la colisión.
Cuando la mañana herida
te lleve lejos de aquí.
La mañana herida {Dorian}
Brutal colisión en carretera,
cuerpos
pedazos,
sirenas,
testigos
y muertos con cara de no haberse dado cuenta de que han muerto.
Y una niña
no sabe dónde ni cuándo.
Esa soy yo.
Quiero que una anciana aficionada a la costura cosa mi boca y espante a los pájaros que se posen.
Quiero no hablar.
Quiero levantar una mano para pedir mi turno de silencio
y quiero explicarme que estoy tan triste,
tan triste
que todos mis glóbulos se han dado cuenta y me lloran las heridas,
que, inconsolables,
son consentidas por mí.
Paso hambre para darles de comer,
les digo “pronto seréis grandes”
y ellas,
agradecidas,
me escuecen.
Que, amor, me han tratado tan mal que me fui
y dejé mi cuerpo como fianza,
por si querían hacerse un vestido de nervios rotos.
Que amor qué va.
Que no aprendí a besar la misma boca que me besa.
Que no aprendí que el desgaste,
la erosión simultánea,
eran algo bello.
Que nunca fui a la vez.
Que antes o después
siempre es demasiado tarde.
Demasiado tardé en darme cuenta de que era tan pronto,
tan niña,
tan inocente que
rompí el jarrón antes de que llegaran mis cenizas.
Todos los fallecidos en este accidente llevan mi sangre,
pero cómo iba a saber que conducía,
si no iba a ninguna parte.