me llamo no sé qué.
Every day I wake up and it’s Sunday
whatever’s in my eye won’t go away.
Writing to reach you {Travis}
Nací en una ciudad donde hay superpoblación de viento. Nací en una clínica mientras otra niña moría. Yo decidí el nombre de esa niña. Mis padres decidieron el nombre de un muerto que se integraría en la sociedad.
Me hicieron dos agujeros en las orejas sin permiso y luego dijeron: cortarse es de locos.
Yo sólo quería multiplicarme en una mancha roja y decirle a mis leucocitos: lo siento, sois tan pequeños, perdón por desaparecer.
Mi madre me prestó sus pechos casi un año, cuando le clavé los dientes me diagnosticaron insomnio. Ellos me llamaron vampira, yo fui al registro a reclamar mi derecho a que me llamasen animal. Porque siempre llueve cuando me pongo tacones y ayer nunca me puse tacones.
Me puse Lili y me quitaron todo lo demás, que era nada. Y nada es para siempre, así que ahora las cosas duran un minuto y a veces un minuto dura 117 años. Y la inmortalidad sabe a judías verdes y si fuese religiosa seguiría siendo roja. No la quiero. No sé de quién hablo.
Me gusta pedir deseos a las pestañas de las chicas bonitas cuando se corren. Por eso me hice licántropa, digo lesbiana, digo saltamontes de Venus, digo mentirosa, digo Lili.
A veces echo de menos que un hombre me agarre de las muñecas y me llame propiedad. Lili en tu idioma significa privada. Y privada en mi planeta es antónimo de propiedad.
A veces echo de menos follar como una domesticada. Gritarte como una salvaje que me muero de otra cosa que llamaré aburrimiento, para que tú no llames al 061 urgencias, cuando lo urgente no debería medirse en números ni yo en centímetros.
Mido 158 gritos. Uno es el de una anciana, otro el de un embrión que quiso ser astronauta y llegar al mundo en un cohete antes que nadie, para no llegar nunca.
Sueño con morder la lengua de Léolo porque quiero envenenar a Léolo para hacerle inmune al veneno, pero el veneno se ha hecho inmune a mí.
Quiero volver a otra vez esta mierda de miércoles, tal vez viernes, en el que me pedías que volviese a comer chucherías. No puedo dejar de comer chucherías.
Tengo la boca cosida.
Mido 158 moscas.
Caperucita mató a su abuela.
Dime cómo cojones se grita.