PARTE V

Despacho de JACK que está con SHVAIG.

SHVAIG (Ofrece habano): Ahora todo corre por su cuenta.

JACK (Prendiendo el de SHVAIG): ¿Sabe dónde lo vamos a presentar? En el café Viena.

SHVAIG: ¿Por qué?

JACK: Es más romántico… hay violines… tomar mi mano Samy ahí.

SHVAIG: ¿Por qué no en mi casa?

JACK: No, es lindo… atiende mi hermano Moishe. Así de paso, usted va a ver a nuestro salón de fiestas que está arriba…

SHVAIG: La fiesta, ya le dije, quiero hacerla en mi casa.

JACK: (Suspira) Bueno, señor Shvaik… ahora vamos a hacer un poquito de números.

SHVAIG (Ofendido y asqueado): Números. (Asqueado) Ya. (Se para) Lo único que piensa usted, ¿acaso concretó algo? ¿Y la plata que le dimos con el boliviano?

JACK: No es para enojarse… no es agencia de beneficencia esta…

SHVAIG (Saca el cheque): Mire, no me canse… (Se lo tira) Este cheque, para empezar, ¿está bien?

Cámara a cheque. Corte a mismo despacho donde en cambio ahora están reunidos SAMY, MOISHE, JACK también. JORGE que se lima las uñas.

MOISHE: ¿Para empezar dijo?

JACK: No, si cuando pongo el ojo yo…

MOISHE: Te felicito, che, por fin te sale algo, porque vamos mal hasta ahora, uno trabaja, trabaja y no ve nada…

JACK: Por eso, che… tenemos que tirar la casa por la ventana.

MOISHE: Sí… para este Shvaig, lo mejor de lo mejor…

Suena El Danubio azul.

JACK: Justo ahora… (Fastidiado va a abrir tras arreglarse frente a espejito y poner Toujour l’amour)

Se oye exasperante dos veces más el timbrazo.

JACK (Sonrisa profesional): Va, va…

JACK abre. Entra SEÑORITA de unos cuarenta años que es bastante fea, pero más que eso chiflada por la soledad, algo ida, voladora, locuaz, avejentada.

Corte a despacho: JORGE se agarra la cabeza.

Corte a vestíbulo.

JACK: Señorita Opele, ¿qué dice? Justo estaba pensando en usted… (Leve reproche) Pero le pedí que hable antes de venir…

SEÑORITA: ¿Dónde está?

JACK: ¿Quién?

SEÑORITA: El señor boliviano.

Corte a despacho donde MOISHE y SAMY se miran entre ellos con preocupación. Corte a vestíbulo donde SEÑORITA pugna por entrar a despacho. Corte a JORGE alarmadísimo que se trata de esconder en alguna parte. Corte a vestíbulo.

JACK (Interponiéndose): Ah… no me hable de él…

Corte a Moishe cerrando la puerta y cubriéndola con el cuerpo. Corte a vestíbulo.

SEÑORITA: Quiero verlo, quiero verlo.

JACK: ¿Se cree que es la única? No se nada de él, ni quiero saber más nada…

SEÑORITA: ¿Cómo que no sabe? No puedo vivir, no puedo dormir, pienso en él todo el tiempo, quiero casarme con él, ¿dónde está?

JACK (Suspira): Ay, ese boliviano, qué dolores de cabeza me dio… (Ella se acerca al despacho y él la para) No está, se fue, se voló.

SEÑORITA: ¿Cómo que se voló?

JACK: Se volatilizó, mejor, no le convenía a usted… tuvo suerte, ¿no ve que es loco? Se fue…

SEÑORITA (Anonadada): Pero cómo… si yo lo quiero, él también, se declaró…

JACK: Sí, claro… ¿no ve cómo la quería? Mejor que se fue ahora antes del casamiento.

SEÑORITA (Abrumada, desamparada): ¿Y ahora qué hago yo? Si estoy tan sola… les dije a todos que me iba a casar… es una vergüenza…

JACK: Vea, ¿oye lo que usted dice? En el fondo ese boliviano loco la ayudó mucho. ¿Y sabe por qué? Primero, porque ahora se dio cuenta que no sólo quiere seriamente casarse, sino que tiene que casarse, ¿no es así?

SEÑORITA (En voz baja se estruja las manos): Estoy tan sola, tan sola… casarme, ¿pero con quién?

JACK: No es problema eso… porque la segunda cosa que aprendió con esta desagradable experiencia es que nunca hay que despreciar lo bueno, buscando el cuento de hadas. (Saca una foto del bolsillo interior del saco) Mira… mire qué belleza… (Mujer mira y JACK continúa) Este señor es gordito, bajito, quizás con un poco de panza… algo calvo, eso puede ser… (Corte a foto de frente y perfil de Sr. Gordito) Tiene anteojos, cuarenta años, lo que usted quiera. Pero es contador público, buena presencia, persona distinguida, preparada… ¡y no es loco!, lo que a usted le conviene… un buen compañero… tiene palabra… cuando él dice «me caso» se casa, y justo está buscando a alguien como usted… y le aseguro que también está solo… no tiene ningún interés en desaparecer, ¿quiere conocerlo?

Durante este monólogo la SEÑORITA fue pasando de la desesperación total a su abrumada realidad. Y a partir de allí creció su cansancio, su melancolía, acaso una abulia, un tristísimo abandono.

SEÑORITA (Musita): Puede ser…

JACK: Llámeme mañana… bueno. (Se guarda la foto y la lleva hasta la puerta) Ahora discúlpeme pero la dejo… tengo una reunión.

Corte a café Viena. Tiene aire de cervecería alemana con reservados, artesonado de madera en las paredes. Corte a VIOLINISTA ZÍNGARO con enorme panza y faja no menos enorme. A su lado un tenor viejo al estilo Jan Kiepura, estilo de segunda preguerra y de esa época vocifera un área de Frantz Lehar. Corte a SHVAIG y BERNARDO en una mesa.

SHVAIG: Bes [sic] qué atención?

Comen y toman vermuth.

BERNARDO: Muy bien che… qué progreso, toda una organización es esto… antes uno le daba una comisión a una vecina, para que le presente un novio judío a la hija… mis hijas consiguieron solas, claro, pero a los pobres diablos como vos…

SHVAIG: Mirá, Bernardo… ¿vos querés una fiesta en tu casa? Entonces no me refriegues más tu aserradero por la cara…

BERNARDO (Excelente humor): Por mí, ya te dije, podés decir que el aserradero es tuyo, que la casa es tuya, que todo es tuyo… total, para la fiesta que yo quiero hacer, van a hacer falta muchos cheques como los que yo te di, y te aseguro que los próximos, los va a poner tu boliviano…

SHVAIG: Seguro…

Aparecen JACK y JORGE.

SHVAIG (Se para y presenta): Mi yerno…

BERNARDO: Mucho gusto.

SHVAIG (A JACK): Este es un primo mío…

JACK (Astuto. Sonríe): ¿También tiene aserradero?

SHVAIG: Claro…

BERNARDO: Y sí… en esta familia… calcule, ¿quién no tiene, por lo menos, un aserradero?

JORGE: ¿Y dónde está la novia, pues?

SHVAIG: Trátela con delicadeza… ella no sabe nada…

JACK (Golpea palmas): Mozo… (Aparece mozo) sirve más aquí… y traiga velas.

BERNARDO: ¿Cómo velas?

JACK: Para cuando llegue ella, ¿eh? Es más… (Gesto vago)

Cámara a viejo reloj de números romanos sobre una pared del café. Son las siete. Imagen se desdibuja. Luego imagen muestra siete y media. Cesa la música. Todos están mustios. Corte a RAQUEL que entra. Mira todo. Se acerca a mesa de velas donde están los personajes. Corte a RAQUEL que ve a BERNARDO y la desconfianza y sorpresa primeras crecen. JACK señala a músicos que atacan.

JACK: ¿Qué es esto? ¿Cumpliste el sueño del violín gitano propio?

BERNARDO (Primero con dolor ante la reacción): Después de dos años… ¿seguís igual? ¿Yo sueño? ¿Yo? (Señala a SHVAIG) Él…

SHVAIG (Apresurado, obvio y orgulloso): Mi hija.

RAQUEL: A ver, ¿cuál es el dueño de la mina? (A JACK) ¿Usted?

JORGE: No, yo, pus… mucho gusto, Shuars…

RAQUEL (Lo estudia): ¿Shvarts? ¿Es paisano usted?

JORGE: Claro, pus.

RAQUEL: ¿Hay paisanos en Bolivia?

SHVAIG (A BERNARDO. Orgulloso): ¿Ves? Lo primero que pregunta…

JORGE (La mira con aprehensión. Raro): Una colectividad muy chiquita, nomás…

RAQUEL (Lo mira): Ahá. ¿Usted ve mucha televisión?

JORGE (Desconcertado. Mira a JACK): ¿Por qué?

RAQUEL (Ingenua): Por el acento.

JORGE: ¿Cómo? No, no… por allá no hay mucha, no. (Sonríe pícaro y seductor) Así que no tengo con qué entretenerme en nadita, pus…

JACK (A SHVAIG y BERNARDO): ¿Vamos?

RAQUEL: ¿Adónde?

BERNARDO: Enseguida venimos. (Se para junto con SHVAIG)

RAQUEL (Ácida a BERNARDO): Vos también estás en este negocio…

BERNARDO: Todos…

JACK (Para): Vamos, vamos…

Mozo prende las velas. El zíngaro ataca nuevamente con el cantor. JORGE y RAQUEL quedan solos. RAQUEL lo mira a JORGE, quien se siente algo molesto ante ella aunque no sabe por qué. RAQUEL sonríe sobradora.

JORGE (Seductor acerca su silla): ¿De qué se ríe, pus?

RAQUEL: No… nada…

JORGE (Seductor con voz acariciante): Pero diga, pus, ¿de qué se trata? (Más cerca) ¿Me permite aparcar más cerquita, pus?

RAQUEL: ¿Tiene los papeles?

JORGE: ¿Qué papeles?

RAQUEL: Los de la mina.

JORGE (Desconcertado pero intencionado): ¿Quiere que vamos a buscarlos, pus?

RAQUEL: Sáqueme a esos. (Hace sonar los dedos)

JORGE azorado hace alejar a los músicos.

JORGE (Con temor se reafirma y arremete tomándole la mano): ¿Le causan vergüenza los ajenos?

RAQUEL (Lo mira): Sí…

JORGE: Usted tiene un encanto, pus… tan especial… (Insinuante) Qué vergonzosa que es… y cómo me gusta eso… usted notó enseguidita mi afecto, ¿no? Pus que… (Bien mexicano) usted no puede estar nunca sola con esos ojazos que tiene.

RAQUEL: ¿Gusta?

JORGE (Descolocado): Enseguidita pus que la vi, desde el principio, me dije: Shuars, esa niña anda buscando tu apoyo. (Le toma la mano) tu afecto, un hogar, una luz en su vida triste, pus.

RAQUEL (Saca la mano): ¿Así que sintió algo?

JORGE: Y cómo…

Rápidamente RAQUEL baja el brazo y se intuye que su puño golpea violento bajo la mesa en la zona del hígado de JORGE. Golpes breves, aniñados, encantadores, feroces, de RAQUEL con dientes apretados.

JORGE (Asustado y loco de dolor se dobla): ¡Ay! (En porteño puro) ¿Qué hacés?, ¿sos loca vos?

RAQUEL (Sonríe): Ahora sentís un poco más, ¿no? Así que boliviano.

Se escuchan las voces de JACK y SHVAIG. Crecen dolor y angustia en la cara de JORGE que los oye y la mira a RAQUEL como a un demonio con el que no hay más remedio que tratar.

JACK (En off): ¿Y, señor Shvaig?

SHVAIG (En off. Acercándose): Qué organización.

JORGE (Con miedo cerval y desarmado ruega): Después te explico… por favor… no hables, su…

Aparecen JACK y SHVAIG con BERNARDO.

JACK: ¿Y?

RAQUEL (Angelical): Tiene una conversación este señor…

JACK (Sonríe sutil): ¿Quiere verlo otra vez?

JORGE (Jadea): Seguro.

RAQUEL (Juega sonriente con migas de pan, vista baja, luego mira seria a JORGE y pícara): Puede ser.

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