odio el helado de chocolate.
A ti te vamos a venir ahora con mierdas,
con construir con palabras un puente indestructible,
cuando tú has visto a los puentes bailar.
Karim Chergui
Un día quiero despertarme
siendo una de esas mujeres que ante la adversidad come helado.
Que no cierra los ojos y se ve tirándose del pelo
y los abre y se ve sonreírse traviesa.
Que se conforma con un puesto de trabajo sencillo
con el que comprarse vestidos que le queden lo suficientemente bien
para seducir a cualquier gilipollas
que, con tranquilidad, sustituirá por otro gilipollas.
Que no busca respuesta en los libros
y cuando siente pinchazos en el estómago
llama a su ejército de mejores amigas
(siendo estas muchas e iguales)
y tras un jo, tía
inicia una conversación que le llevará al sosiego.
Una mujer que duerme una media de nueve horas al día.
Con un peluche hasta los treinta
o un novio desde los diecisiete.
Una mujer de hoy,
de las de hace mil quinientos años.
Que sigue los pasos de su madre.
Siempre hacia atrás.
Siempre hacia atrás.
Que cuando tiene un mal día va al psicoterapeuta
que le recomendó Laura (la de pilates)
y sale sintiéndose nueva.
Una mujer coñazo.
De esas que no te partirán la cara en una discusión
ni coquetearían con otro para decirte: “mira, puedo irme”
ni te gritarían en la calle: “vuelve, que me mato”
ni se matarían si no vuelves.
Una mujer normal sencilla
de esas que no te tiran de la mano para follar en una iglesia
ni se corren de risa cuando no deben
ni te quieren con todo el coño
ni lloran como niñas con barro en las rodillas.
De esas que prefieren que te duela a mentirte.
Un día quiero despertarme siendo una mujer de esas
para que la próxima vez que me acuses de romper un plato,
me pilles fregándolos sumisa,
tranquila
e
indiferente.