OCTUBRE DE 1998: TREN DE RETORNO A CUZCO DESDE MACHU PICCHU
Volvíamos en el tren mientras hablábamos con Mercedes de cómo nos sentíamos vigorosos físicamente después de haber pasado tres días al lado de las ruinas. Mercedes contaba cómo había tenido que correr la última tarde, a pesar de la altura, para gastar un poco de la enorme energía que sentía en su cuerpo, cuando la interrumpí.
—Perdoname, Mer, pero tengo que escribir algo que vino a mi mente.
Fue en ese momento cuando apareció lo que entonces llamé (tal vez recordando el título de Chopra Las siete leyes espirituales del éxito) “las siete leyes de la sincronicidad”. Me invadieron la mente súbitamente y requerían ser escritas. ¿Era esto parte de algún flujo especial emitido por Kucho?
Lo que surgió y se materializó en el papel durante aquel viaje en tren me dejó absolutamente deslumbrado. Parecía ser una operatoria para la sincronicidad, que impresionaba como extremadamente adaptable para que la lógica la descartase (descripción en el Capítulo 8).