretos de la enseñanza esotérica. Un hombre plenamente consciente no puede ser violento. Su símbolo es el león con las garras cortadas. Las emociones negativas, hasta las más ligeras, nos inclinan finalmente hacia la violencia. Si usted se vuelve negativo, por haber derramado café en su ropa, la octava de emociones negativas seguirá su camino en usted y lo llevará a la violencia, sea cual fuere su sexo. Por eso hemos de llegar a estar herméticamente sellados a las emociones negativas, a los sucesos ordinarios de la vida —idea sumamente difícil, pero una que nos procura una felicidad interna, si se sigue la enseñanza de Trabajo internamente, imposible de describir en palabras—. Ahora bien, una persona no puede hacer todo esto a menos de entender que no nació de sus padres ni nació de la Tierra, sino que proviene de un lugar muy elevado, de la Octava de Sol, y que no estaba destinada a identificarse con la vida en este planeta, sino tomar la vida como un medio que conduce a un fin y no como un fin en sí misma.
Ahora bien, es preciso observar cuando uno se vuelve negativo. Es un estado muy definido de uno mismo que se puede observar después de estar algún tiempo en el Trabajo. ¿Qué quiere decir ello? Quiere decir que usted no está herméticamente sellado. Hermes fue en la realidad un maestro que enseñaba este Trabajo. Enseñó a sellarse contra los efectos que la vida produce en uno mismo. En una de las enseñanzas de Hermes, se dice que antes de levantarse por la mañana habría que sellar cada centro contra ser negativo así como los pensamientos, las emociones y los movimientos, porque el hombre solo puede alcanzar su individualidad sellándose contra el efecto que producen sobre él los eventos de la vida. ¿No sabe usted que una persona puede levantarse por la mañana sintiéndose perfectamente y, prestando atención a sus pensamientos se vuelve negativa antes de levantarse? Recuerda una carta desagradable, etc. Luego se levanta y va por la vida siendo negativo, y en el Trabajo se lo describe como yendo falto de juicio en la vida. Al poco tiempo se querellará con todos y es posible que llegue a ser físicamente violento. Ahora bien, cuando gracias al Trabajo el Yo Observante está establecido, se conoce intuitivamente en qué momento no hay que hablar con la gente y que en tales estados nunca hay que beber. Podemos ajustar las cosas en nosotros mismos por medio del trabajo sobre sí de una manera tan silenciosa que nadie se dé cuenta de ello, y quemar nuestra suciedad y acercarnos a la vida de una manera decente, pero solo esto sucede cuando se observan los propios centros y qué sucede en cada centro. Es preciso empezar con los propios pensamientos. Repare en sus pensamientos y no se identifique con ellos. Entienda que no es necesario dejarse arrastrar por pensamientos desagradables: puede observarlos. Pero un hombre sin autoobservación no puede hacerlo. Él es su pensamiento, si no ha desarrollado la discriminación interior que solo el Yo Observante puede darle. Una persona negativa es una persona demente desde el punto de vista del Trabajo. Todo queda deformado y el próximo paso es la violencia.
Así reseñamos aquí de un modo general lo que tenemos que hacer en el Trabajo y por qué se pone tanto énfasis en las emociones negativas que nos conducen con el tiempo a la violencia.