29 DE ABRIL DE 1998, AEROPUERTO DE EZEIZA: VIAJE BUENOS AIRES-KUALA LUMPUR
Los preparativos y los momentos para retroceder en las decisiones ya habían pasado. Estábamos en el Aeropuerto y partíamos en una hora. No hablábamos mucho porque, seguramente, ambos sentíamos que tendríamos todo un mes por delante para poder hacerlo. Fue en ese “momento desocupado” cuando saqué lápiz y papel con la intención de poner por escrito todo lo que esperaba del viaje.
Esta es la transcripción de lo que escribí en ese momento: Desde hace treinta años leo sin cesar buscando mi camino interior y con intensidad inusitada durante los últimos diez. Me siento como una gran biblioteca, fría y llena de datos. Me siento, además, con una inteligencia muy pequeña, ya que la mayoría de las veces no he podido poner en práctica lo que he leído. Esto debe querer decir que no he aprendido la información obtenida: que “no la he hecho carne”.
Quizás en esto se encuentra la esperanza e intención de lo que voy a buscar al Himalaya: transmutar información en experiencia.
¿Podrán mis ojos, algún día, brillar de otra manera?
No lo tengo absolutamente claro en el plano racional, pero desde el plano intuitivo siento una atracción muy especial hacia lo tibetano. ¿Por qué voy a Dharamshala y no a Japón, a China o a Tailandia? Lo que siento por el Tíbet,
¿es igual a la pasión que me pueden despertar otros momentos de la historia, asociados a sus lugares geográficos y culturas? Así como tengo atracción o “resonancia” por algunos escasos y particulares “momentos históricos”, ha sido habitual sentir total indiferencia emocional por el resto de la Historia. Otro “período” muy “sentido” ha sido con los cátaros, en el sur de Francia. Pero esa es otra historia.
¿Qué quiere decir todo esto? ¿Que la reencarnación existe y que me tocó vivir en esos “momentos”? ¿O que hay algo en el subconsciente que me conecta a esos momentos porque de ellos debo aprender conocimientos específicos para poder utilizarlos en esta vida? Pero si esta última posibilidad es la verdadera, cómo sabe la programación subconsciente a qué “momentos” debo conectarme, si ellos nunca han ingresado a mi mente como información consciente previa. ¿Cuál es entonces la real inteligencia de ese subconsciente?
Muchas preguntas y pocas respuestas. ¿Podrá este viaje aclararlas? Parece imposible. No hay duda de que este “subconsciente travieso” ha hecho una conexión con la cultura tibetana muchas veces durante estos años, pero no me ha aclarado el porqué de esa conexión, ni tampoco el tiempo y el lugar de la misma. Sólo sé el título general de lo que pasa en mi interior: Fuerte atracción hacia lo tibetano.
Otros temas que me gustaría desarrollar en el viaje:
1. Tratar de organizar un sistema de traumatólogos voluntarios para el Delek Hospital.
2. Tratar de aprender algo sobre budismo tibetano.
3. Tratar de encontrar la causa kármica por la cual el Tíbet fue invadido por China de manera tan brutal. Si la ley del karma existe, necesariamente tiene que haber una causa que haya provocado tal reacción.
4. Ver qué se puede escuchar sobre las leyendas de Shambhala.
5. Tratar de ir a Srinagar, Cachemira. Allí dicen que se encuentra la tumba de Jesús (?), Que también podría ser la de Tomás el Dídimo. Según los investigadores Tomás quiere decir gemelo y Dídimo también significa gemelo. O sea que el apóstol Tomás era “dos veces gemelo”.
¿Qué quería decir todo esto? ¿De quién era esa tumba tan venerada como la de Jesús?
6. Seguramente el punto más difícil. Toda la vida me ha intrigado profundamente la razón por la cual Jesús y Buda no escribieron sus enseñanzas de su propio puño y letra. ¿No hubiera sido más lógico que así lo hicieran? En el cristianismo nos manejamos con enseñanzas escritas mucho más tarde, incluso por seguidores que no vivieron con Jesús y sus enseñanzas. Muchas, incluso, fueron tergiversadas por intereses de siglos posteriores.
¿Por qué seres tan iluminados no previeron, para tiempos futuros, la importancia de sus enseñanzas de su propio puño y letra? ¿O es que existen y alguien las tiene ocultas? Seguramente va a ser casi imposible conseguir información sobre este último tema, pero es un interrogante que seguirá inalterable hasta el final de mis días.
¿Demasiadas expectativas para un simple viaje?