Great Amwell House, 11 de diciembre de 1948
Nota sobre la atención interna y externa y el colocar de la
conciencia
IDEA-TRABAJO
Hemos de practicar el colocar de la conciencia en diferentes partes del cuerpo.
COMENTARIO
En la lucha que en el Trabajo todos hemos de mantener cotidianamente contra las emociones negativas, la observación de lo que las causa es siempre útil. Hago esta exposición, en cierto modo incompleta, de intento, porque es extremadamente difícil observar sus causas. Como es sabido, nos dicen simplemente al principio, de observar y no de analizar. El intento de hallar las causas es analizar. Nos dicen de no analizar lo que observamos en nosotros mismos, sino de observar, de reparar, de ser conscientes, de tener percepción de nuestros estados interiores. Este proceder se basa en la enseñanza de que el llevar una cosa a la conciencia es empezar a cambiarla. Por lo que respecta al Centro Intelectual, observamos, reparamos, llegamos a ser conscientes y a tener percepción de las clases de pensamiento que se suceden en este centro y en qué lugar nos identificamos con ellos. En el caso del Centro Emocional, observamos el sabor de las emociones y si nos identificamos con ellas o no. En el caso del Centro Motor, observamos la tensión de los músculos, las posturas y expresiones tensas, el fruncir del ceño, el apretar los puños, las prisas, las palmadas nerviosas, el golpear las puertas, todo lo cual no es solo una pérdida de fuerza sino que influye sobre los demás centros. Por ejemplo, si una persona siempre pone mal gesto, luego esto puede ser causa de sus estados negativos. Su representación en términos musculares induce su emoción correspondiente. Cada emoción tiene una representación correspondiente en el Centro Motor. Habrán observado que las emociones desagradables —odio, celos, sospechas, envidia, etc.— están representadas por músculos faciales contraídos y miembros tensos, cosas todas que no sientan bien a nadie. Las emociones agradables relajan los músculos, la alegría extiende los miembros, y no solo lo hacen, sino que influyen benéficamente en todo el trabajo interior del cuerpo, las secreciones internas, y en todo los demás. Las emociones negativas contraen y cierran: las emociones placenteras relajan y abren. Ahora bien, por lo general la emoción es causa de la expresión, pero la expresión puede ser causa de la emoción —esto es, el Centro Motor puede influir sobre el estado emocional y viceversa. A este respecto algunas personas tienen un Centro Motor muy malo. Tienen, por así decir, una expresión de superioridad o de aburrimiento, o de malhumor, o sus posturas son rígidas y tensas. Por lo tanto, para que esas personas puedan cambiar es necesario que empiecen modificando su posición, su postura, su cuerpo desmañado, sus expresiones faciales habituales.
Nos enseñan a practicar el relajamiento. En algunas situaciones es la única cosa que nos es dable practicar tan solo relajarse y no pensar. Hay que empezar con los pequeños músculos del rostro. Si —más para relajar los músculos del rostro es necesario tener conciencia de que están tensos o contraídos—. Un músculo puede estar tenso sin contraerse visiblemente. Puede hallarse en un estado de tono elevado que es innecesario, y provocar una pérdida de fuerza. Cuando se dice de una persona que está «excitada» o alguna frase similar, si se la examina, se suele hallar que todos sus reflejos son demasiado vivos, lo cual significa una fuerte tensión de los músculos que son mantenidos demasiado tiempo distendidos y así pierden fuerza. No discutiré más este punto.
Cuando Gurdjieff estaba en Inglaterra, ya sea en Harley Street, o en Warwick Gardens, nos demostraba brevemente en el pizarrón —dibujando los tres centros, Intelectual, Emocional y Motor— que la razón por la que la gente permanece en la prisión de sí misma, y así no puede encontrar una vida diferente o el cambio de sí, se debía a los hábitos en todos los centros. Señaló que si bien era difícil cambiar los hábitos de pensamiento y los hábitos de emoción, era más fácil cambiar los hábitos de movimiento —esto es, los del Centro Motor—. Es por eso que enseñaba nuevos ejercicios que permitían nuevos movimientos. Al mismo tiempo, en relación con lo que enseñaba el Sr. Uspenskiï, subrayaba también que el Trabajo se proponía cambiar la mente y el sentimiento de uno mismo —es decir, se dirigía primordialmente al lado psicológico de un hombre o de una mujer— a la manera de pensar y sentir, y decía que a no ser que el trabajo sobre el Centro Intelectual y el Centro Emocional no acompañaran el trabajo sobre el Centro Motor, no había que esperar resultado alguno. En suma, una mente cambiada es más poderosa que un Centro Motor cambiado. Y por lo que respecta los grados superiores de la comprensión mental y emocional, el Centro Motor no puede enseñarlos. De hecho, ellos son los únicos que pueden, una vez despiertos, enseñar al Centro Motor, lo cual concluye en una perfecta comprensión, según lo que cabe ver en los ejemplos de los hindúes.
Para resumir: tal como somos, la atención dirigida que se practica, digamos, unos cinco minutos, colocando la conciencia en cada parte del cuerpo, empezando con los músculos del rostro, producirá resultados definidos en cualquier momento cuando se la realiza con el fin de prevenir un período difícil de identificación. Dirigiendo la propia atención al Centro Intelectual o al Emocional exige atención interna. La atención interna empieza con la observación de sí. Colocar la conciencia en la tensión muscular del cuerpo es a la vez atención interna y externa. Se empieza, digamos, colocando la conciencia en el pulgar derecho luego se la traslada al izquierdo.