LAS PERCHAS
Por lateral izquierdo aparece el OBISPO, da unos pasos en actitud meditativa y luego se dirige al público.
OBISPO.—¿A dónde nos conduce la violencia, hermanos? ¿A dónde nos arrastra este torbellino de incomprensión y soberbia? (Pausa). Por encima de las facciones que dividen al pueblo argentino y sobre las que, desde luego, no abriré juicio, creo que si eleváramos los ojos al cielo conseguiríamos olvidar nuestras rencillas fraticidas y advertiríamos la pequeñez e insignificancia de nuestros enfrentamientos… (Con absoluta calma, el OBISPO se despoja de su sotana, que cuelga en una percha, y aparece vestido de general).
GENERAL.—No se debe confundir paciencia con debilidad. El gobierno controla perfectamente la situación y asegura el orden público, pero advierte que no tolerará la gimnasia revolucionaria de los grupos de infiltrados que pretenden confundir a la mayoría del pueblo argentino. Cumpliremos inexorablemente los plazos previstos y lograremos la grandeza moral y material de la Nación; pero exigimos orden, responsabilidad y confianza. (Con naturalidad, el GENERAL se despoja de su chaquetilla, que cuelga en una percha, y queda vestido de correcto traje gris).
HOMBRE DE TRAJE GRIS.—Como empresario argentino y hombre de sensibilidad moderna, no puedo sino apoyar los reclamos de quienes aspiran a lograr un justo y discreto bienestar. Pero el problema, planteado objetivamente, consiste en desarrollar primero las empresas, conseguir el despegue económico y la estabilidad monetaria que todos ansiamos, y luego pensar en la distribución de los beneficios. Lo que significa, dicho de manera vulgar, que para repartir la torta, primero hay que agrandarla. (Pausadamente, se quita el saco y el chaleco y los cuelga en una percha. Queda en mangas de camisa, se cala unos anteojos y enfrenta nuevamente al público).
HOMBRE EN MANGAS DE CAMISA.—En el fondo, se trata de un problema técnico y como tal hay que encararlo. Si definimos el producto como la diferencia entre producción y consumo intermedio, y si se descomponen estos dos agregados por sectores de actividad económica de origen y de utilización, respectivamente, puede verse fácilmente que el valor agregado por cada sector está constituido por la remuneración de los asalariados y de la propiedad del capital empleado más las asignaciones por depreciación de bienes del activo fijo. (Con tranquilidad, se va desnudando hasta quedar patéticamente desnudo).
HOMBRE DESNUDO.—¿Pero de qué se quejan…? Si en este país no morfa el que no quiere… Si todo el mundo empilcha como duques… Si con lo que sobra en los tachos de basura morfan todos los pibes de Biafra… Si cada vez hay más Fiat 600 en la calle… Si las villas miseria están repletas de televisores… ¿De qué se quejan, eh? ¿De qué se quejan…?
(Apagón).