Marx, Engels y la historia

Si es difícil definir claramente la práctica marxista de la historia, se debe sin duda a que Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) no fueron realmente historiadores. Fueron, o bien filósofos de la Historia —en el Manifiesto del partido comunista (1848), por ejemplo—, o bien teóricos de la historia —Marx en la Crítica de la economía política (1859) y Engels en el Anti-Dühring (1878)—, o bien unos periodistas escribiendo «en caliente» sobre la actualidad —Marx, Las luchas de clases en Francia, 1848-1850, obra publicada en la Neue Reinische Zeitung, y El 18 brumario de Luis Bonaparte, publicado meses después del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851, Por otra parte, algunas de sus abstracciones revistieron formas cambiantes, como la ley de periodización de la Historia diferentemente redactada en 1846 (La ideología alemana) que en 1884 (El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado).

Es posible, con todo, dejando a los exegetas y a los discípulos el cuidado de matizar, afirmar que Marx y Engels fundaron con el materialismo histórico, dialéctico y científico, un método de análisis de lo real y una filosofía de la Historia. Engels lo dijo sobre la tumba todavía abierta de su amigo: «Del mismo modo que Darwin descubrió la ley de la evolución en la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto la ley de la evolución en la historia humana».

La exposición más clara del materialismo histórico por el propio Marx es sin duda la que constituye la introducción a La crítica de la economía política:

En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas necesarias, independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un grado de desarrollo determinado de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base concreta sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la cual corresponden unas formas de conciencia sociales determinadas. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general… En determinado estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, lo que no es sino su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en el seno de las cuales se habían motivado hasta entonces… En ese momento se abre una época de revolución social. El cambio en la base económica altera más o menos rápidamente toda la enorme superestructura… Una formación social no desaparece jamás antes de que se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas que es lo bastante amplia para contener…

El Manifiesto expone, desde las primeras líneas, el esquema de evolución de la Historia: la lucha de clases como motor, el paso por fases progresistas, como ruta:

La historia de toda sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases.

Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo, prohombre de cofradía y compañero —en una palabra, opresores y oprimidos en perpetua oposición, han llevado una lucha ininterrumpida…

Correspondía a Engels exponer las leyes de mecánica enunciadas por Hegel y conservadas por la lógica marxista no obstante su ruptura con el idealismo hegeliano: la lucha de los contrarios que afirma que la evolución y el cambio se operan por la negación, según un encadenamiento medido por etapas antagonistas: afirmación, negación, negación de la negación; la ley llamada «de lo cuantitativo y de lo cualitativo», que hace salir la mutación cualitativa de una evolución mensurable.

Formuladas hace más de un siglo, estas reglas de inteligencia historiadora son aplicadas con rigores y según estilos tan diversos que una historia sumaria de las historiografías marxistas no puede ser otra cosa que una caricatura de caricaturas.