Escena II
Se han servido algunos whiskies, algunos cafés, se han fumado muchos cigarrillos. La periodista se dejó llevar por la gracia de la anécdota y ha olvidado su función o la ha relegado al grabador. Entonces Walsh se acuerda de su oficio de periodista y empieza a conducir el reportaje.
Walsh.—Yo insisto en preguntarle a Germán en qué medida es autobiográfico el Réquiem.
Rozenmacher.—Bueno, es más autobiográfico que lo de Cossa, y no hablo de tu obra. Pero lo es en la medida en que todas las buenas obras que hacemos son autobiográficas… Es la única seguridad que tenemos del mundo que nos rodea, es el testimonio de lo verificable, cuando no queremos macanear, hacer «literatura». Se impone como método de trabajo, como forma de ir hacia la realidad, sin influencias, que es lo más tramposo. La autobiografía es la única manera de comenzar a abrir nuestra realidad, de ir probando hasta ver adónde se llega.
Per.—En vos, Cossa, el sentido de lo autobiográfico es el de lo conocido, ¿no?
Cossa.—Sí…
Rozenmacher.—En él…
Per.—Tus parlamentos son muy largos, Germán, dejalo…
Rozenmacher (En broma).—Los parlamentos de Walsh también son muy largos y Potenze se lo hizo notar. (Ríen todos).
Per.—¡Mottura y Potenze en un mismo reportaje, me niego!
Cossa.—Yo creo que hay cosas de las que no escapamos ninguno, no lo digo como defensa ni calificación de la obra. Creo que hay una constante que nos pertenece a todos: el aburrimiento, la incomunicación. El clima de Nuestro fin de semana no es autobiográfico pero sí observado.
Walsh.—¿Y qué es lo que te lleva a escuchar a esa gente? ¿Cómo podés acercarte a la monotonía con tanta paciencia?
Cossa.—Es una pregunta que no me han hecho antes ni me la he hecho yo mismo.
Walsh.—Es decir, ¿vos amás a esa gente?
Cossa.—Sí. A mí no me deprimen. Cuando sufren, me duele. Yo prefiero escucharlos, y no darles cosas mías.
Walsh.—¿Hay una tesis, aunque sea implícita, de que esa gente está así por la situación social?
Cossa.—Yo no me lo planteo, pero creo que sí. Son tipos generalmente clase media, gente pequeño-burguesa, cuyas salidas en esta construcción social son imposibles.
Walsh.—¿El factor opresivo esencial sería una sociedad de masas?
Cossa.—No, una sociedad netamente capitalista, donde el hombre vive junto a seis millones, pero no se comunica nunca con el hombre de al lado.