Tía
No muy alta. Ni soñadora ni pragmática. Convencional. Tiene gesto permanente de asombro, las cejas muy depiladas, las uñas de los pies y las manos pintadas a juego en tono nacarado. Fue ella quien se empeñó en bautizar a los niños, sus sobrinos. Le gusta que la llamen Madrina. Sin hijos.