no te lo puedo explicar.
Una caja de recuerdos y fiestas de guardar.
Media vida en cada intento y la otra media en pinzas de metal
Cuarteles de invierno (Vetusta Morla)
Si pudiera decir miedo como digo
“nací sobre las alas de una libélula y me meció una luz mortal”
O pudiese decir odio como digo
“sangro de tu sangre y en su reflejo encontrarás tu muerte y la mía”.
O pudiese decir pánico como digo
“la niña pisó el lazo del vestido mientras corría;
¿pero y la niña?
Pero el lobo,
pero un disfraz de cordero degollado”.
O pudiese decir socorro como digo
“¿quién le atará ahora del lazo del vestido?
¿Por qué está desnuda?”
O pudiese decir control como digo
“cuídame de mi siamesa,
en su cicatriz escondió pétalos de gotas de absenta y no sabrá devolverme a casa”.
Si pudiese decir sálvame como digo
“hice este bote para mí, no cabemos los dos.
Quédate tú.
Aprendí a nadar a los seis meses, a ahogarme antes de nacer”.
O pudiese decir muerte como digo
“tranquila, mañana seré otro día”
O pudiese decir tu nombre como digo
“peligro”.
O pudiese decir el mío como digo
“cientos”
O pudiese decir poesía como digo
“este género se autodestruirá en cero generaciones”.
O pudiese decir generaciones como digo
“náusea”
Tal vez podría decir te quiero
como digo
“¿por qué si te tengo?
¿por qué hormigas rojas meriendan mi vientre?
¿por qué se aliaron las lupas y el sol?
¿por qué un zumbido en mi corazón si una avispa tan lejos en el tuyo?”.
Tal vez entonces podría decir por qué
como digo,
simplemente,
“porque no”