LAS SIETE LEYES DE LA SINCRONICIDAD*
PRIMERA LEY: La causa
La sincronicidad es causada por la activación de la “gravedad individual del alma”, consciente o inconscientemente.
Esta gravedad se activa cuando existe un dilema trascendente para la evolución del individuo que no puede ser contestado por los conocimientos disponibles, por su lógica racional.
Se han descrito distintas partículas subatómicas para referirse a diferentes fuerzas y funciones. El “gravitón” es descrito como el que actúa en la Ley de gravedad.
Si tuviese que describir una partícula que nace de la fuerza generada por la activación del alma, la denominaría “almatrón”.
Esta activación del alma, con su gran emanación de “almatrones”, genera una enorme cantidad de energía que dará lugar a la formación de una sincronicidad (tal vez a través de la emisión de estos “almatrones mensajeros”, al igual que el ARN, mensajero del ADN en el reino de la genética).
SEGUNDA LEY: La condición
La manifestación de una “coincidencia con significado”, como respuesta a un dilema profundo del alma, no tendría sentido si no estuviéramos suficientemente “despiertos” para darnos cuenta de su existencia.
El estado más adecuado para poder identificarla es el de “alerta-intuitivo”.
Encontrarnos que ese estado facilita la percepción de las señales que se presentarán para mostrarnos un nuevo camino.
Es importante dejarse llevar por esas pistas y no ponerles trabas. Debemos dejarnos llevar por el “flujo” y estar abiertos a lo desconocido (incertidumbre). Los obstáculos habituales se presentan a través de la mente lógico-racional; de nuestra interpretación de los hechos a partir del tiempo lineal, ese que creemos tener atrapado en nuestros relojes; y de la voluntad de evitar vivir algo que luego tendremos temor de contar a los demás debido al “qué dirán”, como habitualmente nos sucede a todos con las experiencias místicas.
Debemos encontrarnos, o colocarnos, en una posición en que nos “desapeguemos del interés por el resultado”.
tercera ley: la “agencia” organizadora de las sincronicidades
Habiendo activado la energía del alma y colocados en un estado de alerta-intuitivo sin estar esperando un resultado, algo, desde un plano superior a nuestra comprensión, comienza a organizar el evento que se materializará, casi mágicamente, dentro del “mundo real de los sentidos y la materia”.
* Utilizo aquí el término “ley” en el sentido científico, como: descripción de las “reglas de funcionamiento dentro del comportamiento general”; y la palabra “heurística” con el significado de: “solución no rigurosa, pero instigadora de nuevos avances y comprobaciones”. Las “siete Leyes”, “la gravedad del alma” y los conceptos de supuestas partículas subatómicas del alma (como veremos: “almatrón”, “sincrotón y “re-ligión”) fueron escritas durante ese viaje en tren y luego expresadas en una de las charlas en el seminario de septiembre de 1999. En cada Ley, a las originalmente elaboradas en el tren se agregaron luego algunos conceptos para la presentación en septiembre del 99 (los he incluido conjuntamente para una mejor comprensión).
Parecería que la sincronicidad ha sido producida por una “agencia organizadora de eventos”, tal como lo haría una agencia de turismo al programar un viaje a la medida de nuestros requerimientos.
Para dar otra imagen de la “agencia”, podríamos compararla a un director de cine o a un novelista, organizando las escenas que vendrán a continuación y en las cuales se desenvolverá la trama general.
CUARTA LEY: La manifestación
Activada la energía del alma, aumentada la gravedad personal, con una actitud alerta-intuitiva y organizado ya el evento por la “agencia”, llega entonces el momento de “la manifestación” de una “coincidencia con significado”.
Ella, manifestándose en el mundo de la materia, como en el caso de los procesos virtuales, nos produce una tremenda movilización emocional. A su vez nos trae las “pistas” que luego necesitaremos para decodificar y comprender la respuesta de lo que fue requerido por el alma.
QUINTA LEY: El significado
La sincronicidad contiene “la respuesta” para ese particular dilema del alma. Es la persona que la vivencia, y nadie más que ella misma, la que puede “descifrar su significado”.
El significado, contenido en la coincidencia, contesta algo que sería casi imposible de ser respondido de otra manera más efectiva y real.
Ese tipo de respuesta tiene la ventaja, sobre un conocimiento puramente abstracto e intelectual, de que proviene de la vivencia de una experiencia.
Tenemos la clara sensación de que el evento y su significado parecen estar “conectados a una especie de red o campo” que lo diseña “a medida”, conociendo, sin duda, el propósito de nuestra alma individual.
SEXTA LEY: Los efectos sobre el alma y su destino
Se podría decir que, a través de la sincronicidad, la “agencia” intenta “reencauzarnos dentro de nuestro destino individual”. Un destino que la mayoría de las veces desconocemos.
Todo en la naturaleza, incluso nuestra propia vida, aparenta “evolucionar a través de saltos bruscos”, al igual que los saltos cuánticos de las partículas subatómicas (la única manera que tienen para cambiar de órbita).
La respuesta con significado produce un salto cuántico en esa consciencia individual, lo que permite un reencuentro temporario con su sendero individual prefijado.
A partir de ese reencuentro el individuo reestructura los valores para su vida.
Permanecerá con mínimos cambios, casi como en reposo, hasta el próximo salto evolutivo.
SÉPTIMA LEY: El propósito de la “fuerza”
Si la “evolución tiene propósito”, como aparenta, debe utilizar también algún medio para lograr su objetivo: el avance necesario en la evolución de la conciencia humana.
Uno de los medios que utiliza para lograr su cometido parece ser la “sincronicidad”: una forma de comunicación creativa que conecta a los seres, directamente, con el “propósito” del espíritu de la naturaleza. Tal vez, el lenguaje que tenemos en común con los órdenes superiores.
El objetivo inmediato de esa fuerza, la sincronicidad, es manifestarse a muchas personas con el fin de ser comprendida y “cambiar rápidamente el paradigma” (el color de los espejos de los anteojos con los que miramos y decodificamos la realidad).
Su objetivo es despertarnos para que alineemos nuestros destinos en la misma dirección que el de la evolución del universo. Hemos nacido de la naturaleza (no somos otra cosa que sus propios átomos organizados para albergar a la conciencia), y nadar contra ella sólo produce sufrimiento y enfermedad.
Hemos llegado a un punto de no-retorno, y peligroso si no es bien utilizado: aquí en la tierra “somos co-creadores” junto con las fuerzas de la naturaleza, y hoy ya hemos obtenido el conocimiento y el poder para ejercerlo.
CONCLUSIÓN
Resumiendo, la sincronicidad parece ser la manera en que el “intento del espíritu” (el de la totalidad) parece manifestarse en forma casi de milagro en el mundo de la materia y los sentidos (ese mundo que los humanos consideramos “el real”).
Se trata de una “fuerza” que desea ayudarnos a unir a través del “intento” los “dos mundos” que vemos separados (vistos desde la experiencia interior y desde los sentidos): el mundo del espíritu con el mundo de la materia.
La sincronicidad tiene efecto indiscutible sobre el alma.
¿Pero qué papel juega el alma? Me parece que el alma es aquello que se encuentra en el medio de esos dos mundos aún inconexos. Me parece que el alma es el instrumento que conseguirá el acople, ese que logrará dotar de inteligencia a toda la materia, el que logrará “espiritualizar la materia”.
¿Esta fuerza quiere demostrarnos su poder creador o quiere que nos convenzamos de nuestro propio poder creador? ¿Podríamos llamar a esa energía liberada por el alma, “almatricidad”?
Aparentemente, sí.
La sincronicidad funciona utilizando otro tiempo, un tiempo distinto del que tenemos atrapado en nuestros relojes: un tiempo en el que se confunden pasado, presente y futuro. Ese parece ser el “tiempo del alma” al que podríamos llamar “almacronicidad”.
Algo me había llamado poderosamente la atención. En su libro, Quest for a Theory of Everything 28, Stephen Hawking, ese físico genio que habremos visto en silla de ruedas, dice que, en el universo, el enorme “zoológico” de partículas subatómicas encontradas o descriptas (más de un centenar) se puede resumir en partículas con sólo dos tipos de funciones. Por un lado, se encuentran las partículas que forman parte de la materia, los fermiones. Entre ellas están los protones y neutrones de los núcleos, y los electrones que los orbitan. Lo interesante es que entre ellas tienen un sistema de mensajes, para pasarse información. Eso lo hacen a través de un segundo tipo de partículas “mensajeras”: los bosones. De lo que estas últimas comunican entre fermiones, es que se producen las fuerzas, como por ejemplo la fuerza de la gravedad. Esta última, que experimentamos continuamente en carne propia, ¡no sería otra cosa que el producto entre la relación de los fermiones de nuestros cuerpos con los fermiones de los átomos de la Tierra! Si hacemos otra analogía, lo mismo sucede en el cuerpo humano con el código genético, el ADN y su imprescindible ARN Mensajero para poder transmitir la información.
¿Por qué entonces no pueden existir fermiones y bosones dependientes de nuestras almas?
Basado en esta hipótesis, es que en los próximos diagramas verán dichas supuestas partículas: “espiritrón”, “almatrón”, “dharmatrón”, “sincrotrón” y “ligión”.
Ligiones (porque “ligan”): fermiones del alma y el espíritu.
Espiritrón: bosón (mensajero) del espíritu. Almatrón: bosón (mensajero) del alma.
Sincrotón: bosón (mensajero) de la “agencia” para la creación de una sincronicidad.
Dharmatrón: bosón (mensajero) para “re-ligarnos” a nuestro verdadero destino.
En los dos esquemas que siguen, he tratado de interpretar dos formas distintas a través de las cuales la sincronicidad aparece en nuestros caminos para indicarnos cambiar el rumbo que llevábamos.
En el primero, cuando aún no estamos “despiertos” y alertas a las pistas, todo parece suceder a partir de grandes “golpes de destino”. Con ellos no sólo se activa la energía del alma, sino que nos hace más “permeables” para poder cambiar los valores de nuestra vida.
En el segundo diagrama ya somos concientes dela operatoria de la natiuraleza de nuestras vidas. estamos “despiertos” a las pistas y su significado, no necesitando entonces manifestarse a través de situaciones muchas veces tan dolorosas.
DIAGRAMA DE FLUJO DE LA ENERGÍA DEL ALMA PARA LA EVOLUCIÓN ESPIRITUAL:
DIAGRAMA DE FLUJO DE LA ENERGÍA DEL ALMA PARA LA EVOLUCIÓN ESPIRITUAL:
CONCEPCIÓN HEURÍSTICA DEL SINCRO-DHARMA: (sincronicidad) (intento del espíritu)