Semillas
Estaban las dos en la cocina. ¿De qué se reirán ahora?, pensó. Tu hija se ha colado en un hotel. Él se sirvió café. Papá, no deberías tomar café a estas horas. Él siguió de espaldas y pensó que su hija estaba loca. ¿Me has oído? Se ha colado en un hotel, repitió él. ¿Te lo puedes creer?, pidió la llave, entró y se duchó, ¿te lo puedes creer? Las dos volvieron a reír. Él salió de la cocina y miró por el ventanal. El viento había volcado dos macetas.
Siempre quiso tener un jardín por pequeño que fuera, un cuadrado de tres por tres donde cupieran una hamaca en verano y hortalizas en invierno.
¿Qué haces pegado al cristal?, vas a enfriarte, y deberías pasarte al descafeinado. Él siguió de espaldas y bebió lo que le quedaba de un sorbo. La loca de su hija dándole consejos, vamos.
Siempre estuvo loca. La tarde que llegaron del hospital con el nuevo bebé, la encontraron escondida bajo la cama con una caja de zapatos, dentro estaban troceadas todas sus muñecas recortables. No solo les había cortado la cabeza, sino que se había entretenido en amputarles piernas y brazos. Al saber que no era una niña, y que no tendría que compartirlas, lloró toda la noche. Loca de remate.
Su hijo. Entre los dos convirtieron una caja de corcho en un pequeño invernadero del que solo obtuvo un mandarino enclenque de ocho centímetros. Crecían más altas y fuertes las lentejas que su hijo sembraba en un vaso de yogur. Los sábados, ocultándose detrás del periódico, observaba el mimo con el que su hijo cuidaba las plantas. ¿Quieres que riegue también las tuyas, papá?
Un sábado su hija lo guio de la mano, el mandarino estaba enterrado en un charco. ¿Lo ves, papá? No te preocupes, no pasa nada.
Apretó la taza vacía con rabia. ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué no murió esa loca estúpida?
Papá. Al volverse la vio empuñando un cuchillo. La taza hizo más ruido del que cabría esperar cuando se estrelló en el suelo. ¿Qué haces ahí a oscuras?, mamá dice que vengas, la cena está casi lista. Se agachó a recoger la taza hecha pedazos. Deja, papá, ya lo hago yo, no te preocupes, no pasa nada.