MARTES 5 DE MAYO: EL CAMINO DEL DORJE

Si estamos verdaderamente comprometidos a realizar nuestro sueño, descubriremos que existe una fuerza poderosa que está más allá de nosotros y nuestra voluntad consciente, una fuerza que nos ayuda en el camino, alimentando nuestra búsqueda y transformación.

JOSEPH JAWORSKI 32

Después de saludarnos con Mark y Darah, nos sirvieron un riquísimo desayuno frente a uno de los ventanales que tenía vista al valle y a las montañas lejanas. Había tres mesas más ocupadas por otras personas. Las computadoras, en el centro del salón, servían a los turistas para comunicarse por e-mail con sus tierras natales.

Terminando el desayuno, Mark se acercó y se sentó a nuestra mesa.

—El doctor Tsetan Dorji, director del Delek Hospital, nos espera hoy a las tres de la tarde. ¿Tienen algo programado para mañana? —nos preguntó con gran amabilidad.

—Para mañana, no. Hemos averiguado que dan clases de budismo en la Tibetan Library. Hoy vamos a ir a la clase de las once. ¿Te parece adecuado? —le preguntó Martín.

—Esas enseñanzas son maravillosas. El lama que las dicta tiene un humor muy especial. A veces ríe sin parar, y su risa es muy contagiosa. Les va a encantar. Verán que sus enseñanzas son muy profundas. Una de las cosas que más me gusta es lo que se canta al comenzar. Se canta en tibetano un agradecimiento e invocación para la presencia de todos los maestros previos de esas enseñanzas. Produce un efecto posterior que no puedo describir bien con palabras —comentó Mark con entusiasmo, tal vez porque no había considerado que quisiésemos estudiar budismo tibetano.

—Mark, estoy buscando a alguien que sepa mucho de objetos sagrados tibetanos antiguos —le comenté—. Quiero investigar lo que pueda sobre unos dorjes antiguos que tengo en Buenos Aires. ¿Qué me aconsejás que haga? —le pregunté pensando que tal vez me pudiera dar alguna idea de cómo comenzar la búsqueda.

Me miró sonriendo. No entendía por qué sonreía ni tampoco por qué no me contestaba. ¿Había dicho algo inapropiado?

—Johnny, por favor acércate —dijo Mark en voz alta dirigiéndose a una de las mesas alejadas.

Se puso de pie un alto y rubio anglosajón, de pelo largo hasta los hombros y de aspecto semejante al de los hippies de fines de década del 60. Tenía anteojos con un diseño que también le proporcionaban un cierto aire intelectual. Mark nos presentó.

—Johnny es de Illinois. Está aquí desde hace tres años trabajando en el Instituto de Nurbulingka, desde su fundación. Él produce videos para la difusión de lo que se hace en Nurbulingka, que es el centro actual del arte tibetano. Se construyen las figuras sagradas para los templos; poseen el secreto milenario de la aleación de los metales. Funciona allí la escuela oficial de pintura tangka y se producen muebles como, por ejemplo, para la residencia de Su Santidad-explicó Mark mientras Johnny asentía sonriendo.

—Johnny, Doc está buscando información sobre los orígenes de unos dorjes. ¿Qué opinás que debe hacer? —continuó Mark.

—Tiene que ver al Gran Maestro Mr. Penba Dorji —respondió sin dubitación alguna—. Él fue elegido en 1973 por el Dalai Lama como Maestro Mayor de Arte del Estado Tibetano. Es la mayor autoridad en arte sagrado tibetano, director del Instituto de Nurbulingka y conocedor del secreto, transmitido a través de los siglos, de la aleación perfecta para el sonido de los metales. En Nurbulingka se construyen las deidades para los templos oficiales tibetanos.

—Sin duda es la persona que estoy buscando. Nadie más apropiado. ¿Existe alguna posibilidad de que nos podamos reunir con él? —le pregunté sorprendido de que la respuesta a la búsqueda se hubiera precipitado tan rápidamente y de que la persona con mayor autoridad para opinar pudiera estar tan a nuestro alcance.

—Los espero pasado mañana jueves, en Nurbulingka. Pregunten por mí. Voy a hacer los arreglos para que Mr. Penba Dorji los reciba —concluyó Johnny mientras observaba mi cara de alegría.

Parecían coincidencias más allá de las posibilidades del azar. Como si estuvieran guiadas por alguna “fuerza” mágica que desconocía. El primer día había visto la primera pista: las imágenes del dorje en el altar del templo de Kalachakra. A la mañana siguiente aparecía la segunda para la búsqueda de las piezas del rompecabezas sobre cuál era mi conexión con esos objetos. Presente en el lugar donde desayunábamos había estado la persona que nos guiaría a la máxima opinión autorizada sobre el tema: el Maestro Mayor de Arte del Estado Tibetano. No había duda, parecía un excelente comienzo.

Terminado el desayuno, fuimos hacia la Tibetan Library en donde recibimos, junto con otros treinta o cuarenta alumnos, las dos primeras clases de budismo. La primera versó sobre “La generosidad del dar” y la última sobre “Tiempos oscuros y eras iluminadas”. Durante las enseñanzas seguía con una tremenda conmoción interior, producida por las coincidencias que se habían presentado y que parecían estar guiándome en la búsqueda.

Por la tarde, me entrevisté con el director del Delek Hospital. Me llamaba poderosamente la atención que su nombre también tuviera algo que ver con los dorjes: Tsetan Dorji. ¿Tendrían todos los nombres en el Tíbet alguna derivación de los dorjes o era simplemente que eso me estaba queriendo decir algo que aún no comprendía?.

Tuvimos un diálogo muy amable y arreglamos que al día siguiente vería algunos pacientes para opinar sobre sus posibilidades con cirugía reconstructiva. Para el viernes, el doctor Dorji iba a programar la visita a un leprosario. Seguramente allí habría muchos leprosos que podrían necesitar cirugía sobre sus nervios, como así también transferencias tendinosas, con el objetivo de reconstruir la función perdida de sus manos.

El problema surgió cuando luego verificamos que no había un quirófano seguro para poder operar. Lo iban a comenzar a construir y estaría listo en aproximadamente dos años. Tendríamos que esperar hasta entonces.

—Doctor Dorji, necesito hacer una investigación bibliográfica sobre un aspecto particular del arte sagrado tibetano, ¿cuál es el lugar más apropiado para hacerlo? —le pregunté respetuosamente.

—Yo lo voy a ayudar. En este preciso momento voy a llamar al encargado de la Tibetan Library para pedirle que le den toda la asistencia posible para lo que usted está necesitando. Le voy a comentar que está colaborando con nosotros en el hospital.