la intimidad.
Hoy necesitaría la invasión de mi espacio personal
Respirar {Bebe}
Me encantaría:
Romper a llorar en tus brazos.
Romper.
Reducirme a miles de pedazos.
Que en cada uno se proyecte como en los ojos de un insecto
cada escena dolorosa
de mi vida
—si es que a esas escenas una puede llamarles vida—.
Ahí.
Que tú las mires.
Sin horror ni reparo.
Y soportes mi peso con calma.
Y te bautices en mi llanto tranquilo.
Y entonces comprendas
cada día que no pude sonreírte,
cada noche que te dije:
“por favor, déjame sola”.
Que entonces comprendas
que me dejabas rodeada de espíritus
y que agradecido sientas
que sólo intentaba protegerte.
Por fin romperme.
No sentir vergüenza o inferioridad.
No sentirme vulnerable.
Exponerme en un museo
cuya entrada es la salida de un agujero negro,
en el que llevo años imitando bajito el sonido de las ballenas,
con el terror de ser descubierta tan frágil e imperfecta.
Tan alejada ya de este mundo.
Acurrucarme a llorar en tu intimidad.
En una intimidad tan íntima concedida
que ni siquiera pueda percibirte.