Seguridad
¿Te acuerdas de aquella maleta que hacías cada noche? Ella termina de frotarse las manos para extender los restos de crema, se quita las gafas y apaga la luz. No era una maleta, solo era una bolsa de viaje.
Recuerda cómo cada noche repasaba lo que ya había metido, no la noche anterior, muchas noches atrás. Recuerda el porqué empezó a hacerlo. Había visto en las noticias cómo una mujer revolvía entre los escombros de lo que había sido su casa, su gesto al reconocer una foto deshecha, el asa de la taza donde desayunaba. Contaba, sin dejar de rebuscar, que los bomberos le habían permitido entrar en su casa cinco minutos para coger lo imprescindible. Después de esto, dijo mirando a cámara por primera vez. Recuerda que le sudaron las manos. Solo pensar en cuáles serían para ella esas cosas le llevó más de una hora. Recuerda que hizo una lista con las cosas que salvaría, las ordenó por habitaciones y trazó el recorrido que debía seguir para tardar el menor tiempo posible. Recuerda haber mirado las cosas que no estaban en esa lista con una ternura inmensa e, inmediatamente, haber sentido un alivio igual de inmenso. Perderlo todo, comenzar una vida limpia de recuerdos, libre de sentimentalismo. Recuerda haberla arrugado y tirado a la basura. Recuerda que esa misma noche se había levantado para recuperarla. Se ve muy joven, alisando la lista sobre la mesa de la cocina y preparando la maleta por primera vez.
¿Te acuerdas?, estaba junto a la puerta, un día no estaba y pensé que te habías ido. Ella aguanta la risa.
Dentro de la maleta una foto de su madre, una copia de seguridad del ordenador, la pluma de su padre, una piedra del mar muerto, el alfiler del chupete de sus hijos y la única carta de amor que él le había escrito. Un día decidió guardar la bolsa bajo la cama. Ahí seguía, a mano. De todos modos, si los bomberos le daban cinco minutos le sobrarían cuatro.
Me alegro de que ya no la hagas, verla ahí me producía una terrible inseguridad, ¿te acuerdas de aquella bolsa? Me acuerdo.