mi lengua.
Si una bola de nieve rueda sobre una pendiente de nieve, ¿no estaría la misma rodando sobre sí misma, arrastrándose?
Me duele la mano izquierda de levantarme siempre con ella y el hombro derecho busca el brazo opuesto desesperado. He vuelto a olvidar hacer el torniquete en la herida y no en el cuello.
Esta comba en la que salto con mis personalidades cada vez es más corta. y no hay una sola versión de mi cuerpo diciéndole a su madre que no le dejamos jugar.
Mi lengua es la cola de un escorpión en el estómago del cadáver de un tigre.
Mi lengua es la metástasis de una hormiga en el cuerpo de un microbio.
Mi lengua es mi cola de lagartija y si te la quedas sobrevivirá sin mí. Mi lengua son los primeros diez minutos de clase tras el verano.
Mi lengua, mía, es esa calle en la que un policía se arresta tras violar a un pájaro. Mi lengua es una ruleta rusa bloqueada por el clima en Moscú
Si la muerdo te envenenas. Si la muerdes eres inmune. Y si eres inmune estás contagiado.
Mi boca la cosió Pandora el mismo día que alguien dijo que estaba llena de esperanza. Llevo la mitad de mi vida vomitando a las víctimas que desaparecieron en la tragedia y la otra mitad sonriendo a sus familiares.
Las malas noticias también son mentira.
Alejandro y yo escribimos hace diez años qué seríamos en diez en años. Él iba a ser futbolista y yo una hija de puta. Él no es futbolista y yo tampoco soy tan futbolista como quería ser de pequeña.
Mi lengua es una niña que se muerde las uñas llenas de tierra cuando consigue sentarse sobre mi lápida, pedir cena para dos y saber que estaré igual de fría mañana. Mi lengua es una tirana cambiando el orden de los dígitos de las fechas de caducidad, mientras te ofrece un flan de albaricoque.
Mi lengua es aquella vez que gritaste “agua” y alguien oyó “fuego”. Mi lengua el día en que los bomberos apagaron el incendio en la casa donde te ahogabas.
Mi lengua la estudiarás orgulloso de estudiar lenguas muertas; incluso cuando descubras que yo tampoco sabía nadar cuando te enseñé.