Herencia
¿Estamos? Sí. Antes de terminar de echar la llave vuelve a abrir la puerta, se saca el anillo y lo deja en la fuente negra que hay justo a la entrada, donde también suele dejar las llaves. Mientras su hija mantiene abierta la puerta del ascensor balanceando el bolso delante de los sensores, ella vuelve a echar la llave. Ya.
¿Qué? Nada, me hace gracia, eres la única persona que conozco que se quita las joyas para salir. ¿Las joyas?, solo es un anillo. Da igual, es un anillo bueno, ¿no?, te lo pones para estar en casa y te lo quitas para salir, ¿es por si te lo roban?
Ella se mira la mano desnuda, su mano, las venas marcadas, las uñas cortas.
Era de tu abuela. Me lo dio a escondidas, no quería que tu tía se enterara, cuando me lo dio supe que sabía que iba a morir, decía que las cosas había que regalarlas en vida para ver cómo otros las disfrutan, no soy de joyas, tú lo sabes, y yo era muy joven, si me hubiera puesto un anillo habría sido de plástico, además, si me lo ponía, cada vez que me miraba la mano veía la suya, su mano alisándome el pelo, su mano saludando al entrar o salir del colegio, su mano en mi frente para ver si tenía fiebre, no recuerdo un solo día en el que no llevara ese anillo puesto, pensé que cuando ella muriera no podría volver a usarlo, vería su mano, no la mía, pensé que no podría soportar ese dolor, así que empecé a ponérmelo en casa mientras estudiaba o mientras veía la tele para acostumbrarme a verme con él, para olvidar su mano con él, para hacerlo mío, lo llevaba en el bolso y me lo ponía cuando iba a verla al hospital.
No tenía ni idea. Ya. ¿Y te acostumbraste? No. ¿Sigues viendo su mano cuando te miras con el anillo? Ella estira los dedos, se mira el dorso desnudo de la mano derecha. Las venas marcadas, las uñas cortas, y sonríe. Ahora veo su mano con anillo y sin anillo, afortunadamente.