LOS SUEÑOS Y SU RELACIÓN CON NUESTRO DESTINO
A pesar de todo lo que había aprendido, tomé conciencia de que existía un factor que aún permanecía en la penumbra. Se trataba del valor que le podíamos dar a los sueños. Estos habitualmente me hacían sentir una gran paradoja.
Por un lado, la mayoría de las veces sentía que debía interpretarlos como simples fantasías, sin que tuviesen ningún tipo de conexión con la “vida real”. Si esto era cierto, intentar otorgarles significado era un gravísimo error. Pero había otras veces que parecían tener significados reales.
Esta última sensación la había experimentado claramente con el sueño de Jamyang, ese personaje del 1400. Parecía que él, como por arte de magia, me había permitido ensamblar todas las piezas del rompecabezas que estaba tratando de armar. En sueños, había escuchado ese nombre, absolutamente desconocido y extraño: Jamyang. Tan desconocido era que al día siguiente no me animé a mencionárselo al Rimpoché, por miedo a que me tildase de “loco”.
Planteada la paradoja, decidí buscar respuestas. Me sorprendió encontrar, por ejemplo, que el doctor Robert Hopcke, se hubiera decidido a escribir El azar no existe a partir de un simple sueño:
Este libro surgió a partir de una situación planteada tras uno de esos peculiares sueños que se tienen de vez en cuando. En el sueño me veía atrapado en una historia que yo mismo estaba escribiendo, incapaz de convencer a mis personajes de que era su autor y que en realidad no pertenecía a la trama. Contrariado por no poder salir de mi propia historia y al mismo tiempo sorprendido, finalmente desperté... Pero ese día, recordando aquel vívido sueño, empecé a pensar en las historias y el papel que representan en nuestras vidas... ¿Qué había de cierto en el sueño? ¿Y si en realidad soy un personaje de una historia? 31
La reflexión de Hopcke me parecía familiar. En el fondo, no era diferente de lo que había sucedido con mi historia. Continuaba afirmando que creía que nuestra vida era realmente una historia. Veía en ella una estructura narrativa, como en las novelas, y que los sucesos sincronísticos, causándonos un fuerte impacto, nos hacían conscientes de ello. 31
Encontré más opiniones que siguieron aquietando mi alma. Una de ellas, en palabras de Redfield, se refería a la relación entre los sueños nocturnos y la sincronicidad.
De todas las experiencias sincronísticas, los sueños nocturnos son tal vez los más nebulosos y difíciles de interpretar... Por regla general, los sueños son historias, aunque sus tramas carezcan de sentido, aparezcan en ellas personajes extraños, y reúnan a personas y escenarios de un modo que difícilmente podría darse en la vida real. Por esta razón, la mayoría muy pronto pierde el interés en hallar una interpretación...
No obstante, pienso que la clave para descubrir la sincronicidad de los sueños está, en el fondo, en ir más allá de la interpretación convencional de tales símbolos y abarcar la imagen en su globalidad: la significación que enmarca a la trama y los personajes del sueño. Ahí es donde podemos encontrar mensajes de una naturaleza más personal, a menudo vinculada directamente con las situaciones específicas que afrontamos en nuestras vidas... La clave para entender el mensaje del sueño es comparar la trama básica del mismo... con la situación real del mundo personal. 46
Parecía entonces que no resultaba tan descabellado creer que el sueño de Jamyang podía ser veraz. Al seguir indagando, fue una gran sorpresa encontrar que muchos otros científicos reconocidos habían también coincidido sobre el mismo punto. Incluso el doctor Jung había expresado que las sincronicidades en sus pacientes tenían, muchas veces, relación con el mundo de los sueños, dándonos así una importante pista para poder investigar.
Pero aún no había comprendido algo y era por qué las sincronicidades, como también los sueños, a veces parecían funcionar como premoniciones, como si pertenecieran al mundo de la magia. En el libro de David Peat encontré ejemplos muy interesantes de premoniciones, nacidas en sueños, que estaban relacionadas con sincronicidades: G.H. Lewis, compañero de toda la vida del escritor George Eliot, cuenta la siguiente historia sobre Charles Dickens: Dickens soñó que estaba en una habitación donde todos estaban vestidos de color escarlata. Se chocó con una dama que estaba parada de espaldas a él. Mientras Dickens se disculpaba, ella giró su cabeza y dijo sin sentirse provocada: “Mi nombre es Napier”.
Él no conocía a nadie de nombre Napier y tampoco la cara le era conocida.
Dos días después, antes de una conferencia, una dama amiga entró a la sala de espera acompañada por otra dama desconocida vestida en traje de gala color escarlata y “quien”, decía su amiga, “mostraba mucha determinación para que se lo presentase”. “¿No es usted Miss Napier?” preguntó Dickens en tono de broma. “Sí, soy Miss Napier”. A pesar que la cara del sueño no coincidía con la de Miss Napier, la coincidencia del traje escarlata y del nombre fue asombrosa.
Pero más profética fue la novela de M. F. Mansfield, en 1898, sobre el fabuloso trasatlántico Titán, el más grande jamás construido, que navegaba por el Atlántico junto con adinerados y famosos pasajeros. Equipado con un número insuficiente de botes salvavidas, el Titán, al igual que el real Titanic muchos años después, impactó un iceberg y se hundió. 40
¡Extraordinario! Pero, ¿cómo funcionaba aquello? Suponía que en ese punto estaba escondida una de las grandes claves de todo el misterio.
Tuve la enorme fortuna de que Paula, la esposa de Martín, mi compañero de viaje, me regalara un libro que esbozaba la clave del problema. En él descubrí que la psicóloga MarieLouise von Franz* había trabajado mucho sobre el tema. Había escrito ese maravilloso libro titulado Sobre adivinación y sincronicidad, donde uno de los aspectos más analizados era el I Ching (aquel libro milenario que funciona como oráculo y que dicen que tiene la característica de mutar con el tiempo). Ella no dejaba de mencionar a Wilhelm, que probablemente había realizado la mejor traducción del I Ching para Occidente (con prólogo de Jorge Luis Borges):
Richard Wilhelm describe el funcionamiento del I Ching de una forma bastante habitual por medio de la siguiente imagen. Las relaciones y los hechos del Libro de las Mutaciones se pueden comparar con la red de un circuito eléctrico que penetra dentro de todas las cosas. Tiene la posibilidad de ser conectado, pero no se conecta a menos que la persona que hace la pregunta haya establecido contacto con una situación definida. Por lo tanto no se debería consultar el I Ching sin primero preguntar: “¿Qué pregunta tengo realmente en mi mente? ¿Qué es lo que realmente deseo preguntar?”.
(...) Cuando el que pregunta establece contacto con una situación específica que tiene en la mente, la red y la corriente eléctrica se estimulan y la situación se ilumina durante un momento. 61
* Marie-Louise von Franz: durante muchos años fue colaboradora de C. G. Jung, llegando a ser una autoridad reconocida en la interpretación psicológica de los cuentos de hadas, los sueños, los mitos y la alquimia.
EL comentario de Von Franz hizo que “explotasen” extraordinarias imágenes mentales dentro de mí. Logré visualizar mi pequeña mente como una de los billones y billones de neuronas dentro de la Gran Mente del universo. Todas están interconectadas, por lo que cuando se consigue hacer la conexión correcta se logra que toda la red se ilumine.
Pero lo comentado por Von Franz era sólo una imagen mental, una hipótesis de funcionamiento. Debía haber alguna descripción de la ciencia que pudiese justificar semejante operatoria. Logré encontrar explicaciones sobre procesos de la física cuántica que me parecían que bien podrían explicar y justificar la súbita irrupción de la cadena de eventos que, sin causa aparente, ocurría en un suceso sincronístico. Tal vez esos procesos podrían explicarnos, también, cómo ocurrían algunas premoniciones, ya que en el fondo muchas veces los sueños y las sincronicidades actuaban como tales.
Existiendo ese funcionamiento particular en la naturaleza, se podría comprender la similitud existente entre los procesos de la física cuántica y lo que sucede, mágicamente y por instantes, al desencadenar los hechos casi sobrenaturales que acompañan tanto a la aparición de una sincronicidad como a la de un acto creativo. Ellos podrían ser los causantes de lo que Richard Wilhelm describe como la iluminación por un instante de la “mente-red-corriente eléctrica”.
A pesar de que muchas veces cuesta expresar, en palabras sencillas, conceptos científicos de enorme profundidad, intentaré exponer lo que encontré. El profesor Margenau, de la Universidad de Yale, opinaba que en la vanguardia de la investigación física actual resultaba necesario invocar la existencia de “procesos virtuales”. Estos se encontraban restringidos a duraciones extremadamente breves. Durante lapsos muy cortos, cada proceso físico podía comportarse en formas que desafiaban las leyes naturales hoy conocidas, refugiándose en los pliegues del principio de incertidumbre*. Cuando se iniciaba cualquier proceso físico, el mismo enviaba “censores” en todas direcciones, con los cuales podían revertirse el tiempo, violarse las normas habituales y ocurrir todo tipo de cosas inesperadas. Esos procesos virtuales se agotaban luego, y al cabo de cierto tiempo, las cosas se normalizaban. 34
Lo dicho por Margenau ofrecía un claro basamento científico para la súbita irrupción de una sincronicidad en el mundo de la materia. Era bueno saber que en la física cuántica y, por lo tanto en la naturaleza, todo funcionaba también así.
David Bohm, otro de los grandes físicos cuánticos del siglo XX (en su ensayo Quantum Theory), había agregado algo importante referente al concepto de las “transiciones virtuales”. Expresaba que por no retener energía se revertían precozmente (como realidades de otros planos invisibles materializados; como un simple destello dentro del mundo físico). Bohm opinaba que la terminología utilizada, “transiciones virtuales”, era desafortunada ya que sugería que dichos procesos carecían de efectos reales. Muy por el contrario, solían tener extraordinaria importancia, pues muchísimos procesos físicos eran el resultado de esas transiciones virtuales. 34
* El principio de incertidumbre, o indeterminación, nos dice que en el mundo cuántico sólo podemos conocer alguna de sus características por vez, resultando imposible poder conocer simultáneamente la situación en su totalidad. Ello nos hacía vivenciar al sistema con incertidumbre.
Lo que acababa de leer justificaba, desde el funcionamiento de la física misma, una cantidad de eventos para los que habitualmente no teníamos explicación, incluso para los milagros. Aún no tenía información para una pregunta, ¿de dónde nacía el contenido de los sueños? La doctora Von Franz se había referido a ello:
Se podría decir que componer sueños mientras se duerme es un aspecto del espíritu; algún espíritu o mente maestra compone la más ingeniosa serie de imágenes que, si se pueden descifrar, parecen transmitir un mensaje altamente inteligente. 61
Parecía que la mayoría estaba convencida de que las sincronicidades traían la solución para alguna pregunta o problema. Tenía la impresión de que esto no difería demasiado de lo que sucedía cuando nacían los actos creativos.
¿Era realmente así? Un científico contemporáneo, Patrick Morton, profesor asociado de Matemáticas en el Wellesley College, había dado su impresión al respecto.
En un artículo de la revista IONS 38, decía que muchas veces los sueños le habían dado las claves para las soluciones a los problemas de investigaciones matemáticas sobre los cuales estaba trabajando. Lo que más le interesaba, tanto en matemáticas como en los sueños, era el elemento de misterio. Comentaba que cuando se interesaba en un problema, lo que realmente le atraía era el misterio fundamental acerca del problema: el hecho de que nadie lo entendía ni sabía cómo resolverlo. Asociando, le parecía que las imágenes de los sueños tenían esa misma clase de misterio: que, por detrás de lo que se entendía, existía un significado más profundo que esperaba ser descubierto.
Le impresionaba que lo nuevo por descubrir podía ser comparado a un juego cuyas reglas aún no eran conocidas. El matemático descubría esas reglas jugando y experimentando mientras trataba de escuchar su lógica interna. Al intentar solucionar algún problema que nadie había resuelto previamente, veía una mezcla salvaje entre lo racional y lo irracional, adivinanzas intuitivas y meditación sobre imágenes, cálculos que conducían a ningún lado. Y de repente veía cómo todo encajaba junto, cómo había quedado el ensamble después de que uno le había dado un orden lógico y racional.
Morton también se refería a otros dos aspectos más que importantes. El primero trataba sobre quién era la persona más apropiada para interpretar lo que se había vivido en un sueño: Cada una de nuestras vidas oníricas consiste en imágenes, símbolos e ideas, que viven juntos en nuestra imaginación. Estas imágenes y símbolos encajan maravillosamente juntos para dar mensajes de aliento y a veces premoniciones. Más aún, si empezamos a seguir las claves que nos proporcionan nuestros sueños, y seguimos las huellas a donde nos llevan, comenzaremos a descubrir nuevas visiones intuitivas sobre nosotros y nuestras vidas... Al mirar los sueños es importante tratar de entender el problema en sí mismo, en sus propios términos, y no asumir que la respuesta se encuentra en la teoría de interpretación de otra persona. 38
Enorme intuición para describir un fenómeno tan complejo. Al referirse al segundo aspecto, sobre cómo podíamos determinar si el significado que le habíamos otorgado a un sueño era el correcto, esto opinaba:
Igual que en matemáticas, donde podemos determinar si algo funciona, viendo simplemente si encaja o no con el resto de las matemáticas, cualquier interpretación que hagamos tiene que corresponderse con el resto de nuestros sueños, y con nuestra experiencia de vida.
Tiene que parecer correcto para nosotros, debe resonar profundamente con nuestra experiencia, y también, de alguna manera, debe producirnos un cambio. Ese es el criterio de prueba en este dominio. 38
Algo no muy diferente descubrí descripto en el chamanismo ancestral del que hablaba Castaneda. Explicaba que una vez que un chamán lograba traspasar el punto de ruptura y llegaba al silencio interno, los sueños comenzaban a ser vivencias muy especiales. Parecían tan vivos y tan terriblemente reales que, sin ninguna duda, nos daban la impresión de que habían resuelto un problema.
Cuando le dije a Don Juan que lo consideraba un “sueñofantasía”, él me contestó que lo que yo había vivido no era un simple sueño, ya que no hay sueños desde el silencio interno. 14
El chamanismo agregaba algo más: una vez obtenido cierto grado evolutivo espiritual, los sueños pasaban a tener mayor validez (pasaban a ser “más reales”). Me parecía que esa visión sobre la trascendencia de los sueños, no difería demasiado de lo que creen los lamas en el Tíbet. Por lo que tengo entendido, ellos no consideran esos sueños como simples fantasías, sino que los interpretan como las verdaderas huellas o pistas que tienen que seguir para lo que deben buscar. Muchas veces los lamas ven vívidamente “en sueños” el lugar y medio ambiente donde ha ocurrido la reencarnación de algún lama maestro, y allí lo irán a buscar.