13

Ford Prefect irrumpió a saltos en el puente del Corazón de Oro.

—¡Trillian! ¡Arthur! —gritó—. ¡Ya funciona! ¡La nave se ha reactivado!

Trillian y Arthur estaban dormidos en el suelo.

—Venga, muchachos, que nos vamos; estamos en marcha —dijo, dándoles con el pie para que despertaran.

—¡Hola, chicos! —gorjeó el ordenador—. Os aseguro que es verdaderamente magnífico estar de nuevo con vosotros, y solo quiero decir que...

—Cierra el pico —dijo Ford—. Dinos dónde demonios estamos.

—¡En el Mundo Ranestelar B, menudo basurero! —exclamó Zaphod, que entraba en el puente a la carrera—. Hola, muchachos, debéis estar tan asombrosamente contentos de verme, que ni siquiera encontráis palabras para decirme lo estupendo que soy.

—¿Para decirte qué? —dijo Arthur confusamente mientras se levantaba del suelo sin entender nada de lo que pasaba.

—Sé cómo te sientes —dijo Zaphod—. Soy tan estupendo que me quedo sin habla cuando charlo conmigo mismo. Cómo me alegro de veros: Trillian, Ford, Hombre mono. Oye, hummm, ¿ordenador...?

—Hola, mister Beeblebrox. Señor, es un gran honor...

—Cierra la boca y sácanos de aquí, deprisa, deprisa y deprisa.

—Eso está hecho, compadre. ¿A dónde queréis ir?

—A cualquier parte, no importa —gritó Zaphod; pero se corrigió—: ¡Claro que importa! ¡Queremos ir a comer al sitio más cercano!

—En seguida —dijo alegremente el ordenador, y una explosión enorme sacudió el puente.

Un minuto después, cuando Zarniwoop entró con un ojo a la funerala, contempló con interés los cuatro jirones de humo.