LA RAZÓN DEL RELATO

Cada vez somos más las personas que tomamos conciencia de las coincidencias significativas que suceden cada día. Algunos de estos hechos son grandes y llamativos. Otros son pequeños, casi imperceptibles. Pero todos son una prueba de

que no estamos solos, de que hay algún proceso espiritual misterioso que influye en nuestras vidas. Una vez que tenemos la experiencia del sentimiento de inspiración y vida que tales percepciones evocan, es casi imposible no prestarles atención. Comenzamos a ponernos alerta ante este tipo de hechos, a esperarlos, y a buscar una comprensión filosófica más elevada de su aparición.

JAMES REDFIELD 46

A la mañana siguiente me dirigí nuevamente, sin cita previa, a Aguas Calientes. En su oficina me dijeron que estaba reunido en el mismo bar del día anterior.

—Kucho, ¿te puedo interrumpir un minuto?

—Como no —contestó sonriendo.

—¿La nube que viste es parecida a esto? —le dije mostrándole el dibujo en el libro.

—¿Qué es eso? —preguntó absolutamente asombrado y sorprendido.

—Es un dibujo que representa el “átomo último”.

—Es igual a lo que vi aquella noche. ¿Dónde lo puedo conseguir? —preguntó con el mayor de los deslumbramientos.

—Aquí. Creo que esto es para vos —le dije mientras le regalaba el libro que estaba subrayado y con anotaciones personales en los márgenes.

—Discúlpame un par de minutos —le dijo al amigo con quien estaba reunido.

Me llevó a la vereda que “colgaba” sobre la vía abandonada de tren.

—Este es un regalo muy especial. Esto tiene la misma forma que la nube que yo vi ese día. Es sorprendente —dijo con expresión de enorme alegría.

—Quiero regalarte algo —continuó mientras me entregaba una cruz andina, la cruz de los incas—. Hay que llevarla colgada del cuello. A medida que el ser que la porta se va espiritualizando su color se va tornando más claro.

—Muchísimas gracias. Este también es un regalo muy preciado. ¿Podemos sacarnos una foto juntos?

—Encantado —contestó mientras le pedía a un transeúnte que la sacase.

—¿Sabés, Kucho? Tu cuento me impactó mucho. ¿No pensaste en compartirlo con más gente?

—Sí. Estoy escribiendo un libro. ¿Y sabes algo? Tú también tienes que escribir un libro sobre algo que sólo tú bien sabes.

Después de estos dos encuentros con Kucho, se respondía ahora la pregunta inicial: ¿En qué me podés ayudar? Desde su intuición me confirmaba que yo también debía compartir con otros seres todo lo que esa “fuerza” había “organizado”. Me había hecho poner ilógicamente en el equipaje el libro que le iba a servir a Kucho y le había hecho contarme su iniciación para hacer coincidir el misterio de la nube con el dibujo en el libro. Me podría haber contado cualquier otra cosa de su vida o de cualquier otro tema, pero intuyó que debía contarme algo para lo cual yo también tenía una respuesta. La emoción que esto provocó en Kucho le hizo decir que debía escribir, algo sobre lo cual todavía me costaba convencerme. ¡Ese era el mensaje para mí! Fue la ratificación sobre escribir y la demostración de una interconexión más, para comprender cómo esa “fuerza” organizaba las cosas que sucedían en nuestras vidas.